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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO
Autor: María Valtorta
« PARTE 4 de 7 »
TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS
Partes:
[ 1 ]
[ 2 ]
[ 3 ]
[ 4 ]
[ 5 ]
[ 6 ]
[ 7 ]
313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo
314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida
315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor
316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica
317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote
318. En barca de Tolemaida
a Tiro
319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes
320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad
321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes
322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía
323. La visita a Antigonio
324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica
325. Los ocho apóstoles se reúnen
con Jesús
cerca de Akcib
326. Un alto en Akcib
327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura
328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona
329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña
330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás
331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib
332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro
333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón
334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico
335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado
336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima
337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada
338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador
339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote
340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel
341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios
342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc
343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro
344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás
345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas
346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro
347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego
348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen
349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos
350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios
351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez
352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos
353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra
354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm
355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión
356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar
357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio
358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías
359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad
360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó
361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán
362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas
363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén
364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos
365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo
366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía
367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní
368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo
369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas
370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa
371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro
372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro
373. El día de la Parasceve.
En el Templo
374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel
375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel
376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido
377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte
378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa
379. Una premonición del
apóstol Juan
380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción
381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio
382. Un alto en casa de Nique
383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán
384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón
385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón
386. Hacia la orilla occidental
del Jordán
387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué
388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.
389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles
390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma
391. Curación del leproso Eliseo de Engadí
392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza
393. En la casa de campo de María de Keriot
394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot
395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas
396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones
397. Despedida de los fieles
de Yuttá
398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote
399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa
400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia
401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora
402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter
403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás
404. En camino hacia Emaús
de la llanura
405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel
406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles
407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos
408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea
409. El drama familiar del Anciano Juan
410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico
411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda
412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas
413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo
414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías
415. Un alto en el camino
en Betania
416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó
417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano
418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón
419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas
420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor
421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo
422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles
423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón
424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea
425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos
426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada
427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala
428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío
429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón
430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley
431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán
432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori
433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea
434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada
435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles
436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención
437. Coloquio
de Jesús con
su Madre
438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote
439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios
440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo
441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola
442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María
443. La muerte del abuelo de Margziam
444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador
445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote
446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento
447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco
448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro
449. El pequeño Alfeo desamado de su madre
450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan
451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos
452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos
453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico
454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo
455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados
456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa
457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula
458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios
459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades
460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio
461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor
462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades
463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora
464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto
465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún
466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana
467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín
468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura
469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín
470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio
471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor
472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala
473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias
474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor
475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos
476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra
477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María
478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos
479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán
480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán
481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos
482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe
483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria
484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada
485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam
486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino
487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo
488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración
489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento
490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías
491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva
492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor
493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios
494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores
495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania
496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.
497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento
498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote
499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra
500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo
501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra
502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)
503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto
504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías
505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda
506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo
507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías
508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí
509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo
510. La curación de un ciego
de nacimiento
511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote
512. Profecía ante un pueblo destruido
513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel
514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía
515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad
516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios
517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error
518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor
519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro
520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana
521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana
522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo
523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos
524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos
525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí
526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista
527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo
528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote
529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob
530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote
531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví
532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob
533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote
534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles
535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás
536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro
537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle
538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores
539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes
540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año
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318- En barca de Tolemaida a Tiro
La ciudad de Tolemaida da la impresión de que va a ser aplastada por un cielo bajo, de plomo, sin una rendija azul, sin una sola variación en su lóbrego aspecto. No. Ni una nube o un cirro o un nimbo que surquen aislados la capa cerrada del firmamento.
