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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO
Autor: María Valtorta
« PARTE 4 de 7 »
TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS
Partes:
[ 1 ]
[ 2 ]
[ 3 ]
[ 4 ]
[ 5 ]
[ 6 ]
[ 7 ]
313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo
314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida
315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor
316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica
317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote
318. En barca de Tolemaida
a Tiro
319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes
320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad
321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes
322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía
323. La visita a Antigonio
324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica
325. Los ocho apóstoles se reúnen
con Jesús
cerca de Akcib
326. Un alto en Akcib
327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura
328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona
329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña
330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás
331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib
332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro
333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón
334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico
335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado
336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima
337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada
338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador
339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote
340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel
341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios
342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc
343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro
344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás
345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas
346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro
347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego
348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen
349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos
350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios
351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez
352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos
353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra
354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm
355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión
356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar
357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio
358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías
359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad
360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó
361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán
362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas
363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén
364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos
365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo
366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía
367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní
368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo
369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas
370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa
371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro
372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro
373. El día de la Parasceve.
En el Templo
374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel
375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel
376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido
377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte
378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa
379. Una premonición del
apóstol Juan
380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción
381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio
382. Un alto en casa de Nique
383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán
384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón
385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón
386. Hacia la orilla occidental
del Jordán
387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué
388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.
389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles
390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma
391. Curación del leproso Eliseo de Engadí
392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza
393. En la casa de campo de María de Keriot
394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot
395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas
396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones
397. Despedida de los fieles
de Yuttá
398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote
399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa
400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia
401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora
402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter
403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás
404. En camino hacia Emaús
de la llanura
405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel
406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles
407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos
408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea
409. El drama familiar del Anciano Juan
410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico
411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda
412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas
413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo
414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías
415. Un alto en el camino
en Betania
416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó
417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano
418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón
419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas
420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor
421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo
422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles
423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón
424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea
425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos
426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada
427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala
428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío
429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón
430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley
431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán
432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori
433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea
434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada
435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles
436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención
437. Coloquio
de Jesús con
su Madre
438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote
439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios
440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo
441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola
442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María
443. La muerte del abuelo de Margziam
444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador
445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote
446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento
447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco
448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro
449. El pequeño Alfeo desamado de su madre
450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan
451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos
452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos
453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico
454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo
455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados
456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa
457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula
458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios
459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades
460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio
461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor
462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades
463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora
464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto
465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún
466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana
467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín
468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura
469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín
470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio
471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor
472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala
473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias
474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor
475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos
476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra
477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María
478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos
479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán
480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán
481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos
482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe
483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria
484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada
485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam
486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino
487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo
488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración
489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento
490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías
491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva
492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor
493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios
494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores
495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania
496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.
497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento
498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote
499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra
500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo
501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra
502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)
503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto
504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías
505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda
506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo
507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías
508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí
509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo
510. La curación de un ciego
de nacimiento
511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote
512. Profecía ante un pueblo destruido
513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel
514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía
515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad
516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios
517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error
518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor
519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro
520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana
521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana
522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo
523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos
524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos
525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí
526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista
527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo
528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote
529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob
530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote
531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví
532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob
533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote
534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles
535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás
536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro
537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle
538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores
539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes
540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año
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438- María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote
Tiberíades está ya a la vista y las dos peregrinas, cansadas, prosiguen mientras desciende el crepúsculo.
-Dentro de poco será de noche... Y estamos todavía en medio de los campos... Dos mujeres solas... Y cerca de una ciudad grande llena de... ¡huy, qué gente! ¡Diablos, la mayor parte diablos!... -dice María de Alfeo mirando asustada a su alrededor.
-No temas, María. Belcebú no nos hará ningún mal. Sólo daña a quien lo acoge en su corazón...
-¡Pero estos paganos lo tienen!...
-En Tiberíades no hay sólo paganos, y entre los paganos también hay justos.
