21. Condenación de la Masonería
Autor: Cardenal José María Caro Rodríguez (1924) Fuente: Catholic.net
163. — Condenación evidentemente justificada
Lo dicho hasta aquí justifica plenísimamente la constante y enérgica
condenación que muchos de los Papas han estado haciendo de la Masonería
desde que comenzaron a ver sus obras y a conocer su espíritu y tendencias.
Esa
condenación la encontrarán conveniente y justa no sólo los hombres de fe, sino
también los mismos que sólo tienen por norma de sus juicios y conducta la sola
razón natural, si son sinceros.
En cuanto al Católico, sabiendo que la Iglesia tiene por misión atraer a sí todos
los hombres y que con ese fin usa de inagotable paciencia y a nadie condena y
arroja de su seno por el solo hecho de ser pecador, si ya a priori podía estar
convencido de la razón de la Iglesia, después de tener una idea de la Masonería,
más veraz que la que suelen presentarle los masones y de la que ellos mismos
suelen tener, no podrá menos de encontrar del todo necesaria esa condenación, y
necesario también de que ella llegue a conocimiento de todos los católicos.
164. - Consideración y consulta.
Mis amigos ingleses y americanos me van a disculpar si, tal vez, les voy a
disipar una noble persuasión que les halaga. Su conducta para conmigo y para
con la Iglesia, por lo general, sólo ha merecido mi gratitud, especialmente
tratándose de personas que no profesan mi religión. Yo mismo había llegado a
creer que la Masonería inglesa, como se la suele llamar, no tenía que ver con la
chilena o latina.
Eso me hizo consultar a Roma sobre si debía hacer alguna
diferencia con los masones ingleses cuando quisieran entrar en la iglesia
Católica. La respuesta me hizo salir de mi error.
Estudiando el asunto de la
Masonería, he llegado a la conclusión de que la institución es la misma y de que
si la conducta de unos y otros es distinta, se debe en parte a la razón que se ha
dado al tratar de la Masonería y el protestantismo, y en parte a que, tratándose
de personas serias por carácter y educación, se usa con los miembros de la logia
inglesa toda la circunspección necesaria para que tales personas no abran los
ojos y abandonen la Orden.
Ese estudio me ha hecho admirar una vez más la
prudencia con que se procede en Roma y lo bien informada que está la autoridad
consultada.
65. — La Gran Logia Madre: su acción internacional
La Masonería inglesa ha sido la fuente desde donde se ha difundido por toda
Europa, y después por América, esa Masonería revolucionaria, llena de
impiedad y de furia contra el Catolicismo. Esa es cosa muy sabida. La obra de
descristianización de la Masonería inglesa es más silenciosa; pero es constante.
La prueba la dan los ministros protestantes, que tantas veces son los primeros en
negar los dogmas fundamentales del Cristianismo, con gran escándalo de los
fieles. ‘He traído’, dice Eckert, ‘la historia de la Francmasonería en Inglaterra
hasta una época muy cercana a nosotros; no sólo porque la Inglaterra ha sido la
madre de la Francmasonería moderna en el continente y aún en América, sino
también porque de ella es de donde parten los hilos conductores que dirigen hoy
la asociación masónica, hilos que, sin esta historia, sería imposible coger’ (II, p.
55.) Ver también p. 79, etc.
En los esfuerzos de la revolución italiana contra el Papa, los masones ingleses y
los de Estados Unidos ayudaron poderosamente con dinero, si bien buena parte
de ese dinero fuera sustraído por Lemmi para sus intereses particulares, corno lo
asegura Margiotta (A. L., 142.)
Lord Palmerston, Patriarca de la Masonería Europea y Ministro inglés, usaba de
ambas potestades para trastornar el reino de Nápoles y ayudar a los hermanos de
Italia como para revolucionar el resto del mundo (Ver Eckert, II, 242, Sigs..)