Es una única bóveda cóncava y pesada como una tapa que fuera a ser abatida sobre una caja; una enorme tapa de estaño sucio, fuliginoso, opaco, agobiante. Las casas blancas de la ciudad parecen de yeso, un yeso áspero, crudo, desolado, bajo esta luz... y el verde de las plantas siempre verdes parece empañado, triste; los rostros de las personas, lívidos y espectrales; los colores de los vestidos, apagados. La ciudad se ahoga en el cargante siroco.
El mar responde al cielo con su mismo aspecto de muerte. Un mar sin límites, quieto, desierto. No es siquiera plomizo, sería errado definirlo así. Es una extensión ilimitada, diría incluso sin repliegues, de una sustancia oleaginosa, gris como deben ser los lagos de petróleo crudo, o, mejor, si fuera posible, los lagos de una plata mezclada con hollín, con ceniza, para formar una pomada. Tiene un especial brillo de lasca cuarzosa, y, no obstante, se ve tan muerto y paco, que no parece brillar.
Su resplandor no se advierte sino con la molestia que sufren los ojos, deslumbrados por este cabrilleo de madreperla negruzca que cansa y no alegra. No se ve ni una sola ola hasta donde alcanza la vista. La mirada llega al horizonte, donde el muerto mar toca el cielo muerto, sin ver movimiento alguno de ola, aunque, por su subyacente ondeo, apenas sensible en la superficie con el cabrilleo sucio de las aguas, se comprende que no son aguas solidificadas.
Tan muerto, que en la orilla las aguas están detenidas como agua de un pilón, sin el más mínimo indicio de ola o resaca. Y la arena está claramente marcada de humedad a poco más de un metro del agua, confesando así que no ha habido movimiento de olas en la orilla desde hace muchas horas. Es la calma chicha absoluta.
Las naves, pocas, que hay en el puerto están completamente inmóviles. Tan inmóviles, que parecen clavadas en una materia sólida. Los pocos paños tendidos en los altos puentes -enseñas o indumentos, no lo sé -penden inmóviles.
Por una callecita del barrio popular del puerto, vienen hacia la marina los apóstoles con los dos que van a Antioquía. No sé qué ha sido del burro y el carro. No están ya. Pedro y Andrés llevan un arcón, Santiago y Juan el otro; Judas de Alfeo, por su parte, se ha liado a los hombros el telar, desmontado; Mateo, Santiago de Alfeo y Simón Zelote van cargados con los talegos de todos, incluido el de Jesús.
Síntica lleva en la mano solamente un cesto con comida. Juan de Endor no lleva nada. Caminan deprisa por entre la gente que, en general, regresa de los mercados con las compras, o que, si son gente de mar, se apresura en dirección al puerto, para cargar o descargar las naves, o repararlas, según las necesidades.
Simón de Jonás camina seguro. Debe saber ya a dónde ir porque no mira a los lados. Todo colorado, sujeta de su parte el arcón, por una lazada de la cuerda, puesta como asidero; Andrés, de su parte, hace lo propio. Y se ve, tanto en ellos como en los compañeros Santiago y Juan, el esfuerzo del peso que llevan, porque se les ponen turgentes los músculos de las pantorrillas y de los brazos (y es que, para estar más libres, llevan sólo la prenda de debajo, corta y sin mangas); en todo, semejantes a los mozos de cuerda, que, ágiles, van de los fondaques a las naves, o viceversa, para sus operaciones. Por tanto, pasan completamente desapercibidos.
Pedro no va al muelle grande, sino a otro más pequeño, a través de una pasarela chirriante: es un andén construido en forma de arco, que delimita como un segundo embarcadero, mucho más pequeño, para las barcas de pesca. Mira y da una voz.
Responde un hombre, alzándose del fondo de una barca fuerte y bastante grande.
-¡Estás decidido a zarpar de verdad? Ten en cuenta que la vela hoy no sirve. Tendrás que ir a fuerza de remos.
-Así me caliento y se me abre el apetito.
-¿Pero sabes de verdad navegar?
-¿Pero qué dices, hombre? No sabía decir "mamá" y ya mi padre me había puesto en la mano la sondaleza y las cuerdas de las velas. He amolado con ellas los dientes de leche...
