Tuesday March 19,2024
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¡Misterio!
Descorriendo el Velo
de la Masonería
  



» Introducción general

Primera parte:
Introdución

Naturaleza de la masonería

Secretos y Juramentos Masónicos

El fin de la masonería

Formación y funcionamiento de logias

La instrucción masónica

La Masonería y el Catolicismo

Parte Segunda:
La Religión Masónica

La Masonería y la política

10» La Masonería y sus ideales de libertad, igualdad y fraternidad

11» La Masonería y su ideal
de moralidad

12» La Masonería y su ideal
de beneficiencia

13» Doctrinas Filosófica
y Sociales

14» Congreso antimasónico internacional de Trento.
Resumen.

15» Origen de la Masonería
y su relación con otras sectas

16» Parentesco de la masonería con el Judaísmo

17» ¿La Masonería es instrumento del Judaísmo?

18» Medios de Acción de la Masonería

19» Tretas Masónicas:
Mentira e hipocresía

20» La Masonería de Adopción
y Los Lobetones

21» Condenación de la Masonería

22» Resumen de las Condenaciones de la Iglesia

23» Condenaciones de parte
de la autoridad civil

24» Epilogo


» ANEXO A
Imposibilidad de conciliar Fe cristiana y Masonería

» ANEXO B
Declaración sobre la masoneria


 

17.  ¿La Masonería es instrumento del Judaísmo?

Autor: Cardenal José María Caro Rodríguez (1924) Fuente: Catholic.net 

132 - Cuestión moderna importantísima

Esta es una de las cuestiones más importantes que se ofrecen al que estudia la Masonería.

No es mi ánimo, ni puede serlo, el despertar odios contra una raza que está destinada a unirse un día con los cristianos en el conocimiento y amor de Nuestro Señor Jesucristo, y de la cual brotó para la tierra entera la fuente de todas las bendiciones que la civilización cristiana ha aportado al mundo, a pesar de todos los esfuerzos que se han hecho para estorbar su acción.

No es ése mi ánimo; pero si el de llamar la atención de los lectores a un asunto en el cual vale la pena fijarse, tanto por el lado religioso, como por el económico y político.

Desde mi juventud han resonado juntos en mis oídos los nombres de la Masonería y del judaísmo, de masones y hebreos, en los ataques contra la Iglesia Católica. ¿Era simple coincidencia o es que en realidad hay una unión efectiva y tal vez subordinación entre esas dos entidades?

Últimamente se ha escrito y se siguen escribiendo libros para manifestar que la Masonería no es más que una máscara con que el Judaísmo encubre ante las naciones sus manejos anticristianos y de universal dominación política y económica. Según esos autores, la Masonería no es más que un pobre instrumento, inconsciente por lo general, de una Suprema Dirección judía.

Copin-Albancelli ha dedicado un libro a probarlo. Sus razones hacen pensar ciertamente. En la imposibilidad de dar muchos detalles, voy a indicar solamente las líneas generales que manifiestan la estrecha relación y subordinación de las logias con el judaísmo.

Este está, por una parte, en la condición de raza vencida, religiosa y civilmente, dispersada y despreciada o perseguida, no sólo por sus tradiciones religiosas, sino por la sórdida avaricia que la hizo adueñarse de las riquezas de los pueblos entre los cuales ha vivido; y por otra parte, vive esa raza sostenida tenazmente por un ideal que jamás ha abandonado, el de la dominación universal por medio de su Mesías, personal o simbólico.

En su perpetua contradicción con la sociedad en que vive, el pueblo judío con el gobierno central que conserva su unidad nacional, no ha podido menos que conspirar perpetuamente contra el pueblo cristiano, y valerse, por lo tanto, de las sociedades secretas para realizar sus fines.

Esta es una consideración hecha a priori, en vista de la condición de los judíos.

¿Corresponde a ella la realidad de los hechos? Luego lo veremos.

En el mismo sentido que Copin-Albancelli escribe el autor de The Cause of the World Unrest, distinguiendo entre los judíos una fracción tranquila, patriótica y fiel a la nación que la ha acogido, y otra que persigue el sueño de la dominación universal de su raza y, para conseguirlo, procura la revolución universal, como lo está haciendo en Rusia, y desde ahí trabaja por realizarlo en el mundo entero.

