Wednesday December 18,2024
Iniciar pagina principal Quienes somos y que hacemos Mision principal del sitio en internet Como rezar el santo rosario, oraciones, etc. Base de datos de documentos recopilados Servicio de asesoria via e-mail. Calendario de eventos en el bimestre Personas para establecer contacto
 

EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO


El Evangelio como me ha sido revelado

Autor: María Valtorta

« PARTE 4 de 7 »

TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS

Partes: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ]
[ 4 ] [ 5 ] [ 6 ] [ 7 ]



313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo

314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida

315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor

316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica

317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote

318. En barca de Tolemaida
a Tiro

319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes

320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad

321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes

322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía

323. La visita a Antigonio

324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica

325. Los ocho apóstoles se reúnen con Jesús
cerca de Akcib

326. Un alto en Akcib

327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura

328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona

329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña

330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás

331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib

332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro

333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón

334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico

335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado

336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima

337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada

338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador

339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote

340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel

341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios

342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc

343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro

344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás

345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas

346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro

347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego

348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen

349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos

350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios

351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez

352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos

353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra

354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm

355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión

356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar

357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio

358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías

359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad

360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó

361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán

362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas

363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén

364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos

365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo

366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía

367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní

368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo

369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas

370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa

371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro

372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro

373. El día de la Parasceve.
En el Templo

374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel

375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel

376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido

377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte

378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa

379. Una premonición del
apóstol Juan

380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción

381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio

382. Un alto en casa de Nique

383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán

384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón

385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón

386. Hacia la orilla occidental
del Jordán

387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué

388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.

389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles

390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma

391. Curación del leproso Eliseo de Engadí

392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza

393. En la casa de campo de María de Keriot

394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot

395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas

396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones

397. Despedida de los fieles
de Yuttá

398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote

399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa

400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia

401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora

402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter

403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás

404. En camino hacia Emaús
de la llanura

405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel

406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles

407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos

408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea

409. El drama familiar del Anciano Juan

410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico

411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda

412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas

413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo

414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías

415. Un alto en el camino
en Betania

416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó

417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano

418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón

419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas

420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor

421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo

422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles

423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón

424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea

425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos

426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada

427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala

428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío

429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón

430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley

431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán

432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori

433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea

434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada

435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles

436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención

437. Coloquio
de Jesús con su Madre

438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote

439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios

440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo

441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola

442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María

443. La muerte del abuelo de Margziam

444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador

445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote

446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento

447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco

448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro

449. El pequeño Alfeo desamado de su madre

450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan

451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos

452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos

453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico

454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo

455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados

456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa

457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula

458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios

459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades

460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio

461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor

462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades

463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora

464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto

465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún

466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana

467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín

468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura

469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín

470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio

471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor

472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala

473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias

474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor

475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos

476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra

477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María

478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos

479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán

480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán

481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos

482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe

483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria

484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada

485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam

486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino

487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo

488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración

489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento

490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías

491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva

492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor

493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios

494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores

495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania

496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.

497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento

498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote

499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra

500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo

501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra

502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)

503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto

504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías

505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda

506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo

507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías

508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí

509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo

510. La curación de un ciego
de nacimiento

511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote

512. Profecía ante un pueblo destruido

513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel

514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía

515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad

516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios

517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error

518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor

519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro

520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana

521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana

522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo

523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos

524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos

525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí

526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista

527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo

528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote

529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob

530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote

531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví

532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob

533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote

534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles

535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás

536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro

537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle

538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores

539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes

540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año

 

494- La mujer adúltera y la hipocresía
de sus acusadores


Veo el interior del recinto del Templo, o sea, uno de los muchos patios rodeados de pórticos. Y veo también a Jesús, el cual, muy arropado en su manto, que lo envuelve encima de la túnica -no blanca, sino roja oscura (parece un tejido de lana gruesa)-habla a un grupo de gente que está en torno a Él.

Yo diría que es un día invernal, porque veo que todos están muy arropados en sus mantos; y que hace más bien frío, porque en vez de estar parados, todos caminan deprisa como para entrar en calor. Hace viento, un viento que agita los mantos y levanta el polvo de los patios.

El grupo que se apiña en torno a Jesús -único grupo parado, mientras que todos los otros grupos, en torno a éste o a aquel maestro, van y vienen-se abre para dejar pasar a un pelotón de escribas y fariseos, gesticulantes y más venenosos que nunca. Lanzan veneno a través de la mirada, a través del color de la cara, por la boca.

