8» Angeles del Cielo
Parte 2
Autor: P. Angel Peña O.A.R
Santa Ángela de Foligno se sentía inmensamente feliz ante Jesús Eucaristía.
Decía: A veces, veo la hostia con un resplandor y una belleza muy grandes, más que si fuese el resplandor del sol. Por esta belleza, comprendo que estoy viendo a Dios sin ninguna duda84.
Jamás habría creído que los ángeles fuesen tan amables y pudiesen dar a mi alma tanta felicidad como me la dieron85.
Scott Hahn, el gran convertido del protestantismo, dice: Realmente estamos en el cielo, cuando vamos a misa y esto es verdad en cada misa... La misa es el cielo en la tierra86.
Vamos al cielo, cuando vamos a misa. No se trata de un símbolo, de una metáfora ni de una figura retórica. Es algo real.
Es el cielo en la tierra... ¡Es la realidad! Ahí es donde estuviste y donde cenaste (comulgaste) el domingo pasado. ¿En qué estabas pensando?87.
Por eso, el Papa Juan Pablo II decía: En la misa nos unimos a la liturgia (misa) celestial, asociándonos con la multitud inmensa que grita:
La salvación es de nuestro Dios, que está sentado en el trono y del Cordero (Ap 7, 10). La Eucaristía es verdaderamente un resquicio del cielo, que se abre sobre la tierra.
Es un rayo de gloria de la Jerusalén celestial, que penetra en las nubes de nuestra historia y proyecta luz sobre nuestro camino88.
Santa Brígida escribió: Un día asistía a la misa y vi una inmensa fila de ángeles, que estaban contemplando al sacerdote.
Cantaban cantos celestes, que me llenaban de alegría. Parecía que el mismo cielo estuviese contemplando el sacrificio de la misa. Y, sin embargo, nosotros asistimos a misa con tan poco amor y veneración89.
Santa Matilde cuenta que un día estaba en misa y sintió la inspiración de ofrecer la comunión en honor de todos los ángeles.
Dios le dio la visión de cómo estaban muy felices por aquel acto de amor. Y ella se sintió asombrada de cuánto aprecian los ángeles nuestro amor y nuestra amistad90.
Por ello, siempre que vayamos a misa, pensemos que vamos al cielo, a celebrar la gran fiesta del amor infinito de Dios en unión con todos los santos y ángeles.
Cuando vayamos a visitar a Jesús en el sagrario o en una capilla, donde esté Jesús sacramentado, pensemos en los millones de ángeles que lo rodean y que allí en ese momento está el cielo.
Allí podemos pasar unos momentos de cielo, con la paz y el amor de Jesús.
¡Qué alegría para los ángeles, cuando ven que vamos a misa o a visitar a Jesús sacramentado!
Y, cuando estamos en misa, están presentando nuestra oración y nuestro amor a Jesús.
Pero ¡qué decepción para ellos, al ver a tantos que van a misa por compromiso social y que están totalmente distraídos o ignorantes del gran misterio que se celebra!
¡Cuántos pecados se cometen por no estar atenta y dignamente ante la presencia de Jesús y de todos sus ángeles! ¡Cuántas comuniones indignas!
Tratemos nosotros de reparar tanta ignorancia y tanta falta de respeto a Jesús sacramentado con nuestro amor y nuestra adoración.
Pidamos frecuentemente a nuestro ángel que vaya a misa por nosotros, cuando realmente no podamos hacerlo personalmente.
Pidámosle también que visite a Jesús cada día en nuestro nombre. Podemos decirle: Ángel santo de mi guarda, corre veloz al sagrario y saluda de mi parte a Jesús sacramentado.
Y cuando vamos a hacer una visita a Jesús Eucaristía, unámonos al coro de ángeles y santos que lo acompañan, para amarlo, adorarlo y servirlo junto con ellos.
¡Cantemos con los ángeles a Jesús Eucaristía! Y ofrezcámosle alguna vez en su honor la misa y comunión.
84 Angela de Foligno, Experiencia de Dios amor, Ed. Apostolado mariano, Sevilla, 1991, pp. 53-54.
85 ib. P. 234.
86 Hahn Scott, La cena del Cordero, Ed. Rialp, Madrid, 2003, p. 24.
87 ib. 166.
88 Encíclica de Eucharistia 19.
89 Saint Michael and the angeles, Tan books, Rocford, 1983, p. 74.
90 Ib p.31