5.2» Eucaristía, presencia plena de Dios
La adoración eucarística alcanza una dimensión nueva
Autor: P. Angel Peña O.A.R
San Antonio María Claret se acercaba todo lo que podía al sagrario, permaneciendo allí como extático.
Y decía: Delante del Santísimo Sacramento siento una fe tan viva que no lo puedo explicar. Casi se me hace sensible18.
Proháskza escribió:
Hay quienes dicen: Voy al bosque para rezar mejor; voy a la orilla del mar, porque allí siento la infinidad de Dios...
Yo os digo: Me voy delante del Santísimo Sacramento; porque, si rezo, quiero sentir más cerca a Dios y esto en ninguna parte lo experimento tanto como aquí delante del sagrario19.
Ciertamente, uno puede rezar en cualquier parte; pero, como dice el Papa Benedicto XVI:
Si sólo se diera esto, la iniciativa de la oración sería solamente nuestra y Dios sería, en ese caso, un postulado de nuestro pensamiento y, aunque contestara, aunque quisiera y pudiera contestar, el horizonte permanecería abierto.
Pero la Eucaristía significa que Dios ha respondido y que la propia Eucaristía es Dios hecho respuesta, ella es su presencia que responde.
Ahora la iniciativa de la relación entre Dios y el hombre ya no se encuentra en nosotros, sino en Él y, por eso, solamente ahora podemos considerarla realmente en serio.
Por ello, la oración, en el marco de la adoración eucarística, alcanza una dimensión completamente nueva: Sólo ahora reúne los dos planos (hombre y Dios) y sólo ahora es realmente auténtica...
Y, al orar ante la presencia eucarística, nunca estamos solos, pues con nosotros siempre estará orando toda la Iglesia20.
Antes de que existiera la cercanía de Dios en la Eucaristía, el hombre debía tener la iniciativa y buscar a Dios.
En todos los pueblos había templos para orar o lugares sagrados, pero sin la presencia viva de Dios.
Ahora Dios nos ama tanto que ha querido ser Él quien nos busque y nos espere.
Por eso, se pasa tantas horas y tantos días, esperándonos tan cerca, en nuestras iglesias.
En el libro del Éxodo ya manifiesta Dios su deseo de estar cerca de nosotros.
Se manifestaba a Moisés en la tienda del encuentro, que él instalaba fuera del campamento. Y Dios se manifestaba por medio de una columna de nube y Yahvé hablaba con Moisés cara a cara como habla un hombre con su amigo (Ex 33, 11).
Esta tienda del encuentro podemos considerarla como una figura de lo que sería el sagrario de nuestras iglesias, donde podemos ir a encontrarnos cara a cara con nuestro Dios, sin necesidad de sacar cita previa.
Antes de ir, Él ya nos está esperando. Por esto mismo, podemos decir nosotros lo que decían aquellos judíos del antiguo Testamento:
¿Qué nación hay tan grande que tenga dioses tan cercanos a ella como lo está de nosotros nuestro Dios? (Det 4, 7).
Por supuesto que nosotros no somos santos y, a veces, podemos estar delante de Jesús sacramentado y no sentir nada; quizás, porque nuestra fe es pequeña o también porque Dios permite que estemos insensibles para vivir sólo de la fe.
Pero lo cierto es que, con mucha frecuencia, se siente la presencia viva de Jesús a través de una gran paz interior.
Por eso, los católicos que visitan frecuentemente a Jesús Eucaristía se sienten atraídos por él como por una fuerza invisible y ya no lo pueden dejar. Poco a poco, se enamoran de Jesús sacramentado.
Sin embargo, no hay que esperar siempre consolaciones sensibles o experiencias de amor de Jesús. Basta con saber que Él está ahí como nos lo dice el mismo Jesús, que no puede mentir:
Éste es mi cuerpo… Ésta es mi sangre (Mt 26, 26-28). Yo soy el pan de vida…, el que come de este pan vivirá para siempre y el pan que yo le daré es mi carne, vida del mundo (Jn 6, 48-51).
Es triste que haya muchos católicos que son vecinos de Jesús, que viven muy cerca de Jesús, y no tengan tiempo para ir a visitarlo.
Por eso, al menos, al pasar delante de una iglesia, tengamos el detalle de saludar a distancia a Jesús.
Y, cuando por enfermedad o vejez no podamos salir de casa, pensemos que podemos hacerle visitas espirituales, pensando en el sagrario más cercano. E, incluso, podemos pedir que algún ministro extraordinario de la comunión venga a nuestra casa para poder recibir a Jesús en comunión.
En ese momento, pensemos que debemos hacerle un recibimiento lo mejor posible, colocando una mesita con un mantel nuevo, una vela encendida… Y todo aquello que nos dicte nuestro amor a Jesús.
¡Cuántas gracias reciben los ministros de la Eucaristía que llevan a Jesús a los enfermos por la calle, acompañados de millones de ángeles!
Y ¡cuántas gracias recibirán también los sacerdotes, religiosas y empleados, que viven bajo el mismo techo de Jesús, en las parroquias y conventos!
El Papa Pablo VI, en la encíclica Mysterium fidei, decía que Cristo está presente en la Palabra de Dios y en la Iglesia, pero es muy distinto el modo verdaderamente sublime con el que Cristo está presente en el sacramento de la Eucaristía.
Tal presencia se llama real; no por exclusión, como si las otras no fueran reales, sino por antonomasia, porque es también corporal y sustancial, ya que por ella ciertamente se hace presente Cristo, Dios y hombre, entero e íntegro (No. 21-22).
Por eso, podemos decir: Las devociones de la Iglesia católica son todas bellas, todas santas, pero la devoción al Santísimo Sacramento es, entre todas ellas, la más sublime, la más tierna y la más eficaz21.
De ahí que todo lo que hagamos para demostrarle a Jesús sacramentado nuestro amor será poco. Él se merece más, porque es nuestro Dios y Señor.
Él nos espera cada día en el sagrario con la puerta abierta y los brazos abiertos ¿Hasta cuándo?
18 Autobiografía, Ed Claret, Barcelona, 1985, p. 367.
19 Tihamer Toth, Eucaristía¸Ed. Atenas, Madrid, 1994, p. 229.
20 Ratzinger Joseph, Eucaristía, centro de la vida, Ed. Edicep, Valencia, 2003, p. 99.
21 San Pío X a la adoración nocturna española el 6-VIII-1908.