Otro tanto hace Webster en su obra ‘Secret and Subversive Movernents’, en la cual, observando que, donde la Masonería es más subversiva, el elemento judío lo es menos y donde la Masonería no existe o es menos subversiva, allí lo es más el elemento judío, llega a este dilema: ‘O la Masonería es el velo bajo el cual los Judíos, como los Iluminados, prefieren trabajar, de modo que donde no se puede aprovechar el velo se ven obligados a salir más a la luz, o la Masonería del Gran Oriente es el poder dirigente que emplea a los judíos como sus agentes en aquellos países en que ella no puede trabajar por su propia cuenta.’ ( p. 383) Mons. Jouin, fustigador incansable del Judaísmo y de la Masonería, manifiesta la misma convicción que Copin-Albancelli, en sus estudios sobre ‘Los Protocolos de los Sabios de Sión’, etc.

133. — Consideración masónica por los judíos

En la Masonería se ha visto siempre una grande y especialísima consideración por los judíos: Cuando se habla de supersticiones, jamás se menciona la religión judía. Cuando estalló la Revolución Francesa, se pidió con instancia la ciudadanía francesa para los judíos; rechazada una vez, se insistió en pedirla, y fue concedida. El lector recordara que en esos días se perseguía a muerte a los católicos. .

La Masonería ha mirado con horror el ‘antisemitismo,’ [Nota. Los llamados Judíos actualmente en un 98% no son semitas sino de la etnia Kázara, o Ashkenazi, turcomanos y eslavos] a tal punto, que un Hermano antisemita, que creía de buena fe en la tolerancia de las opiniones políticas de la Masonería, se presentó en Francia como candidato a diputado una vez y salió elegido, y cuando se trató de la reelección, se dieron órdenes expresas a las logias para que se Ie hiciera la guerra, órdenes que no se ven casi nunca en las logias y tuvieron que ser cumplidas.

134. — Preponderancia judaica en las logias

En 1862, un masón de Berlín, dándose cuenta de la preponderancia judía en las logias, escribía en una hoja de Munich: ‘Hay en Alemania una sociedad secreta, de formas masónicas, que está sujeta a jefes desconocidos. Los miembros de esta asociación son en su mayor parte Israelítas ‘.

En Londres, donde se encuentra, como se sabe, el foco de la revolución, bajo el Gran Maestre Palmerston, hay dos logias judías que no vieron jamás a cristianos pasar sus umbrales. Allí es donde se juntan todos los hilos de los elementos revolucionarios que anidan en las Logias Cristianas.

‘En Roma, otra Logia, enteramente compuesta de judíos, donde se reúnen todos los hilos de las tramas urdidas en las Logias Cristianas, es el Supremo Tribunal de la Revolución.

‘Desde allí son dirigidas las otras logias como por jefes secretos, de modo que la mayor parte de los revolucionarios cristianos no son más que muñecos puestos en movimiento por judíos, mediante el misterio.

‘En Leipzig, con ocasión de la feria que hace acudir a esa ciudad una parte de los altos negociantes judíos y cristianos de la Europa entera, la Logia Judía Secreta es cada vez permanente, y jamás masón cristiano ha sido recibido en ella. He ahí lo que hace abrir los ojos a más de uno de nosotros… No hay sino emisarios que tienen acceso a las logias judías de Hamburgo y de Francfort’. Cougenot de Mosseaux refiere este hecho que confirma lo anterior:

‘Desde la recrudescencia revolucionaria de 1848, me encontraba en relación con un judío que, por vanidad, traicionaba el secreto de las sociedades secretas en las cuales estaba asociado y que me advertía con ocho o diez días de anticipación todas las revoluciones que iban a estallar en un punto cualquiera de Europa.

Le debo la inquebrantable convicción de que todos esos grandes movimientos de los pueblos oprimidos, etc., son combinados por una media docena de individuos que dan sus órdenes a las sociedades secretas de toda Europa. El suelo está enteramente minado bajo nuestros pies, y los judíos suministran un gran contingente a esos minadores’.

En 1870, De Camille escribía a Le Monde, que en una jira por Italia había encontrado a uno de sus antiguos conocidos, masón, y habiéndole preguntado cómo estaba la Orden, le respondió: ‘He dejado mi Logia de la Orden definitivamente, porque he adquirido la convicción profunda de que no eramos sino los instrumentos de los judíos que nos empujaban a la destrucción total del Cristianismo’ (La F. M. Secte Juive, 43-46.)

