Monday December 23,2024
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Santisima Virgen Maria

  
IMITACION DE MARIA
Por Tomás de Kempis
  



»  Introducción

LIBRO PRIMERO
Encontrar a María

1»  Capítulo I
Cómo saludar a la gloriosa Virgen

2»  Capítulo II
El consuelo de la Virgen María

3»  Capítulo III
El recuerdo y la invocación de la Santísima Virgen María

LIBRO SEGUNDO:
Conocer a María

4»  Capítulo I
María y el misterio de la encarnación

5»  Capítulo II
María durante la infancia de Jesús

6»  Capítulo III
La pérdida y el hallazgo de Jesús

7»  Capítulo IV
Mujer, aquí tienes a tu hijo

8»  Capítulo V
La comunión de María con Jesús

9»  Capítulo VI
Oraciones a María que llora junto a la cruz

10»  Capítulo VII
María y el misterio de la resurrección

11»  Capítulo VIII
María medianera de la gracia

LIBRO TERCERO:
Amar a María

12»  Capítulo I
A Jesús con María

13»  Capítulo II
Eficacia del Ave María

14»  Capítulo III
Efectos de la devoción a María

15»  Capítulo IV
Recuerdo y devoción de María

16»  Capítulo V
Dolores y consuelos de María

17»  Capítulo VI
María nos muestra su Hijo Jesús

18»  Capítulo VII
Invocación de los santos nombres de Jesús y de la Bienaventurada Virgen

LIBRO CUARTO:
Rogar y Cantar a María

19»  Capítulo I
Oración para el amor y la alabanza de la Bienaventurada Virgen María

20»  Capítulo II
Oración ante los sufrimientos de Cristo y de su Madre

21»  Capítulo III
Oración a la Bienaventurada Virgen para obtener consuelo

22»  Capítulo IV
Oración a la Bienaventurada Virgen María cuando surge una tribulación

23»  Capítulo V
Oración a la Bienaventurada Virgen para la hora de la muerte

Capítulo VI:
Cantos a María

24»  Quién es María

25»  Tierna jovencita

26»  Poesía sobre la Bienaventurada
Virgen

27»  María prefigurada

28»  La Navidad

29»  Gema de pudor

30»  La belleza de María

31»  María nuestra salvación

32»  Mira a la Estrella

33»  Haznos dignos

34»  La Madre de la misericordia

35»  La excelencia de María

36»  Salve, Reina de los cielos

37»  "Salve, oh bellísima"

38»  "Alégrate, oh Reina del cielo"

39»  María Reina y Puerta del cielo

40»  Reina y Señora del mundo

 

 

LIBRO SEGUNDO
Conocer a María
11» Capítulo VIII
María medianera de la gracia 


Contenido1) Queridos hermanos, sean fieles servidores de Jesucristo y amantes devotos de su Madre Santísima, la Virgen María, si quieren ser eternamente felices con ellos en el cielo. Ustedes serán gratos a Dios y a su bendita Madre, mientras sean humildes de corazón y castos de cuerpo; mientras sean modestos en el hablar, prudentes, timoratos, controlados y con la condición de que no den a nadie ocasión de escándalo o de justas quejas.

2) Es muy útil para su salvación, para la honra de Dios y para la alabanza de la Bienaventurada Virgen, que ustedes sean devotos en la oración, empeñosos en el estudio y en el trabajo, mansos frente a los reproches, sobrios en la comida, irreprensibles en sus miradas y correctos en todo su comportamiento. Por consiguiente, si desean alabar de modo digno y venerar adecuadamente a la Virgen Santa, compórtense como hijos de Dios: con sencillez, sin malicia, sin perversidad, sin mentiras, sin ira, sin riñas, sin murmuraciones, sin sospechas; soportando por Jesús y María cualquier contrariedad con caridad fraterna, con humildad y paciencia a imitación de la vida de los santos, para la misma paz de ustedes y para la edificación de los demás.

Pero, sobre todo, para disfrutar la gloria de la Santísima Trinidad. Efectivamente, todas las cosas amargas se vuelven dulces y las pesadas livianas, cuando el amor a Jesús y el recuerdo de su Santa Madre penetran en lo íntimo del corazón. Si alguien lo quiere experimentar basta con que ambos sean el frecuente objeto de su pensamiento, que hable y lea acerca de ellos y que a ellos dirija sus cantos y sus ruegos.

3) Para que puedan luego conocer un poco la excelentísima dignidad de la muy Bienaventurada Virgen María, escuchen algunos de los tantos dones y privilegios, con los que Dios la ha bendecido y ensalzado, por encima de todos los santos ángeles y arcángeles en el cielo, y por encima de todos los hombres en la tierra. María es la Virgen Santísima y la muy querida Madre de Dios, de quien se canta en la Iglesia, ampliamente difundida en todo el mundo: "La Santa Madre de Dios ha sido ensalzada por encima de los coros de los ángeles". Reflexionen atentamente sobre los antiguos episodios concernientes a los patriarcas, de cuya estirpe nació María como rosa sin espinas entre las espinas.