-Es porque... ¿sabes?... esta barca es todo lo que poseo, ¿sabes?...
-Ya desde ayer me lo estás diciendo. ¿No sabes otra canción?
-Lo que sé es que si te vas a pique pierdo todo y...
-¡Yo sí que pierdo todo, que me dejo la piel ahí, no tú!
-Pero esto es mi bien, mi pan, la alegría mía y de mi mujer, y es la dote de mi niña, y...
-¡Uf! ¡Mira, no me pinches más los nervios, que tienen ya un calambre... un calambre... mucho peor que el de los nadadores! Te he dado tanto, que podría decir: "he comprado la barca". No te he regateado lo que me has pedido. Tú eres un barquero largo de uñas, hombre. Te he demostrado que conozco el remo y la vela mejor que tú. Ya todo estaba acordado. Ahora, si la ensalada de puerros que has cenado ayer -que te huele la boca como una sentina -te ha dado una pesadilla y ahora te arrepientes, me importa un bledo. El acuerdo se ha efectuado delante de dos testigos, uno tuyo, otro mío, y es suficiente. Baja de ahí, cangrejo peludo, y déjame entrar.
-Pero yo... al menos una garantía... Si mueres, ¿quién me paga la nave?
-¿La nave? ¿Llamas nave a esta calabaza despulpada? ¡Miserable! ¡Soberbio! De todas formas, te voy a calmar, para que te decidas: te voy a dar otras cien dracmas. Con éstas y con lo que has pedido como alquiler te construyes otros tres topos de éstos...
Bueno, no... de dinero nada. Serías capaz incluso de llamarme loco, y luego pedirme más todavía, a la vuelta.
¡Porque vuelvo, eh, puedes estar seguro! A lo mejor para quitarte la barba a tortazos, si me has dado una barca con los fondos defectuosos. Te dejo como seña el burro y el carro... ¡No! ¡Tampoco eso! No dejo en tus manos a mi Antonio. Te creo capaz de cambiar de oficio y pasarte de barquero a carretero, y escaparte en mi ausencia. Mi Antonio vale diez veces lo que tu barca. Mejor te dejo el dinero. Pero ten en cuenta que son como seña, y tú me lo devuelves a mi regreso. ¿Está bien claro? ¡Eh, los de esa nave! ¿Quién es de Tolemaida?
En una nave cercana se asoman tres caras:
-Nosotros.
-Venid aquí...
-No, no, no hace falta. Nos arreglamos entre nosotros -suplica el barquero.
Pedro lo mira indagador, razona para sí, y, viendo que el hombre baja de la barca y se apresura a cargar el telar que Judas había dejado en el suelo, susurra:
-¡Comprendo!
Luego grita a los de la nave:
-¡Ya no hace falta. Quedaos ahí -y extrae de una bolsa pequeña unas monedas, las cuentas, las besa y dice: « ¡Adiós, amigas!» y se las da al barquero.
-¿Por qué las has besado? -pregunta éste extrañado.
-Un... rito. ¡Adiós, ladrón! Arriba, vosotros; tú, al menos, sujeta la barca. Ya las contarás. Verás que están justas. No quiero tenerte como compañero en el infierno, ¡eh! Yo no robo... ¡Aaarriba! ¡Aaarriba!
Y embarca el primer baúl. Luego ayuda a los otros a estibar el suyo, los talegos y todo, equilibrando el peso y colocando los objetos de forma que pueda estar libre para las maniobras; y, después de las cosas, las personas.
-¿Ves como sé, vampiro? Suelta ahora y ve a tu destino.
Y, junto con Andrés, hinca el remo contra el andén para separar la barca.
Una vez tomada la dirección de la corriente, deja el timón a Mateo mientras le dice:
-Bueno, tú, para sacarnos los hígados, venías a pescarnos cuando pescábamos, y sabes llevar el timón pasablemente.
