LA BENDICIÓN DE LOS HIJOS
A los hijos se les bendice cuando se les respeta.
A los hijos se les bendice, no sólo cuando se les dice que se les ama, sino cuando sienten que se les ama.
A los hijos se les bendice cuando se les permite el derecho a su vida.
A los hijos se les bendice cuando no se les juzga, ni se ejerce represión sobre ellos. A los hijos se les bendice cuando no se les niega, sino cuando se les explica, se les hace ver y entender.
A los hijos se les bendice cuando se les besa y se les toca, cuando se les limpia.
A los hijos se les bendice con una mirada, con un abrazo.
A los hijos se les bendice cuando encuentran en tí al amigo, al compañero, al guía y al consejero.
A los hijos se les bendice cuando ellos encuentran tus brazos abiertos para refugiarse, para descansar.
A los hijos se les bendice cuando les permites equivocarse, cuando les permites caerse.
A los hijos se les bendice cuando les extiendes una mano para levantarse.
Entonces tus hijos dirán: "Bendito yo, porque tengo a mi padre en la tierra y a mi Padre de los Cielos".
Tus hijos no son tus hijos. Tus hijos son hijos de la libertad y de la paz. Son hijos de Dios.