-¡Que no! ¡Que no tienen a nuestro Dios!...
María no rebate porque comprende que es inútil. La buena cuñada no es sino una de las muchas israelitas que se creen las únicas depositarias de la virtud... por ser israelitas.
Un momento de silencio en que se oye sólo el roce de las sandalias que calzan los pies cansados y polvorientos.
Hubiera sido mejor recorrer el camino habitual... Ése lo conocíamos... Lo recorre más gente... Éste... entre huertas, solitario... desconocido... ¡Bueno, que tengo miedo!
-¡No, María! Mira. La ciudad está allí, a dos pasos. Y aquí hay huertos tranquilos de los cultivadores de Tiberíades, y allí, a dos pasos, está la orilla. ¿Quieres que vayamos por la orilla? Encontraremos pescadores... Hay que atravesar sólo estas huertas.
-¡No, no! ¡Nos alejamos otra vez de la ciudad! Y además... los barqueros son casi todos griegos, cretenses, árabes, egipcios, romanos...-y parece como si nombrara clases infernales con cada una de estas palabras. María Santísima no puede evitar sonreír tras la sombra de su velo.
Prosiguen. El camino se transforma en una alameda; por tanto, la máxima sombra... y el ápice del miedo para María de Alfeo, que invoca a Yeohveh a cada paso que da, cada vez más lento.
-¡Venga, sé fuerte! ¡Rauda, si tienes miedo! -la anima María, que a cada invocación ha respondido: « ¡Maran Athá!».
Pero María de Alfeo se para del todo y pregunta:
-¿Pero por qué has querido venir aquí? ¿Quizás para hablar con Judas Iscariote?
-No, María. O, por lo menos, no exactamente para eso. He venido para hablar con la romana Valeria...
-¡Misericordia! ¿Vamos a su casa? ¡Ah! ¡No! ¡María! ¡No hagas eso! ¡Yo... yo ya no te acompaño! ¿Pero qué vas a hacer allí? ¡Donde ésas... donde ésas... donde esos reprobados!...
María Sanísima cambia su dulce sonrisa por una expresión seria, y pregunta:
-¿Y no recuerdas que Áurea ha de ser salvada? Mi Hijo ha comenzado su liberación. Yo la cumpliré. ¿Así practicas tú el amor hacia las almas?
-Pero no es de Israel...
-¡Verdaderamente no has entendido todavía ni una palabra de la Buena Nueva! Eres una discípula muy imperfecta... No trabajas para tu Maestro y me causas mucho dolor.
María de Alfeo agacha la cabeza... Y su corazón, lleno de los prejuicios de Israel, sí, pero congénitamente bueno, prevalece. Rompe a llorar, abraza a María y dice:
-¡Perdóname! ¡Perdóname! ¡No me digas que te causo dolor y que no sirvo a mi Jesús! ¡Sí, sí! Soy muy imperfecta, merezco reprensión... Pero no lo volveré a hacer... ¡Voy, voy! Hasta al Infierno, si vas tú a él a arrancar un alma para dársela a Jesús... Dame un beso, María, para decir que me perdonas...
María la besa y vuelven al camino, ágiles, alentadas de nuevo por el amor...
Ya están en Tiberíades, hacia el pequeño puerto de los pescadores. Buscan la casita de José, el barquero discípulo... La encuentran. Llaman...
-¡La Madre de mi Maestro! ¡Entra, Mujer! Y Dios esté contigo y conmigo que te recibo en mi casa. Entra también tú y que la paz sea contigo, madre de apóstoles.
Entran, mientras la mujer y la jovencita hija del barquero acuden para saludarlas, seguidas por un grupo de hijuelos más pequeños... Pronto toman la parca comida, y María de Cleofás, cansada, se retira con los niños de la casa. En la terraza alta, desde la cual se ve el lago -se oye, más que verse, porque no hay luna todavía -chocando en la playa con sus olas, se quedan María Santísima, el barquero y la mujer de éste, que se esfuerza en hacer buena compañía, pero que en realidad duerme cabeceando contra el pecho.
-¡Está cansada!... -la disculpa José.
-¡Pobrecilla! Las mujeres de casa están siempre cansadas por la noche.