Como confirmación de lo anterior, voy a transcribir una información que se encuentra en la Revue des Sociétés Sécretes (p. 118-119, 1924.) ‘Según la Tribuna Rusa, que aparece en Munich en lengua rusa, el Judaísmo militante mantendría sobre diferentes planes las organizaciones siguientes de combate, más o menos disfrazadas, pero todas con el fin de preparar el triunfo de la 3ª Internacional.

‘1ª La Internacional Dorada (plutocracia y alta finanza internacional,) a cuya cabeza se encuentra:

a) En América: P. Morgan, Rockefeller, Wanderbilt y Wanderlippe (Varios de estos nombres no parecen ser de lo mejor escogidos;) b) en Europa: la casa Rothschild y otras de orden secundario.

‘2º La Internacional Roja, o Unión Internacional de la democracia social obrera. Esta comprende: a) la segunda Internacional (la de Bélgica, judío Vandervelde;) b) la Internacional N’ 2 (la de Viena, judío Adler;) y c) la Internacional N’ 3 o Internacional comunista (la de Moscú, judíos Apfelbaum y Radek.)

‘A esta hidra de tres cabezas, que para más comodidad obran separadamente, se agrega el Profinter (Oficina Internacional de las asociaciones profesionales) que tiene su sede en Amsterdam y dicta la palabra judaica a los sindicatos no afiIiados aún al bolcheviquismo.

‘3º La Internacional negra, o Unión del Judaísmo de combate. El principal papel es desempeñado en ella por la organización universal de los Sionistas (Londres;) por la Alianza Israelita Universal fundada en París por el judío Crémieux; por la Orden judía de los B´nai-Moiche (hijos de Moisés) y las sociedades judías ‘Henoloustz’, ‘Hitakhdoute’, ‘Tarbout’, ‘Karen-Haessode’, y otras ciento, más o menos enmascaradas, diseminadas en todos los países del viejo y del nuevo mundo.

‘4º La Internacional azul, o Masonería lnternacional, que reúne por medio de ‘la Logia Reunida de la Gran Bretaña’, por medio de ‘la Gran Logia de Francia’ y por medio de los Grandes Orientes de Francia, Bélgica, Italia, Turquía y de los demás países, a todos los masones del universo. (El centro activo de esta agrupación, como lo saben los lectores, es la Gran Logia ‘Alpina’.)

La Orden Judío Masónica de los ‘B’nai-B rith’, que, contra los estatutos de las logias masónicas, no acepta sino judíos, y que cuenta en el mundo más de 426 logias puramente judías, sirve de lazo entre todas las Internacionales enumeradas más arriba.

‘Los dirigentes de la ‘B’nai-Berith’ son los judíos Morgentau, antiguo Embajador de los Estados Unidos en Constantinopla; Brandeis, juez supremo en los Estados Unidos; Mack, sionista; Warbourg (Félix,) banquero; Elkus; Krauss (Alfred,) su primer presidente; Schiff, muerto ya, que ha subvencionado el movimiento de emancipación de los judíos en Rusia ; Marchall (Luis ,) sionista’.

‘Sabemos de cierto, dice Webster, que los cinco poderes a que nos hemos referido - La Masonería del Gran Oriente, la Teosofía, el Pan-Germanismo, la Finanza Internacional y la Revolución Social - tienen una existencia muy real y ejercen una influencia muy definida en los negocios del mundo. En esto no tratamos de hipótesis sino de hechos basados sobre evidencia documentada…

‘Unificado o no el poder judío, los judíos se encuentran cooperando con todos los cinco poderes cuya existencia es conocida, si no dirigiéndolos. Así, los judíos por mucho tiempo han desempeñado la parte dirigente de la Masonería del Gran Oriente y predominado en los grados superiores’ (Webster, págs. 382- 383.)

135. — La acción judía y masónica frente al Catolicismo

Es indudable que la acción de la Masonería contra la Iglesia Católica no es más que la continuación de la guerra a Cristo practicada por el Judaísmo desde hace 900 años, eso sí que acomodada, mediante el secreto, el engaño y la hipocresía, a las circunstancias del mundo cristiano en que tiene que hacerla.

