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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO
Autor: María Valtorta
« PARTE 4 de 7 »
TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS
Partes:
[ 1 ]
[ 2 ]
[ 3 ]
[ 4 ]
[ 5 ]
[ 6 ]
[ 7 ]
313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo
314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida
315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor
316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica
317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote
318. En barca de Tolemaida
a Tiro
319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes
320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad
321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes
322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía
323. La visita a Antigonio
324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica
325. Los ocho apóstoles se reúnen
con Jesús
cerca de Akcib
326. Un alto en Akcib
327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura
328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona
329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña
330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás
331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib
332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro
333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón
334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico
335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado
336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima
337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada
338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador
339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote
340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel
341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios
342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc
343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro
344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás
345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas
346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro
347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego
348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen
349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos
350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios
351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez
352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos
353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra
354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm
355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión
356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar
357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio
358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías
359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad
360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó
361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán
362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas
363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén
364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos
365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo
366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía
367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní
368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo
369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas
370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa
371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro
372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro
373. El día de la Parasceve.
En el Templo
374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel
375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel
376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido
377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte
378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa
379. Una premonición del
apóstol Juan
380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción
381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio
382. Un alto en casa de Nique
383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán
384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón
385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón
386. Hacia la orilla occidental
del Jordán
387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué
388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.
389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles
390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma
391. Curación del leproso Eliseo de Engadí
392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza
393. En la casa de campo de María de Keriot
394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot
395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas
396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones
397. Despedida de los fieles
de Yuttá
398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote
399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa
400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia
401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora
402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter
403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás
404. En camino hacia Emaús
de la llanura
405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel
406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles
407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos
408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea
409. El drama familiar del Anciano Juan
410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico
411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda
412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas
413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo
414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías
415. Un alto en el camino
en Betania
416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó
417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano
418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón
419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas
420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor
421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo
422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles
423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón
424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea
425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos
426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada
427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala
428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío
429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón
430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley
431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán
432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori
433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea
434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada
435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles
436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención
437. Coloquio
de Jesús con
su Madre
438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote
439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios
440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo
441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola
442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María
443. La muerte del abuelo de Margziam
444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador
445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote
446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento
447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco
448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro
449. El pequeño Alfeo desamado de su madre
450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan
451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos
452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos
453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico
454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo
455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados
456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa
457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula
458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios
459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades
460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio
461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor
462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades
463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora
464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto
465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún
466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana
467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín
468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura
469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín
470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio
471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor
472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala
473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias
474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor
475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos
476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra
477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María
478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos
479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán
480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán
481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos
482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe
483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria
484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada
485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam
486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino
487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo
488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración
489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento
490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías
491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva
492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor
493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios
494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores
495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania
496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.
497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento
498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote
499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra
500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo
501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra
502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)
503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto
504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías
505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda
506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo
507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías
508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí
509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo
510. La curación de un ciego
de nacimiento
511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote
512. Profecía ante un pueblo destruido
513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel
514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía
515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad
516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios
517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error
518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor
519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro
520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana
521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana
522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo
523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos
524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos
525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí
526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista
527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo
528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote
529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob
530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote
531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví
532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob
533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote
534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles
535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás
536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro
537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle
538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores
539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes
540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año
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511- En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote
Jesús está en Nob. Y debe ser desde hace poco, porque está organizándose y dividiendo en tres grupos de cuatro personas a sus doce para distribuirlos en las casas.
Él se queda con Pedro, Juan, Judas Iscariote y Simón Zelote, mientras que Santiago de Zebedeo tiene a cargo el grupo compuesto por Mateo, Judas de Alfeo y Felipe, y Bartolomé está a la cabeza del tercero, y los que a él están sujetos son Santiago de Alfeo, Andrés y Tomás.
-Iréis a donde han ofrecido recibiros, después de cenar. Volveréis aquí por la mañana y os diré lo que tenéis que hacer. En las horas de las comidas estaremos juntos.