En
abril de 1864, Garibaldi, recibido pomposamente en Londres por los ministros,
diputados y lores, y 30 mil espectadores, hizo esta declaración: ‘Nápoles sería
aún de los Borbones, sin la ayuda de Palmerston; y sin la flota inglesa yo no
habría podido pasar el estrecho de Messina’ (Cit. por Mgr. Rosset. la F. F..,
p.60.)
Refiriéndose a la revolución portuguesa de 1920, dice Webster (p. 288) que los
masones dirigentes de ese movimiento se abrigaron detrás del nombre de
Inglaterra. ‘¿Cómo, dijeron al pueblo, podéis acusar a las logias de ser clubes de
asesinato, cuando la Masonería está dirigida por Inglaterra y tiene al rey
Eduardo por Gran Maestre?’.
Refiere, en seguida, que un testigo de los
desórdenes le declaró que si la Gran Logia de Inglaterra hubiera publicado
siquiera en la prensa continental un aviso, separándose del Gran Oriente, en
general, y en particular de la Masonería Portuguesa, el poder revolucionario se
habría debilitado inmensamente. La Gran Logia prefirió el silencio, con daño de
su buen nombre sobre todo ante los católicos.
Alberto Pike, fundador con Mazzini del Nuevo Rito Paládico Reformado, rito
Luciferiano, y Pontífice Supremo no sólo de la Masonería de Estados Unidos,
sino quizás también de la Masonería Universal, hacía de la destrucción del
clericalismo, sobre todo en Roma, tal vez su principal preocupación. Cuando
Lemmi lo consultó sobre el Congreso Masónico de Milán, Pike le contestó
aprobándolo, el 15 de diciembre de 1880, y entre otras cosas, le decía:
‘Es
menester arruinar en breve plazo las influencias clericales en Italia; las leyes
contra las congregaciones religiosas no son observadas ahí. ¿Valía la pena
trabajar tanto por obtenerlas? ¿Y las escuelas? Siempre se da en ellas la
instrucción católica.
Haced protestar por medio de las logias. Sería aún
necesdario que el Congreso emitiera un voto a favor de la creación de un liceo
de niñas; pero conseguid eso tomando las precauciones útiles y teniendo cuidado
de alcanzar también que no se ponga en ellos un sacerdote capellan’ (Margiotta,
142-143.)
Hay que leer el odio satánico al papado con que solía escribir (Cath. Encycl.)
166. – Juicio que se formó un alto jefe inglés
Es sabido que Lord Ripon, Gran Maestre de la Masonería inglesa, y Virrey que
fue de la India, asombrado de las condenaciones que el Papa Pío IX había
fulminado contra la Masonería, estudió con sinceridad el asunto y de su estudio
sacó la resolución de dejar no sólo la Masonería, sino también el protestantismo,
haciéndose sincero católico. ¿Quién mejor que él estaba en situación de estudiar
y llegar a darse cuenta no sólo de los torcidos manejos y planes de la Masonería,
sino de la Oposición que tiene con el cristianismo?
167. — Odio de la Masonería norteamericana al Catolicismo
Ya he dicho antes que la Masonería de Estados Unidos, por lo general, marcha al
unísono con la de todo el mundo; mucha parte se ha unido al Gran Oriente de
Francia y rebosa de odio a la Iglesia católica ; sus cuarenta y tantos periódicos
abundan en invectivas contra la Iglesia de Roma y contra el Papa en algunas de
sus logias, en lugar del nombre de Jehovah para nombrar a Dios, han
determinado nombrarlo con el nombre de Yah, el dios-sol de los Sirios; de On, el
dios-sol de los Egipcios y el de Bal o Baal, el dios-fuego de los Caldeos, cuyo
culto había sido tan gravemente prohibido por Jehová.
El odio de la Masonería norteamericana por la enseñanza religiosa,
especialmente por la enseñanza Católica, es el mismo de todas las logias del
mundo. Movidos por él han conseguido dictar la ley de la enseñanza única fiscal
y obligatoria y, por supuesto, laica en dos o tres estados, ley que, para bien de la
libertad y de la religión no ha podido subsistir por inconstitucional. Lo que no
quita que se siga la campaña con todo ardor para preparar el terreno a la reforma
de la Constitución y alcanzar lo que tanto se anhela en ese país llamado de la
libertad.