Léase el Evangelio y se verá, en el espionaje judío, en sus preguntas capciosas, en sus ataques hipócritas, encubiertos con el velo de la pretendida piedad de los fariseos; en las asechanzas; en los esfuerzos por hacer odioso ante el pueblo a Aquel que era su mayor gloria y su gran Bienhechor; en el empleo del oro para corromper a un Apóstol, en la formación de la opinión pública contra Cristo; en la preferencia de Barrabás, en el furor y saña con que trataron de hundir la memoria de Cristo en la infamia; en la constante oposición, sangrienta muchas veces, contra la predicación de los apóstoles, etc.; en todo eso se verá, digo, lo mismo que hoy practica la Masonería, a veces en forma más solapada, a veces en forma más violenta.

El judaísmo fue el anticristianismo, y la Masonería, al servicio de ese mismo judaísmo, es todavía el anticristianismo; el mismo odio, la misma hipocresía, las mismas violencias, el mismo estorbo a la acción de la Iglesia de Cristo, para acusarla, después de haberle impedido hacer el bien que podría haber hecho, por no haberlo hecho.

‘No olvidemos que el Judaísmo rabínico es el declarado e implacable enemigo del Cristianismo, dice Webster. El odio al Cristianismo y a la persona de Cristo no es cosa de historia remota ni puede mirarse como el resultado de persecución: forma una parte íntegra de la tradición rabínica originada antes de que tuviera lugar cualquiera persecución de los judíos por los cristianos, y ha continuado en nuestro país mucho después que esa persecución ha terminado’ (p.177.)

Más abajo hace notar el mismo autor que, después de tres siglos de paz que llevan en Inglaterra, en los cuales se les ha permitido entrar a todos los empleos del Estado, a las logias masónicas, etc., no han hecho nada para moderar el odio al Cristianismo inculcado en nueve siglos por la enseñanza rabínica.

Por su parte, el ‘The British Guardian’ hace esta afirmación, que para los que estamos acostumbrados a oír hablar del espíritu de tolerancia que domina en los países anglosajones es toda una revelación: ‘La Iglesia Cristiana es atacada hoy como no lo ha sido jamás durante siglos, y este ataque es casi exclusivamente la obra de los judíos’ (Rev.des SS. Secr., P 430. 1925.)

Por lo demás, las relaciones de la Masonería o del Judaísmo perseguidor de la Iglesia Católica y, según los casos, de todo Cristianismo, con el Bolchevismo y Comunismo, en Méjico, en Rusia, en Hungria y con la amenaza de hacerlo en todas partes, es cosa pública, como lo es la relación del Judaísmo con la Masonería. El que desee datos y documentos puede leerlos en las obras inglesas citadas y en Mons. Jouin: ‘Le Péril Judéo-Maconnique’.

136. — Los Protocolos de los Sabios (o Ancianos) de Sión

Una palabra sobre este documento no estará de más. Se ha discutido mucho su autenticidad, y por eso no haré mucho hincapié en él. Pero cualquiera que los lea y sepa algo de su historia no podrá menos de admirarse de la realización del plan ideado por los verdaderos o supuestos sabios de Sión, del empeño que ha hecho la Judería por sepultar en el olvido los ‘Protocolos’, primero, quemando un edición entera en Rusia, después mintiendo sobre la existencia de un ejemplar en la Biblioteca de Londres, y haciendo grandes esfuerzos para que no se publicara en Estados Unidos una edición, a tal punto que no se consiguió que ningún diario de Nueva York publicara avisos para hacerle reclamo.

Esos protocolos contienen un plan propuesto por los judíos, o por un ponente, como se dice, para realizar el ideal de la dominación universal sobre todo el mundo, bajo un gobierno judío, mediante la corrupción de costumbres, el empobrecimiento de los pueblos en favor de los judios y las continuas agitaciones y continuo descontento que haría que los pueblos se entregaran en brazos de los judíos para salvar de la anarquía y de la miseria, para ser tratados en seguida por ellos tal como han sido tratados en Rusia, bajo el soviet, cuyos jefes son casi todos judíos.