Recordad lo que os he dicho muchas veces: que también con el modo de vivir y convivir entre vosotros y con quien os recibe debéis predicar mi Doctrina. Sed, pues, sobrios, pacientes, honestos en vuestras palabras, en vuestras acciones, en vuestras miradas, de manera que la justicia emane de vosotros como un perfume. Ya veis cómo los ojos del mundo están siempre sobre nosotros, para calumniarnos o para estudiarnos, y también por veneración.
Pero éstos son los menos entre los muchos ojos que nos observan. Y, no obstante, de estos pocos debemos tener sumo cuidado, porque sobre su fe carga el trabajo del mundo, para desmoronarla, y todo sirve al mundo como arma para destruir el amor de los buenos hacia mí, y, como consecuencia, hacia vosotros.
No ayudéis, pues, al mundo con un modo de vida no santo, y no hagáis, siendo para ellos objeto de escándalo, más pesada la fatiga de los que deben defender su fe de las insidias de mis adversarios. El escándalo deja desorientadas a las almas, las aleja, las debilita. ¡Ay de aquel apóstol que sea escándalo para las almas! Peca contra su Maestro y contra su prójimo, contra Dios y contra el rebaño de Dios. Me fío de vosotros. No hagáis que a mi dolor, que es mucho, se una otro dolor que me venga de vosotros.
-No temas, Maestro. De nosotros no recibirás dolor, a menos que Satanás nos extravíe a todos -dice Bartolomé.
Entra Anastática, que está en la cocina con Elisa, y dice:
-La cena está preparada, Maestro. Baja mientras está caliente. Te repondrás.
-Vamos.
Y Jesús se levanta y sigue a la mujer hacia abajo por la pequeña escalera que desde la habitación de arriba -donde están preparadas ya unas camas modestas-baja hasta el huertecito. Y de este entra en la cocina, alegrada por un fuego vivo.
Está el anciano Juan junto al fuego, y Elisa ajetreada con las cosas de comer. Ella se vuelve con una sonrisa materna a mirar a Jesús cuando entra, y se apresura a volcar en una bandeja grande el trigo o cebada cocidos en la leche (esto ya lo he visto hacer a María de Alfeo en Nazaret antes de la partida de Juan y Síntica).
-Mira. He tenido siempre presente que María Cleofás me dijo que te gustaba. Y había reservado la mejor miel para hacerlo también para Margziam... Siento que el niño no haya venido...
-Nique ha querido que se quedara, junto con Isaac, dado que mañana a la aurora salen, y ella aprovecha el carro hasta Jericó para llevar a cabo la misión que ya sabes...
-¿Qué misión, Maestro? -pregunta interesado Judas Iscariote.
-Una misión muy femenina. Criar a un niño. Lo único que el niño no necesita leche, sino fe, porque es un niño en el espíritu. Pero la mujer es siempre madre, y sabe hacer estas cosas. ¡Y una vez que ha comprendido!... Vale cuanto el hombre. Y con la superioridad de la fuerza de su dulzura materna.
-¡Qué bueno eres con nosotras, Maestro! -dice Elisa acariciándolo con la mirada.
-Soy veraz, Elisa. Nosotros de Israel, y no sólo nosotros, estamos acostumbrados a ver a la mujer como si fuera un ser inferior, a pensar en ella así. No. Si está sujeta al hombre, como es justicia, si en ella recae más el castigo por el pecado de Eva, si su misión está destinada a desarrollarse entre velos y penumbras, sin gestos ni gritos llamativos, si todo en ella sucede como celado bajo un entrecielo, no por ello es menos fuerte o menos capaz que los hombres.
Incluso sin traer a la memoria a las grandes mujeres de Israel, Yo os digo que hay mucha fuerza en el corazón de la mujer. En el corazón. Como para nosotros, varones, en la mente. Y os digo que está para cambiar la posición de la mujer respecto a las tradiciones, como respecto a muchas otras cosas. Y ello será justo, porque de la misma manera que Yo para los hombres todos, así, una Mujer obtendrá en modo especial para las mujeres gracia y redención.
-¿Una mujer? ¿Y, según Tú, cómo va a redimir una mujer? -y Judas de Keriot se ríe.
-En verdad te digo que Ella ya está redimiendo. ¿Tú sabes lo que es redimir?
-¡Claro que lo sé! Es liberar del pecado.