¡Que víboras! Más que conducir, arrastran a una mujer de unos treinta años, despeinada, que lleva desordenados sus vestidos como persona maltratada. La mujer llora. La arrojan a los pies de Jesús como si fuera un montón de andrajos o despojos muertos. Y ella se queda ahí, acurrucada, apoyado el rostro en los dos brazos, oculto por éstos, que le hacen de almohada entre la cara y el suelo.

-Maestro, ésta ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Su marido la amaba y no permitía que nada le faltara. Ella era reina en su casa. Y ha traicionado a su marido porque es una pecadora, una viciosa, una ingrata, una profanadora. Adúltera es, y como tal debe ser lapidada. Moisés lo dijo. En su ley manda que las que son como ésta sean lapidadas como animales inmundos. Y son inmundas.

Porque traicionan la fidelidad y al hombre que las ama y las cuida, porque como tierra nunca saciada siempre están hambrientas de lujuria. Son peores que las meretrices, porque sin el aguijón de la necesidad se dan para dar alimento a su impudicia. Están corrompidas. Son contaminadoras. Deben ser condenadas a muerte. Moisés lo dijo. Y Tú, Maestro, ¿qué dices?»

Jesús -que había dejado de hablar al llegar tumultuosos los fariseos, y que había mirado a la jauría aviesa con mirada penetrante y luego había bajado su mirada hacia la mujer humillada, arrojada a sus pies calla. Se ha agachado, quedando en posición de sentado, y escribe con un dedo en las piedras del pórtico, que el polvo levantado por el viento cubre de tierrilla. Ellos hablan y Él escribe.

-¡Maestro! Hablamos contigo. Escúchanos. Respóndenos. ¿No has comprendido? Esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. En su casa. En el lecho de su marido. Ella lo ha manchado con su libídine.
Jesús escribe.

-¡Pero este hombre es un deficiente! ¿No veis que no entiende nada y que está trazando signos en la tierra como un pobre demente?

-Maestro, por tu buena reputación, habla. Que tu sabiduría responda a nuestra pregunta. Te repetimos: a esta mujer no le faltaba nada; tenía vestidos, comida, amor; y ha traicionado.
Jesús escribe.

-Ha mentido al hombre que confiaba en ella. Con boca mendaz lo ha saludado y con la sonrisa lo ha acompañado a la puerta, y luego ha abierto la puerta secreta y ha admitido a su amante. Y, mientras su marido estaba ausente para trabajar para ella, ella, como un animal inmundo, se ha revolcado en su lujuria.
 
-Maestro, es una profanadora, no sólo del tálamo sino también de la Ley; una rebelde, una sacrílega, una blasfema.

Jesús escribe. Escribe, y borra, con el pie calzado con sandalia, lo escrito; y escribe más allá, volviéndose despacio en torno a sí buscando espacio nuevo. Parece un niño jugando. Pero lo que escribe no son palabras de juego; ha ido escribiendo: «Usurero», «Falso», «Hijo irreverente», «Fornicador», «Asesino», «Profanador de la Ley», «Ladrón», «Lujurioso», «Usurpador», «Marido y padre indigno», «Blasfemo», «Rebelde contra Dios», «Adúltero». Escrito una y otra vez, mientras nuevos acusadores siguen hablando.

-¡Pero, en fin, Maestro! Tu juicio. Esta mujer debe ser juzgada. No puede con su peso contaminar la Tierra. Su aliento es veneno que turba los corazones.

Jesús se alza. ¡Misericordia! ¡Qué rostro! Es todo un fulgir de relámpagos lanzados contra los acusadores. Tiene tan erguida la cabeza, que parece aún más alto. Tan severo y solemne se manifiesta, que parece un rey en su trono. El manto se le ha descolgado de un hombro y forma una ligera cola tras Él; pero Él no se preocupa de ello.

Serio el rostro, sin la más lejana huella de sonrisa en la boca y en los ojos, planta éstos en la cara de la gente, que retrocede como frente a dos puñales puntiagudos. Mira fijamente a cada uno. Con una intensidad de escudriñamiento que produce miedo. Los mirados tratan de retroceder entre la gente y de esconderse entre ella. El círculo, así, se ensancha y se disgrega como minado por una fuerza oculta.

Hasta que habla:
-Quien de vosotros esté sin pecado que tire contra la mujer la primera piedra.

Y la voz es un trueno, acompañado de un aún más vivo centelleo de la mirada. Jesús ha recogido los brazos sobre el pecho, y está así, erguido como un juez, esperando. Su mirada no da paz; hurga, penetra, acusa.