He leído una refutación de la autenticidad de los Protocolos, escrita por un Jesuita en un diario belga. Parece que los judíos se han preocupado mucho en relegarlos al catálogo de los plagios, haciendo ver que han sido copiados en gran parte del libro de Maurice Joly, Dialogues aux Enfers entre Machiavel et Montesquieu, publicado en 1864. Webster da el siguiente resumen de sus estudios sobre esta materia:

‘Los Protocolos o son meramente un plagio de la obra de Mauricio JoIy, en cuyo caso los pasajes proféticos agregados por Nilus o por otro quedan sin explicación o son una edición revisada del plan comunicado a Joly en 1864, traída a la fecha y suplementada en forma de adaptarse a las condiciones por los continuadores del complot’.

‘Si en este caso los autores de los Protocolos fueron judíos o si las partes judías han sido interpoladas por gente en cuyas manos cayeron, es otra cuestión. En esto hemos de admitir la falta de toda evidencia directa. Un Círculo Internacional de Revolucionarios mundiales que trabajen con los mismos planes de los Iluminados, cuya existencia ya ha sido indicada, ofrece una alternativa perfectamente posible a los ‘Sabios Ancianos de Sión’.

Sería más fácil, sin embargo, absolver a los judíos de toda sospecha de complicidad si ellos y sus amigos, hubiesen adoptado un camino más recto desde el tiempo en que aparecieron los Protocolos.

Cuando hace algunos años se dirigió contra los Jesuítas, una obra del mismo género, conteniendo lo que se daba como un ‘Plan Secreto’ de revolución, muy parecido a los Protocolos, los Jesuitas no se entregaron a invectivas, ni reclamaron que el libro fuera quemado por un verdugo común, ni se entregaron a fantásticas explicaciones, sino que tranquilamente dijeron que el cargo era una invención. Y así terminó el asunto.

‘Pero desde el momento en que fueron publicados los Protocolos, los Judíos y sus amigos han recurrido a todo método tortuoso de defensa, llevaron la presión sobre los editores - consiguieron de hecho detener temporalmente las ventas -, acudieron al Secretario del Interior para que ordenara suspenderlas, confeccionaron una tras otra refutaciones sin réplica que se excluían mutuamente de modo que en el tiempo en que aparecía una solución tenida actualmente como la correcta, habíamos sido ya certificados doce veces de que los Protocolos habían sido completa y definitivamente refutados, Y cuando al último había sido descubierta una explicación real plausible, ¿por qué no ha sido presentada en una forma convincente? Todo lo que se necesitaba era establecer que el origen de los Protocolos se había hallado en la obra de Mauricio Joly, dando los lugares paralelos en apoyo de esa afirmación.

¿Qué necesidad de embrollar una buena causa en una telaraña de evidente fábula?

¿A qué ese alarde de fuentes confidenciales de información, la pretensión de que el libro de Joly era tan raro que casi no se Ie podía encontrar, cuando una búsqueda en las librerías habría de probar lo contrario?

¿A qué esa alusión a Constantinopla como el lugar para ‘encontrar la llave de oscuros secretos’, al misterioso Mr. X, que no desea que su nombre real sea conocido, y al anónimo ex-oficial de Okhrana, quien por casualidad le compró el mismo ejemplar de los Diálogos, usado para la fabricación de los Protocolos por el mismo Okhrana, aunque este hecho fué ignorado por el oficial en cuestión?

Además, ¿por qué si Mr. X. era un propietario ruso de religión ortodoxa y un monarquista Constitucional, iba a tener tanta ansiedad de desacreditar a sus correligionarios monarquistas, haciendo la afrentosa afirmación de que ‘la única organización masónica oculta, tal como la de que hablan los Protocolos’ - es decir un sistema maquiavélico de abominable especie -- que él había podido descubrir en la Rusia del Sur ‘era una monárquica’?

‘Es evidente entonces que aún no se ha dicho la historia completa de los Protocolos y que aun queda mucho por descubrir tocante a ese misterioso asunto’ (Webster, Appendix, final.)

Sóbre este asunto puede verse a Lamhelin, ‘Le régne d’Israel chez les Anglo Saxons’; Mons. Jouin, ‘Le Péril Judéo Maçonnique’, The Cauce, etc. Al que se interese por esta cuestión Ie dará especialmente mucha luz la obra de Henry Ford ‘El Judío Internacional’, que, con muy buen razonamiento y con muchos datos, sostiene su autenticidad judaica.

 

   


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