Ya sabemos también que según las explicaciones de los más culminantes
doctores masones de Estados Unidos, el dios de la Masonería está muy lejos de
ser el Dios de los Cristianos o de los Mahometanos o Judíos; es un dios del
paganismo; cualquiera puede ser, la naturaleza, el sol, la carne, o sea la
concupiscencia, etc., menos el verdadero Dios, el Dios Personal, distinto del
mundo y Creador, del Cristianismo.
168. — Unidad fundamental de la Masonería
Preuss, en su obra A Study in American Freemasonry, dedica un capítulo a
estudiar la unidad de la Masonería Norteamericana con la Europea, y llega a la
conclusión de que son ‘una misma cosa en su verdadero y esotérico espíritu; una
en su anhelo y objeto; una en su luz y doctrina; una en su filosofía y religión;
formando, por tanto, una sola familia, una sola institución, una hermandad, una
orden… que anhela en su catolicidad sustituirse a la Iglesia Católica establecida
por Cristo’.
Lo mismo comprueba en el apéndice con el Congreso Mundial del
Rito Escocés, tenido en Bruselas, en el cual estuvieron representados los
Supremos Consejos de Estados Unidos, de Inglaterra, y de todas las Repúblicas
Americanas, Chile entre ellas.
Es cierto que la Gran Logia de Nueva York ha declarado que no quiere unión
con las logias que no admiten a Dios ni la Biblia; pero eso no es una ruptura
absoluta ni mucho menos definitiva, como se desprende de las mismas
declaraciones de su Gran Maestre, William A. Rowan, que publica The Builder,
de marzo de este año:
‘Hay un solo Dios, Padre de todos los hombres: he aquí la
roca sobre la cual edificamos; la Santa Biblia es la Gran Cruz en la Masonería,
como la regla y la guía para la fe y la práctica; en fin la adhesión a las
constituciones dirige nuestro procedimiento.
Sobre estos principios, me atrevo a
decirlo, es sobre los cuales nuestra Gran Jurisdicción se unirá a todas las
Grandes Jurisdicciones del Universo, con la mira de una mejor inteligencia
recíproca, de relaciones más estrechas, y de una acción común para realizar la
unidad masónica y hacer progresar el espíritu de la Fraternidad’ (Rev. des SS.
Secr,, 341, 1925.)
Jamás hay que olvidar lo que a veces se ha declarado en el seno de la Masonería,
que toda ella está contenida en los tres primeros grados, de los cuales los demás
no son más que el desarrollo y perfeccionamiento. Ya he hecho notar que desde
la iniciación del aprendiz, se hace la apostasía de toda fe sobrenatural y se
siembra la semilla de toda rebelión; eso si que bajo los velos de los símbolos,
que no dejan ver el engaño sino cuando el ánimo está ya educado para aceptarlo.
La Masonería inglesa o americana no son, pues distintas de la Masonería latina o
latinoamericana, sino accidentalmente, en cierta forma externa, que en Estados
Unidos no se guarda tan bien como en Inglaterra; pero una y otra están sirviendo
de base como todas las demás, a esa misteriosa pirámide en cuya cúspide se
adora a Satanás, se reniega de Jesucristo y de Dios, y se enseña como ideal de la
humanidad la rebelión más universal y la licencia de costumbres más absoluta.
Yo estoy convencido de que entre los masones ingleses hay muchos que creen
con sinceridad en la bondad de una institución que cuenta entre sus miembros a
los mismos príncipes reales; pero ya se ha visto antes lo que ello significa.
Por lo
mismo que creo en la sinceridad de muchos masones ingleses, creo también que
el día en que se den cuenta del verdadero espíritu y de la historia de la
Masonería, ese mismo día pensarán que no es honrado seguir más en ella e
imitarán a Lord Ripon y a tantos otros altamente graduados en la Masonería, que
han abandonado la sociedad a la cual su conciencia les reprobaba pertenecer.