Primero uno, luego dos, luego cinco, luego en grupos, los presentes se alejan cabizcaídos. No sólo los escribas y los fariseos, sino también los que estaban antes en torno a Jesús y otros que se habían acercado para oír el juicio y la condena y que, tanto aquéllos como éstos, se habían unido para injuriar a la culpable y pedir la lapidación. Se queda sólo con Pedro y Juan. No veo a los otros apóstoles.

Jesús se ha vuelto a poner a escribir, mientras se produce la fuga de los acusadores; ahora escribe: «Fariseos», «Víboras», «Sepulcros de podredumbre», «Embusteros», «Traidores», «Enemigos de Dios», «Insultadores de su Verbo»...

Una vez que todo el patio se ha vaciado y se ha hecho un gran silencio -no quedando sino el frufrú del viento y el susurro de una pequeña fuente en un ángulo-, Jesús alza la cabeza y mira. Ahora su rostro se ha calmado. Es un rostro triste, pero ya no está airado. Mira un momento a Pedro, que se ha alejado ligeramente y se ha apoyado en una columna; y también a Juan, que, casi detrás de Jesús, lo mira con su mirada cariñosa. Hay en Jesús un asomo de sonrisa al mirar a Pedro, y una sonrisa más marcada al mirar a Juan. Dos sonrisas distintas.

Luego mira a la mujer, todavía postrada y llorosa, a sus pies. La observa. Se alza, se coloca el manto, como si fuera a ponerse en camino. Hace una señal a los dos apóstoles para que se encaminen hacia la salida.
Cuando está solo, llama a la mujer.

-Mujer, escúchame. Mírame.
Repite la orden, porque ella no se atreve a alzar la cara.
-Mujer, estamos solos; mírame.
La desdichada alza la cara, en que el llanto y la tierra han creado una máscara de abatimiento.
-¿Dónde están, mujer, los que te acusaban? Jesús habla en tono bajo, con seriedad compasiva; tiene el rostro y el cuerpo levemente inclinados hacia el suelo, hacia esa miseria. Una expresión indulgente y sanadora llena su mirada.

-¿Ninguno te ha condenado?

La mujer, entre un sollozo y otro, responde:
-Ninguno, Maestro.

-Y tampoco Yo te condenaré. Ve. Y no peques más. Ve a tu casa. Y gánate el perdón. El de Dios y el del ofendido. No abuses de la benignidad del Señor. Ve.

Y la ayuda a levantarse tomándola de una mano. Pero no la bendice ni le da la paz. La mira mientras se pone en camino, cabizbaja, levemente tambaleante bajo el peso de su vergüenza; y luego, cuando ya no se la ve, se pone a su vez en camino con sus discípulos.

Dice Jesús:

-Lo que me hería era la falta de caridad y de sinceridad en los acusadores. No que acusaran con falsedad. La mujer era realmente culpable. Pero eran insinceros al escandalizarse de algo que ellos habían cometido mil veces y que sólo una mayor astucia y una mayor suerte habían permitido que quedase oculto. La mujer, en su primer pecado, había sido menos astuta y había tenido menos suerte. Pero ninguno de sus acusadores y acusadoras -porque también las mujeres la acusaban en el fondo del corazón, aunque no alzaran su palabra, estaba libre de culpa.

Adúltero es el que pasa al acto y el que a él se inclina y lo desea con todas sus fuerzas. La lujuria está tanto en quien peca como en quien desea pecar. Recuerda, María, la primera palabra de tu Maestro, cuando te llamé desde el borde del precipicio en que estabas:

"No basta no hacer el mal, también hay que no desear hacerlo". El que acaricia pensamientos de sensualidad y suscita con lecturas y espectáculos buscados de propósito y con hábitos malsanos sensaciones de la carne es tan impuro como el que comete materialmente la culpa. Digo incluso: es mayormente culpable. Porque va con el pensamiento contra la naturaleza, además de contra la moral.

Y no hablo siquiera de aquel que pasa a verdaderos actos contrarios a la naturaleza. El único atenuante de éste es una enfermedad orgánica o psíquica. El que no tiene este atenuante es diez veces inferior al animal más sucio.

Para condenar con justicia se requeriría la ausencia de toda culpa. Os remito a dictados anteriores, cuando hablo de las condiciones esenciales para ser juez. No me eran desconocidos los corazones de aquellos fariseos y de aquellos escribas; ni los de los que se habían unido a ellos en el ataque contra la culpable. Pecadores contra Dios y contra el prójimo, había en ellos culpas contra el culto, culpas contra los padres, culpas contra el prójimo, culpas, especialmente numerosas, contra sus esposas. Si, por un milagro, hubiera ordenado a su sangre escribir en su frente su pecado, entre las muchas acusaciones habría imperado la de "adúlteros" de hecho o de deseo.  