Luego se sienta en la proa, dando la espalda a la proa, en el primer banco, con Andrés a su lado. Frente a él están sentados Santiago y Juan de Zebedeo, que bogan con ritmo regular y poderoso.
La barca avanza -sin tirones, rápida, a pesar de ir bastante cargada -muy cerca del flanco de las naves grandes, desde cuya borda descienden palabras de alabanza por la perfecta boga. Luego, superados los espigones, el mar abierto... Tolemaida, al estar construida a orillas del mar y teniendo su puerto en el sur de la ciudad, desfila toda ante los ojos del grupo que parte. En la barca el silencio es absoluto. Sólo se oyen los chirridos de los remos en los toletes.
Pasado un buen rato, habiendo ya dejado atrás Tolemaida, Pedro dice:
-Pero si hubiera un poco de viento... ¡Pero nada! ¡Ni un hilo!...
-¡Con tal de que no llueva!... -dice Santiago de Zebedeo.
-¡Mmm! Tiene muchas ganas de llover...
Silencio y cansancio de remos durante largo tiempo.
Luego Andrés pregunta:
-¿Por qué has besado las monedas?
-Porque se saluda a quien parte para siempre. No las volveré a ver. Y lo siento. Hubiera preferido dárselas a algún necesitado...
¡Paciencia!... La barca la verdad es que es buena y fuerte y está bien construida. Es la mejor de Tolemaida. Por eso he cedido a las pretensiones de su dueño. También para evitar muchas preguntas sobre el lugar adonde vamos. Por eso le he dicho: "A comprar al Jardín blanco"... ¡Ay, ay, ay, que empieza a llover! Cubríos, vosotros que podéis hacerlo. Tú, Síntica, dale el huevo a Juan. Es la hora... Y a mayor razón porque con un mar así no se revuelve nada en el estómago... ¿Y que me estará haciendo Jesús? ¿Qué estará haciendo? ¡Sin vestidos, sin dinero! ¿Y dónde estará ahora?
-Sin duda, orando por nosotros -responde Juan de Zebedeo.
-Sí, pero ¿dónde?...
Ninguno puede decir dónde. Y la barca da bordadas, con dificultad, pesada, bajo el cielo de plomo, en un mar de betún cinéreo, en medio de un sirimiri fino como niebla y latoso como cosquillas prolongadas. Los montes, que tras una zona de llanura vuelven a arrimarse al mar, se acercan, lívidos en el ambiente neblinoso. El mar, de cerca, sigue produciendo molestia a los ojos con su extraña fosforescencia; más lejos, se pierde en un velo brumoso.
-En aquel pueblo nos detendremos para descansar y comer -dice Pedro, que boga incansablemente. Los demás asienten.
Llegan al pueblo: un pequeño conglomerado de casas de pescadores al abrigo del espolón de un monte que penetra en el mar.
-Aquí no se desembarca. No se toca fondo... -dice Pedro entre dientes -Bien, pues comeremos aquí donde estamos.
Y así es: los bogadores comen con buen apetito; los dos exiliados, sin ganas. La lluvia, alternativamente, sigue o se para.
No se ve a gente en el pueblo; como si estuviera deshabitado. Pero, vuelos de palomas de una casa a otra y ropa tendida en las azoteas dicen que hay gente. En fin, aparece en la orilla un hombre semidesnudo que va hacia una barquita sacada al margen.
-¡Eh! ¡Tú, hombre! ¿Eres pescador? -grita Pedro haciendo embudo con las manos.
-Sí.
El sí llega débil por la distancia.
-¿Qué tiempo hará?
-Mar tendida dentro de poco. Si no eres de aquí, te aconsejo que vayas enseguida más allá del cabo. Allá la ola es más calma, sobre todo si vas bordeando la orilla. Puedes, porque es profundo el mar. Pero ve sin demora...
-Sí. ¡Paz a ti!
-¡Paz y suerte a vosotros!
-Ánimo, entonces -dice Pedro a sus compañeros -Y que Dios esté con nosotros.