-Sí. Pero liberar del pecado no serviría de mucho, porque el Adversario es eterno y volvería a insidiar. Pero del Jardín terrenal una voz surgió, la Voz de Dios, diciendo:
"Pondré enemistad entre ti y la Mujer... Ella te aplastará la cabeza y tú acecharás su calcañar". Nada más que una asechanza, porque la Mujer tendrá, tiene en sí, aquello que vence al Adversario. Y redime, por tanto, desde que existe. Redención ya presente, aunque celada. Pero pronto se manifestará al mundo, y las mujeres se fortalecerán en Ella.
-Que Tú redimas... de acuerdo. Pero una mujer que pueda... No lo acepto, Maestro.
-¿No recuerdas a Tobías? ¿Su cántico? (Tobías l3).
-Sí. Pero habla de Jerusalén.
-¿Tiene, acaso, ya Jerusalén un Tabernáculo en que esté Dios? ¿Puede Dios asistir desde su gloria a los pecados que se consuman dentro de las murallas del Templo? Otro Tabernáculo era necesario, y que fuera santo, y que fuera estrella que recondujera los errantes al Altísimo. Y esto se da en la Corredentora, que por los siglos de los siglos exultará de ser la Madre de los redimidos. "Tú brillarás con luz espléndida. Todos los pueblos de la Tierra se postrarán ante ti. Las naciones llegarán a ti desde lejos, llevando dones, y adorarán en ti al Señor... Invocarán tu gran nombre...
Los que no te escuchen estarán entre los malditos, y benditos aquellos que se adhieran a ti... Serás feliz en tus hijos, porque ellos serán los benditos reunidos con el Señor". El verdadero cántico de la Corredentora. Y ya en el Cielo lo cantan los ángeles, que ven... La Jerusalén nueva y celeste comienza en Ella. ¡Oh, sí, esto es verdad! Y el mundo la ignora. Y la ignoran los ofuscados rabíes de Israel...
Jesús se sumerge en sus pensamientos...
-¿Pero de quién habla? -pregunta Judas Iscariote a Felipe, que está a su lado.
Antes de que Felipe responda, Elisa, que está poniendo en la mesa queso y aceitunas negras, dice, más bien con dureza:
-De su Madre habla. ¿No lo comprendes?
-Nunca he sabido que sea nombrada por los profetas como mártir... Se habla únicamente del Redentor, y...
-¿Y piensas que existe sólo la tortura de la carne? ¿Y no sabes que esa cosa no es nada, para una madre, respecto a la de ver morir a un hijo? ¡Tu mente -no hablo de tu corazón, no sé qué latido tiene, tu mente de que te jactas no te dice que un sinfín de veces una madre se sometería a la tortura y a la muerte con tal de no oír un gemido del hijo?
Hombre, tú eres hombre y conoces el saber. Yo sé ser mujer y madre; no sé otra cosa. Pero te digo que eres más ignorante que yo, porque ni siquiera conoces el corazón de tu madre...
-¡Me ofendes!
-No. Soy anciana y te aconsejo. Haz sagaz tu corazón y evitarás llanto y castigo. Haz eso, si puedes.
Los apóstoles, especialmente Judas de Alfeo, Santiago de Zebedeo, Bartolomé y el Zelote, se miran de reojo disimuladamente y agachan la cabeza para ocultar la sonrisita que aflora en sus labios por las francas palabras de Elisa al apóstol que se cree perfecto. Jesús sigue absorto y no oye nada.
Elisa se vuelve a Anastática y dice:
-Ven. Mientras terminan de comer vamos a preparar otras dos camas, porque tres son pocas -y hace ademán de querer salir.
-¡Elisa, no dejaréis la vuestra, ¿no?! -exclama Pedro -No está bien. Yo y Juan podemos dormir en las tablas. Estamos acostumbrados.
-No, Simón. Hay cañizos y esteras. Están guardados. Ahora los montamos en los caballetes.
Sale con la otra.
A los apóstoles, cansados y con el calorcito de la cocina, casi se les cae la cabeza. Jesús, apoyados el codo en la mesa y la cabeza en la mano, piensa.
Un golpe en la puerta. Tomás, que es el más cercano, se levanta vara abrir. Exclama:
-¿Tú, José? ¿Y con Nicodemo? ¡Entrad! ¡Entrad!
-Paz a ti, Maestro, y a los que están en esta casa. Vamos a Ramá, Maestro; Nicodemo me ha invitado a ir allí. Pasando, hemos dicho: Detengámonos a saludar al Maestro".