Yo dije: "Lo que contamina al hombre es lo que viene del corazón". Y, aparte de mi corazón, no había ninguno entre los jueces que tuviera el corazón incontaminado. Sin sinceridad ni caridad. Ni siquiera el hecho de ser semejantes a ella en el hambre concupiscente los inducía a la caridad. Yo era el que tenía caridad con la humillada.

Yo, el único que habría debido sentir asco. Pero, recordad esto: que cuanto más bueno es uno, más compasivo es para con los culpables. No es indulgente con la culpa en sí misma. Eso no. Pero se compadece de los débiles que a la culpa no han sabido resistir.

¡El hombre! ¡Oh!, fácil de ser plegado -más que una frágil caña y que un delgado convólvulo-por la tentación y ser movido a abrazarse a aquello en que espera hallar confortación. Porque muchas veces la culpa se produce, especialmente en el sexo más débil, por esta búsqueda de confortación.

Por eso Yo digo que el que carece de afecto hacia su mujer, y también hacia la propia hija, es en noventa de cien partes responsable de la culpa de su mujer o de su hija, por quienes responderá. Tanto el afecto estúpido -que es sólo estúpida esclavitud de un hombre para con una mujer o de un padre para con una hija-, como el desatender los afectos -o, peor, una culpa de propia libídine que lleva a un marido a otros amores y a unos padres a otros cuidados que no son los hijos-son fómite para adulterio y prostitución. Y, como tales, Yo los condeno.

Sois seres dotados de razón y guiados por una ley divina y por una ley moral. Rebajarse, por tanto, a una conducta de salvajes o de animales debería causar horror a vuestra gran soberbia. Pero la soberbia, que, en este caso, sería incluso útil, vosotros la tenéis para cosas muy distintas.

Miré a Pedro y a Juan de forma distinta, porque al primero, hombre, quise decirle: "Pedro, no carezcas tú también de caridad y de sinceridad", y decirle también, como a futuro Pontífice mío: "Recuerda esta hora y juzga, en el futuro, como tu Maestro"; mientras que al segundo, joven de alma de niño, quise decirle: "Tú puedes juzgar y no juzgas, porque tienes mi mismo corazón. Gracias, amado, porque eres tan mío que eres un segundo Yo".

Alejé a los dos antes de llamar a la mujer para no aumentar su mortificación con la presencia de dos testigos. Aprended, hombres sin piedad. Aunque uno sea culpable, ha de ser tratado con respeto y caridad. No alegrarse de su aniquilamiento. No ensañarse contra él, ni siquiera con miradas curiosas. ¡Piedad, piedad para el que cae!

A la culpable le indico el camino que debe seguir para redimirse. Volver a su casa, humildemente pedir perdón y obtenerlo con una vida recta, no volver a ceder a la carne, no abusar de la bondad divina y de la bondad humana, para no pagar más duramente que entonces la dúplice o múltiple culpa. Dios perdona, y perdona porque es la Bondad. Pero el hombre, a pesar de haber dicho Yo: "Perdona a tu hermano setenta veces siete", no sabe perdonar dos veces.

No le di paz y bendición porque no había en ella aquella completa separación de su pecado, y ello se requiere para ser perdonados. En su carne, y, por desgracia, en su corazón, no había náusea por el pecado. María de Magdala, saboreado mi Verbo, había sentido repulsa por el pecado y había venido a mí con la voluntad total de ser otra. En ésta había todavía vacilación entre las voces de la carne y las del espíritu. Y, además, en la turbación del momento, no había podido poner todavía la segur contra el tronco de la carne y cortarlo para ir, mutilado su peso de avidez, al Reino de Dios; mutilado lo que significaba destrucción, pero crecido en ella lo que significaba salvación.

¿Quieres saber si luego se salvó? No para todos fui Salvador. Para todos lo quise ser, pero no lo fui, porque no todos tuvieron la voluntad de ser salvados. Y éste fue uno de los más penetrantes dardos de mi agonía del Getsemaní.

Ve en paz tú, María de María, y no quieras ya pecar ni siquiera en las cosas insignificantes. Bajo el manto de María está sólo lo puro; recuérdalo.

   


[Inicio] [ Blog] [Mision] [El Rosario] [Documentos] [Asesorias] [ Política de Privacidad] [Contacto ]

Copyright © 2022 Maria Luz Divina