-Está ciertamente con nosotros. Jesús ciertamente ora por nosotros -responde Andrés mientras se pone de nuevo a remar.
Pero la ola tendida, en efecto, ya se ha formado, y repele y aspira la pobre barca cada vez que viene; mientras tanto, la lluvia se hace cada vez más tupida... y un viento rítmico se agrega para torturar a los pobres navegantes.
Simón de Jonás lo gratifica con todos los más pintorescos epítetos, porque es un viento malo que no puede ser usado para la vela y que trata de empujar a la barca contra los escollos de1 cabo ya cercano.
La barca navega con dificultad en la curva de este pequeño golfo, más oscuro que la tinta. Reman, reman, con dificultad, rojos, sudados, apretando los dientes, sin desaprovechar ni una miaja de fuerza en palabras. Los otros, sentados frente a ellos -yo los veo de espaldas -callan, mudos, bajo la tediosa lluvia. Juan y Síntica, en el centro (junto al mástil de la vela); detrás de ellos, los hijos de Alfeo; últimos, Mateo y Simón, que luchan por mantener derecho el timón a cada golpe de ola.
Doblar el cabo es empresa fatigosa. Por fin lo hacen... Los remadores, que deben estar extenuados, pueden gozar de un poco de paz. Se consultan sobre si refugiarse en un pueblecillo de allende el cabo. Pero se impone la idea de que «se debe obedecer al Maestro incluso contra lo sensato. Y Él dijo que se debe llegar a Tiro todo en una jornada». Y continúan...
El mar se calma al improviso. Notan el fenómeno. Alfeo dice:
-El premio de la obediencia.
-Sí, Satanás se ha marchado porque no ha logrado hacernos desobedecer -confirma Pedro.
-De todas formas llegaremos a Tiro de noche. Esto nos ha retrasado mucho... -dice Mateo.
-No importa. Iremos a dormir, y mañana buscaremos la nave -responde Simón Zelote.
-¿Y la encontraremos?
-Jesús lo ha dicho. Por tanto, la encontraremos -dice seguro el Tadeo.
-Podemos izar la vela, hermano -observa Andrés -Ahora hay viento bueno. Iremos raudos.
La vela, efectivamente, se hincha, no mucho, pero lo suficiente como para que sea mucho menos necesario remar; y la barca se desliza, como aligerada, hacia Tiro, cuyo promontorio -mejor: cuyo istmo -albea allá, al norte, con las últimas luces del día.
Y la noche cae rápida. Y parece extraño, después de tanta lobreguez de cielo, ver asomarse las estrellas a través de un imprevisto claro, y titilar resplandecientes los astros de la Osa, mientras el mar se ilumina con los serenos rayos de luna, tan blancos que casi parece rayar el alba, después de un día penoso, sin el intervalo de la noche...
Juan de Zebedeo alza la cabeza al cielo, mira y sonríe, y, al improviso, abre su boca al canto, acompañando el movimiento del remo con la estrofa y ritmando ésta con el remo:
“Ave, Estrella de la Mañana,
Jazmín de la noche,
Luna de oro de mi Cielo,
Madre santa de Jesús.
Espera en ti el navegante,
Te sueña el que sufre y muere,
¡Ilumina, Estrella santa y pía,
a quien te ama, oh María!..."
Canta feliz, a pleno pulmón, con voz de tenor.
-¿Pero qué haces? Estamos hablando de Jesús ¿y tú hablas de María? -pregunta su hermano.
-Él está en Ella y Ella en Él. Pero si Él está aquí es porque ha estado antes Ella... Déjame cantar...
Y pone ahínco y arrastra a los demás... Llegan así a Tiro. La arribada es cómoda en el puertecito más pequeño, el que está al sur del istmo, velado por lámparas que cuelgan de muchas barcas. Los que están allí no niegan su ayuda a los recién llegados. Pedro y Santiago de Zebedeo se quedan en la barca para vigilar los baúles. Mientras tanto, los otros, con un hombre de otra barca, se dirigen al hospedaje para descansar.
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