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Parte 6
Autor: P. Angel Peña O.A.R
Una hermosa niña de cinco años y medio comenzó a invocar a su ángel custodio desde que sus abuelos le enseñaron la oración al ángel.
A los ocho años, un día, tenía que dar sus exámenes en la escuela. Las matemáticas eran su problema, porque se ponía muy nerviosa.
El primer día, el examen de matemáticas fue un fracaso total. Para el segundo día estaba asustada y pensó en no ir a la escuela, pero oyó una voz dulce y cariñosa que le dijo:
No tengas miedo, reza y superarás el examen. Ella, siguiendo el consejo de aquella voz, se encerró en un lugar solitario de la casa y rezó con devoción a Dios.
Después, se fue tranquila y confiada a la escuela. Aquel día, el examen fue brillante, pues su problema era, sobre todo, de miedo y angustia.
Transcurrieron los años. Cuando tenía 18 años, un día subió a la cima del Trou des Romains, una antigua mina romana de Suiza.
La subida fue fácil, pero a la bajada quiso ir por otro camino. Y, cuando se dio cuenta, ya era demasiado tarde para regresar por el camino conocido.
Se vio ante la disyuntiva de pasar allí la noche o de seguir adelante y pasar por un lugar donde la montaña estaba cortada a pico y era muy difícil el paso, con peligro de caer y morir.
En ese momento, escuchó de nuevo la voz amiga del ángel que le dijo: Reza.
Tomó el librito la Imitación de Cristo, que siempre llevaba consigo, y se detuvo a orar unos momentos.
A continuación, avanzó despacio, agarrándose como podía a las hendiduras de las rocas hasta que pudo pasar y estar a salvo; encontrando rápidamente un camino que la llevó al pueblo cercano.
Desde los veinte años, comenzó a tener una especial devoción a san Miguel arcángel, con quien hizo un pacto de amistad y confianza.
Ahora, ya llegada a la edad madura, sigue caminando por la vida con la ayuda de los ángeles45.
Paola Giovetti, conocida periodista italiana y escritora de varios libros, cuenta que, cuando tenía tres o cuatro años, era una niña muy miedosa.
Era el tiempo de la segunda guerra mundial y, con frecuencia, era despertada de noche para llevarla a los refugios antiaéreos.
Y dice:
Una noche me desperté y en la oscuridad de la habitación vi una claridad frente a mí. Me senté para ver mejor y me di cuenta de que había un hombre joven, vestido con una túnica blanca, cabellos castaños largos y ojos grandes oscuros, que me miraba con amor.
No tuve ningún miedo y me sentía feliz de mirar aquella figura luminosa que sentimiento de paz y seguridad.
Después, la aparición se desvaneció lentamente, la habitación volvió a estar oscura y yo me dormí serenamente.
Muchas veces, me preguntaba quién sería aquel personaje. Probablemente, era un ángel, aunque no tenía alas. Me dio una gran protección y seguridad.
Mi familia, a pesar de los sucesos de la guerra, salió indemne de todos los problemas y hasta ahora sigo sintiendo una sensación de guía y protección en las diversas circunstancias de la vida46.
La amistad con nuestro ángel es algo muy importante en la vida. Es un amigo, que siempre nos acompaña y nunca nos deja solos. Dios lo ha puesto a nuestro lado para que nos guíe, nos proteja y nos defienda de todo mal.
Por eso, la Virgen María, nuestra Madre, le decía al padre Esteban Gobi, fundador del Movimiento sacerdotal mariano, aprobado por la Iglesia:
Sientan siempre junto a ustedes a los ángeles de Dios e invoquen con frecuencia su ayuda y protección. Ellos tienen una gran fuerza para defenderlos y para sustraerlos de las insidias de Satanás (8 de setiembre de 1979).
Los invito a confiar cada vez más en los ángeles del Señor. Tengan con ellos una afectuosa intimidad, porque están más cerca de ustedes que los amigos y personas más queridas.
Caminen a la luz de su invisible, pero segura y preciosa, presencia. Ellos ruegan por ustedes, caminan a su lado, los sostienen en la fatiga, los consuelan en el dolor, velan sobre su reposo, los toman de la mano y dulcemente los atraen al camino que les he trazado.
Rueguen a su ángeles custodios y vivan con confianza y serenidad (29 de setiembre de 1981).
Junto al sagrario están los ángeles, dispuestos en sus nueve coros de luz, para cantar la Omnipotencia de la Santísima Trinidad con diversas modulaciones de Armonía y de Gloria, como si quisieran exteriorizar en grados diferentes su Grande y Divino poder (8 de agosto de 1986).
45 Resumen del testimonio de Maria Stefania, o.c., pp. 251-257.
46 Stanzione Marcello, Il ritorno degli angeli oggi, Ed. Segno, 2007, p. 121.