Queríamos saber si... te habían importunado más, visto que han ido a casa de José a buscarte. Te han buscado ya por todas partes, después de que has curado a aquel ciego. Es verdad que no han paseado fuera de las murallas. No han movido una silla, para no profanar el sábado. Y por eso se creen puros. Pero, para buscarte, para seguir a Bartolmái, han recorrido mucho más del máximo.
-¿Y cómo lo han sabido, si el Maestro no ha hecho nada en la calle? -pregunta Mateo.
-¡Eso! Ni siquiera nosotros hemos sabido si estaba curado. Hemos ido a la sinagoga y luego a saludar a Nique y a Isaac y a Margziam, que se quedan donde ella. Y luego, después del ocaso, rápidamente hemos venido aquí -dice Pedro.
-Vosotros no lo habéis sabido. Pero los enviados de los fariseos sí. Vosotros no lo habéis visto, pero yo sí. Dos de ellos estaban presentes cuando el Maestro tocó los ojos al ciego. Desde horas antes estaban esperando.
-¿Y eso? ¿Por qué? -pregunta Judas de Keriot con aire de inocente.
-¿A mí me lo preguntas?
-Es una cosa extraña. Por eso lo pregunto.
-Cosa más extraña es que de un tiempo a esta parte donde está el Maestro hay siempre espías.
-Los buitres van donde está el despojo; los lobos, donde el rebaño.
-Y los ladrones, donde un cómplice les señala una caravana. Es como has dicho.
-¿Qué quieres insinuar?
-Nada. Completo tu proverbio aplicándolo a los hombres.
Porque Jesús es hombre; y hombres son sus trasechadores.
-Cuenta, José, cuenta... -dicen muchos de los presentes.
-Si el Maestro quiere... he venido para contar.
-Habla -dice Jesús.
Y José narra minuciosamente todo lo que ha observado. Pero omite el detalle de que fue Judas el que habló al ciego del domicilio de Jesús.
Los comentarios son muchos, furiosos, doloridos, según los corazones. Y Judas de Keriot es el más -en aparienciaafligido e inquieto. Contra todos, y especialmente contra el ciego imprudente que ha venido a ponerse en el sendero de Jesús en día de sábado, confiando en la conocida bondad del Maestro...
-¡Pero si has sido tú el que se lo has señalado! Estaba cerca de ti y he oído -dice Felipe asombrado.
-Señalar no quiere decir ordenar hacer.
-¡Ah, te creo, que no te habrías permitido dar órdenes al Maestro!... -dice Judas Tadeo.
-¿Yo? ¡Nada que ver! Se lo he señalado sólo para pedir explicación.
-Sí. Pero señalar, a veces, es también tentar a hacer. Y esto lo has hecho -rebate Judas Tadeo.
-Eso lo dices tú, pero no es verdad -afirma Judas con desfachatez.
-¿Que no es verdad? ¿Estás completamente seguro? ¿Seguro como de vivir, de no haber hablado nunca de Jesús al ciego, de no haberlo sugestionado para que se dirigiera a Jesús, y, estás seguro, naturalmente, de no haberlo inducido a hacerlo inmediatamente, antes que Jesús dejara la ciudad? -pregunta José de Arimatea.
-¡Por supuesto! ¡Y quién ha hablado a ese hombre? Yo seguro que no. Estoy siempre con el Maestro, día y noche, y si no con Él con los compañeros...
-Creía que lo habías hecho ayer, cuando saliste con las mujeres -dice Bartolomé.
-¿Ayer? Tardé menos en ir y volver que una golondrina volando. ¿Cómo hubiera podido buscar al ciego, encontrarlo y hablar con él en tan poco tiempo?
-Quizás te encontraste con él...
-¡Jamás lo había visto!
-Entonces ese hombre es un mentiroso, porque ha afirmado que tú le habías dicho que viniera, y dónde, y cómo hacer las cosas; y le habías garantizado que Jesús le prestaría oídos y... -dice José de Arimatea.
Judas le interrumpe con violencia:
-¡Basta! ¡Basta! ¡Merece volverse ciego otra vez por todas las mentiras que dice! Yo, y puedo jurarlo por el Santo, no lo conozco nada más que de vista, y nunca he hablado con él.
-Verdaderamente basta así. Tu alma está en regla, Judas de Keriot, que no temes a Dios porque sabes que tus obras son santas. Dichoso tú... que no temes nada -le dice José, mirándolo con severidad, con unos ojos que perforan.