-Sí, trabajan ellas. No son como aquéllas de allí, entregadas a la diversión -dice con desprecio el barquero, señalando a unas barcas iluminadas que se separan de la orilla entre cantos y sonidos -Ellas salen ahora. Para ellas empieza ahora la fatiga. Cuando las buenas personas duermen. Y perjudican a los que trabajan, porque van a fingir que pescan a los lugares mejores y nos echan a nosotros, que del lago sacamos el pan para la familia...
-¿Quiénes son?
-Romanas y sus semejantes. Y en las semejantes mete a Herodías, a su lujuriosa hija y también otras hebreas... Porque tenemos muchas Marías Magdalenas... Quiero decir Marías antes del arrepentimiento...
-Son infelices...
-¿Infelices? Infelices nosotros, que no las apedreamos para limpiar a Israel de esas que se han pervertido y nos acarrean las maldiciones de Dios.
Entretanto otras barcas se separan de la orilla y las luces de las barcas de los vividores rojean en el lago.
-¡Sientes qué hedor de resinas! Lo primero se embriagan con el humo, luego hacen el resto en los banquetes. Son capaces de ir a los manantiales calientes de la otra orilla... En las Termas de allí... suceden cosas de Infierno. Regresarán al alba, a la aurora, quizás más tarde... borrachos, tumbados como sacos los unos encima de los otros, hombres y mujeres; los esclavos los llevarán a sus casas, a que se les pase la orgía... ¡Esta noche es que van todas las barcas elegantes, eh! ¡Mira! ¡Mira!... Pero mi ira es más contra los judíos que se mezclan allí, que no contra ellos. ¡Ellos... ya se sabe! Animales sin recato. ¡Pero nosotros!... Mujer, ¿sabes que está aquí Judas el apóstol?
-Lo sé.
-No da buen ejemplo, ¿sabes?
-¿Por qué? ¿Va con aquéllos?...
-No... Pero... malos compañeros..., y una mujer. Yo no lo he visto... Ninguno de nosotros lo ve así. Pero unos fariseos se han mofado de nosotros diciéndonos: "Vuestro apóstol ha cambiado de maestro. Ahora tiene una mujer y está en buena compañía de publicanos".
-No juzgues, José, sobre lo que solamente has oído referir. Tú sabes que los fariseos no os aman y que tampoco alaban al Maestro.
-Eso es verdad... Pero la voz circula... y daña...
-De la misma forma que ha empezado terminará. Tú no peques contra tu hermano. ¿Sabes en qué casa está?
-Sí. En casa de un amigo, creo. Uno que tiene un almacén de vinos y especias. El tercer almacén del lado de oriente del mercado, después de la fuente...
-¿Todas las romanas son iguales?
-¡Más o menos!... Aunque eviten ser vistas, hacen el mal.
-¿Quiénes son las que evitan ser vistas?
-Las que fueron a casa de Lázaro en Pascua. Están más retiradas... Quiero decir que no siempre van a los banquetes. Pero en todo caso van lo suficiente como para poder decir que son impuras.
-¿Pero hablas así porque estás seguro de ello, o porque tu prejuicio hebreo te hace hablar así? Examínate de verdad...
-Bueno... en realidad... no sé... No las he vuelto a ver en las barcas de los inmundos... Pero van en barca de noche por el lago.
-Tú también vas.
-¡Claro! ¡Si quiero pescar!
-El calor es muy fuerte. Sólo hay alivio en el lago de noche. Son tus palabras mientras cenábamos.
-Es verdad.
-¿Y entonces, por qué no pensar que ellas también van por este motivo por el lago?
El hombre calla... Luego dice:
-Es tarde. Las estrellas dicen que es la segunda vigilia. Me voy a retirar, Mujer. ¿No vienes?
-No. Me quedo aquí en oración. Saldré pronto. No te asombres si no me ves al alba.
-Eres dueña de hacer lo que quieras. ¡Ana! ¡Venga! ¡Vamos a la cama! -y menea a su mujer, que duerme profundamente. Se marchan.