-No temo, no, porque no tengo pecado.
-Todos pecamos, Judas. ¡Y poco aún es si sabemos arrepentirnos después de los primeros pecados y no aumentarlos en número y en maldad! -dice Nicodemo, que hasta ahora no ha hablado.
Y luego se vuelve hacia el Maestro y dice:
-Lo penoso es que José de Seforí ha sido amenazado con ser expulsado de la sinagoga, si vuelve a hospedarte, y Bartolmái ya ha sido expulsado. Iba a ella con su padre y su madre, pero unos fariseos lo esperaban y le negaron la entrada, y lo anatematizaron.
-¡Esto ya es demasiado! ¿Hasta cuándo, Señor...? -gritan muchos de los presentes.
-¡Calma! ¡Calma! No pasa nada. Bartolmái está en el camino del Reino. ¿Qué ha perdido, pues? Está en la Luz. ¿No es, entonces, más hijo de Dios que antes? ¡Oh, no confundáis los valores! ¡Calma! ¡Calma! No iremos tampoco a casa de José... Lo que siento es que Isaac piensa llevar allí a mi Madre y a María de Alfeo... Pero, en todo caso, serían pocas horas, porque ya hay uno que ha proveído a ello.
Se dirige a Juan de Nob:
-Padre, ¿tienes miedo del Sanedrín? Ya ves lo que cuesta dar posada al Hijo del hombre... Eres anciano. Eres un fiel israelita. Podrías ser expulsado de la sinagoga en tus últimos sábados. ¿Serías capaz de soportarlo? Habla con sinceridad, y Yo, si temes, me iré. Una cueva quedará en los montes de Israel para el Hijo de Dios...
-¿Yo, Señor? ¿A quién crees que puedo temer, sino a Dios? No tengo miedo de la boca del sepulcro -es más, la miro como a cosa amiga-, ¿y crees que puedo tener miedo de la boca de los hombres? Sólo temería el juicio de Dios si, por miedo a los hombres, alejara de mí a Jesús, ¡el Cristo de Dios!
-De acuerdo. Eres un hombre justo... Me quedaré aquí... cuando no esté en las ciudades cercanas, como tengo pensado hacer todavía otra vez.
-Ve a Ramá y vienes a mi casa, Señor -dice Nicodemo.
-¿Y si te perjudica?
-¿Acaso no te invitan, por mala fe, los fariseos? ¿No podría hacerlo yo, para profundizar en tu corazón?
-Sí, Maestro. Vamos a Ramá. Mi padre se alegrará mucho, si está en casa. Y, si no está, como sucede a menudo, encontrará tu bendición a su regreso -suplica Tomás.
-El primer lugar al que iremos será Ramá, mañana...
-Maestro, nosotros te dejamos. Tenemos afuera las cabalgaduras y estaremos en Ramá antes del final de la segunda vigilia. La Luna pone blancos los caminos, como de pálido sol. Adiós, Maestro. La paz sea contigo -dice Nicodemo.
-La paz a ti, Maestro... y, escucha un consejo bueno de José el Anciano. Sé un poco astuto. Vigila alrededor de ti. Abre los ojos y cierra la boca. Haz, y no digas nunca antes lo que quieres hacer... Y no vengas a Jerusalén durante un tiempo; y, si vienes, no vayas al Templo sino el tiempo necesario para orar. ¿Me comprendes? Adiós, Maestro. La paz a ti.
José ha remarcado mucho las palabras que subrayo, y, mientras las decía, miraba intensamente a Jesús; ya simplemente su mirada era un aviso.
Salen al huertecito, blanco de luna. Desatan dos robustos asnos que estaban atados al tronco del nogal; suben a la silla y se marchan por el camino desierto y blanco...
Jesús vuelve a la cocina con los suyos...
-Pero ¿qué habrá querido decir aquí al final?
-Y ¿cómo se habrán enterado ésos?
-¿Qué le harán a José de Seforí?
-Nada. Palabras. Sólo palabras. No penséis ya más en ello. Son cosas pasadas y sin consecuencias. Vamos. Decimos la oración y nos separamos para la noche. "Padre nuestro..."».
Los bendice, los mira mientras se marchan. Luego sube, con los cuatro con que se ha quedado, a la habitación donde están las camas.
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