María se queda sola... Se arrodilla y ora, ora, ora... pero no pierde nunca de vista las barcas que surcan el lago, las barcas de los señores, las que navegan llenas de luz, entre flores, cantos e inciensos... Muchas van, van, van hacia oriente, se hacen pequeñas en la lejanía... y el sonido de los cantos ya no llega. Queda, solitaria, una barca, ante Tiberíades, resplandeciente en medio del lago luminoso por la luna menguante. Navega lentamente hacia arriba y hacia abajo... María la observa hasta que la ve volver la proa hacia la orilla.
Entonces se pone de pie y dice:
-¡Señor, ayúdame! Haz que sea...
Y desciende ágil la pequeña escalera, y entra despacio en una habitación que tiene la puerta entornada... Al blanco claror de la luna es posible distinguir un lecho. María se inclina hacia él y llama:
-¡María! ¡María! ¡Despiértate! ¡Vamos!
María de Alfeo se despierta y, atónita por el sueño, pregunta mientras se restriega los ojos:
-¿Ya es hora de marcharnos? ¡Qué pronto se ha hecho de día!
Está tan adormilada, que ni siquiera comprende que no es luz de alba sino de luna la tenue fosforescencia que entra por la puerta abierta. Pero se da cuenta de esto cuando está fuera, en el pequeño pedazo de tierra cultivada que hay delante de la casa del barquero.
-¡Pero si es de noche! -exclama.
-Sí. Pero vamos a acortar el tiempo y a salir antes de esta ciudad... al menos eso espero. ¡Ven! Por aquí, siguiendo la orilla. ¡Apresúrate! Antes de que la barca toque tierra...
-¿La barca? ¿Qué barca? -pregunta María. Pero corre detrás de la Virgen, que va muy deprisa por la orilla desierta en dirección al pequeño espigón hacia el que se dirige la barca.
Llegan, jadeantes, unos instantes antes que ésta... María agudiza la mirada. Exclama:
-¡Alabado sea Dios! Son ellas. Ahora ven detrás de mí... porque hay que ir a donde vayan ellas... No sé dónde viven...
-¡Pero María... por piedad!... ¡Nos van a tomar por meretrices! ...
La Purísima menea la cabeza y susurra:
-Basta con no serlo. ¡Ven! -y la lleva a la penumbra de una casa.
La barca arriba, y, mientras hace las maniobras para abordar, una litera que estaba esperando cerca y que ahora estaban acercando, se detiene. Suben a ella dos mujeres, mientras que otras dos se quedan abajo y van andando al lado de la litera. La litera se pone en movimiento al paso cadencioso de cuatro númidas vestidos con una cortísima túnica sin mangas que apenas si les cubre el torso...
Y María detrás, a pesar de las protestas medio veladas de María de Alfeo:
-¡Dos mujeres solas!... ¡Detrás de ésos! Están medio desnudos... ¡Válgame Dios!...
Pocos metros de camino y luego la litera se detiene. Baja una mujer, mientras el guía llama a un portal.
-¡Adiós, Lidia!
-¡Adiós, Valeria! Acaricia a Faustina por mí. Mañana par la noche volveremos a leer en tranquilidad, mientras los otros juerguean.
El portal se abre, y Valeria, con su esclava o liberta, está ya para entrar.
María va hacia ella y dice:
-¡Señora! ¡Una palabra!
Valeria mira a las dos mujeres envueltas en un manto hebreo, muy sencillo y que cubre mucho el rostro, y cree que son unas mendigas. Ordena:
-¡Bárbara, da el óbolo!
-No, señora. No pido dinero. Soy la Madre de Jesús de Nazaret y ésta es mi pariente. Vengo en su Nombre para solicitarte una cosa.
-¡Dómina! Quizás… es que persiguen a tu Hijo...
-No más de lo habitual. Pero Él querría...
-Entra, Dómina. No es digno que te quedes en la calle como una mendiga.
-No. Lo digo pronto, si me escuchas en secreto...
-¡Fuera todos vosotros! -ordena Valeria a la esclava, o quizás liberta, y a los porteros -Estamos solas. ¿Qué quiere el Maestro? Yo no he ido por no ser causa de mal para Él en su ciudad. ¿Y Él? ¿No ha venido por no causarme daño ante mi esposo?
-No. Por consejo mío. A mi Hijo lo odian, señora.
-Lo sé.
-Encuentra consuelo sólo en su misión.
-Lo sé.
-No pide honores ni soldados, no aspira a reinos ni a riquezas. Pero hace valer su derecho sobre los espíritus.
-Lo sé.
-Señora... El debería traerte a aquella niña... Pero, y no te enojes si te lo digo, aquí ella no podría hacer que su espíritu fuera de Jesús. Tú eres mejor que las otras... Pero alrededor de ti... demasiado vivo está el fango del mundo.
-Es verdad. ¿Y entonces?
-Tú eres madre... Mi Hijo tiene sentimientos de padre para con todos los espíritus. ¿Soportarías tú que tu hija creciera en medio de quienes podrían causar su ruina?...
-No. Y he comprendido... Bueno, pues... di a tu Hijo estas palabras: "En recuerdo de Faustina, salvada en la carne, Valeria te deja a Áurea para que salves su espíritu...".
¡Es cierto! Estamos demasiado pervertidos como para inspirar confianza a un santo... ¡Señora, ora por mí! -y se retira antes de que María pueda darle las gracias. Se retira, yo diría, llorando...
María de Alfeo se ha quedado de piedra.
-Vamos, María... Mañana al anochecer partimos y al caer de la tarde estaremos en Nazaret...
-Vamos... La ha cedido como... como una cosa...
-Para ellos es una cosa. Para nosotras es un alma. Ven. Mira... Ya blanquea el cielo allá en el fondo. Se puede decir que no hay noche en este mes...
Van, en vez de por el camino de la orilla, por el que se abre ante ellas no ya en penumbra. Un camino que va por detrás de una fila de casitas modestas... Cuando están a la mitad del recorrido, de detrás de una esquina sale Judas, visiblemente embriagado; un Judas que viene de quién sabe qué festín, despeinado, arrugadas las vestiduras, el rostro ajado.
-¡Judas! ¿Tú? ¿En este estado?
A Judas no le da tiempo a fingir que no la conoce, tampoco puede huir... La sorpresa le aclara la mente y lo clava donde está, sin reacción.
María se le acerca, venciendo la repugnancia que despierta en ella el aspecto del apóstol, y le dice:
-Judas, desgraciado hijo, ¿qué haces? ¿No piensas en Dios? ¿En tu alma? ¿En tu madre? ¿Qué haces, Judas? ¿Por qué quieres ser pecador? ¡Mírame, Judas! No tienes derecho a matar tu alma... -y lo toca, tratando de tomarle una mano.
-Déjame tranquilo. Al fin y al cabo soy un hombre. Y... y soy libre de hacer lo que todos hacen. Dile a Él, que te manda para espiarme, que no soy todavía todo espíritu, y que soy joven.
-No eres libre de destruirte. ¡Judas, ten piedad de ti mismo!... Actuando así no serás nunca un espíritu santo... Judas... Él no me ha mandado para espiarte. Él ora por ti, sólo eso, y yo con Él. En nombre de tu madre...
-Déjame tranquilo -dice Judas con descortesía. Y luego, quizás sintiéndose ruin, corrige: «No merezco tu piedad... Adiós...» y huye...
-¡Qué demonio!... Se lo voy a decir a Jesús -exclama María de Alfeo. ¡Tiene razón mi Judas!
-Tú no dirás nada a nadie. Orarás por él, eso sí...
-¿Lloras? ¿Lloras por él? ¡Oh!...
-Lloro... Me sentía feliz de haber salvado a Áurea... Ahora lloro porque Judas es pecador. Pero a Jesús, que está muy afligido, le llevaremos sólo la noticia hermosa.
Y le arrebataremos, con penitencias y oraciones, el pecador a Satanás... ¡Como si fuera hijo nuestro, María!
¡Como si fuera hijo nuestro!... Tú también eres madre, y sabes... Por esa madre infeliz, por esta alma pecadora, por nuestro Jesús...
-Sí, oraré... Pero no creo que él lo merezca...
-¡María! No digas eso...
-No lo digo. Pero... es así. ¿No vamos a casa de Juana?
-No. Iremos pronto a su casa con Jesús...
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