Efectivamente, así como un día muchos santos hombres: patriarcas, profetas, jueces, reyes, sacerdotes, levitas, doctores y escribas, anunciaron con palabras, signos y figuras que Cristo, Hijo de Dios, nacería de una Virgen para la redención del mundo y moriría en la cruz, de igual modo, en perfecta armonía y de acuerdo con el plan divino de la salvación, la muy Bienaventurada y devota Virgen María fue prefigurada y preconizada por medio de las sagradas vírgenes de aquel tiempo, a través de mujeres ilustres, castas viudas, devotas profetisas, y mediante honestas matronas, que vivían castamente, y que, para guardar su pureza, llevaban vida de clausura en sus propias casas junto con sus criadas, lejos de las miradas de los hombres.

4) María, como dice la Sagrada Escritura, es verdaderamente la Virgen más prudente de todas las vírgenes, la más púdica de todas las mujeres, la más hermosa de todas las muchachas, la más honesta de todas las señoras, la más graciosa de todas las doncellas y la reina mas noble de todas las reinas. En ella refulgen todo el decoro de la virgen, toda virtud moral, toda especulación teológica, toda amorosa devoción, todo ejercicio de virtud, toda perfección de santidad.

Además, todas estas cualidades se acumulan, residen y resplandecen en ella de modo tan perfecto que nadie se le asemejó antes de su aparición, ni nadie fue, es o será semejante a ella después de su venida. Como alguna vez el templo material de Salomón fue el más majestuoso de todos los templos de la tierra, por mucho el más famoso y el más ornamentado, y era magníficamente venerado por los reyes y los pueblos, así también el templo espiritual de Dios, la Bienaventurada Virgen María, limpia de toda mancha, es superior a todos los templos de los santos, y, por lo mismo, más que todos debe ser inmensamente honrada y amada.

5) María es una muy ilustre hija, noblemente procreada de la insigne estirpe de los patriarcas, descendiente de la ínclita casta sacerdotal, preanunciada por el coro de los profetas, vástago de estirpe real, descendiente en línea recta de David, de la tribu de Judá, hija del pueblo de Israel y nacida, por disposición divina, de padres santos y gratos a Dios.

6) ¡Feliz e inmaculada Virgen María, dignísima de toda alabanza y honor, con la que cada uno debe sentir la necesidad de abrazarse con todo amor y respeto! ¡Espléndida piedra preciosa de las vírgenes, predestinada por Dios desde el principio y antes de todos los siglos para dar a luz en la plenitud de los tiempos al Redentor del mundo! Deseada de los patriarcas, preanunciada por los profetas, elegida de muchos reyes y de muchos justos, fuiste largo tiempo esperada por el devotísimo pueblo de Israel y, por fin, visiblemente donada al mundo enfermo por la misericordia de Dios.

7) ¡Sagrada e ilustrísima Virgen María, cuán maravilloso y alabado en todo el mundo es tu nombre! Del Oriente al Occidente, en todas las zonas del orbe, él es proclamado a judíos y gentiles, a griegos y romanos, a latinos y germanos junto con el evangelio de Jesucristo tu Hijo, y asimismo es proclamado sin interrupción alguna en todas las iglesias cristianas, en las capillas y en los claustros, en los campos y en las selvas consagradas a Dios, de parte de pequeños y grandes, de sacerdotes y doctores, de los predicadores de todas las órdenes religiosas, que al unísono se complacen en alabarte y darte a conocer. Además, todos los justos desean y gozan inmensamente el poder ensalzarte hasta las estrellas, y exaltar tu santidad y tu belleza por encima de cualquier angélica dignidad. Ellos, aunque canten, recen, mediten y celebren solemnemente tus fiestas, no se cansan nunca, de acuerdo con el dicho de la sabiduría que proclama: "Quien se alimenta de mí, tendrá todavía más hambre; y quien me bebe, tendrá todavía más sed".

8) Alabanza y gloria, pues, al Dios Altísimo, que aquí en la tierra te concedió, oh María, las gracias más grandes entre todas las hijas de los hombres, y que ahora ha puesto tu trono al lado del de tu Hijo en el Reino de los cielos, en el lugar más alto y más encantador, por encima de los coros de los ángeles y de los santos, preparado para ti desde toda la eternidad y destinado a durar con felicidad por siempre.

9) A ti que eres digna de suma veneración, oh Virgen María, Madre e Hija del eterno Rey, te tribute alabanza toda boca, venerándote con los más altos honores, porque eres la más pura de las vírgenes, la más humilde, la más caritativa, la más paciente, la más misericordiosa, la más fervorosa en la oración, la más profunda en la meditación, la más excelsa en la contemplación, la más pródiga de consejos, la más poderosa para prestar socorro. Eres el palacio real de Dios, la puerta del cielo, el paraíso de las delicias, el pozo de las gracias, la gloria de los ángeles, la alegría de los hombres, el modelo de las costumbres, el esplendor de las virtudes, el faro de la vida, la esperanza de los necesitados, la salud de los enfermos y la madre de los huérfanos.

10) Eres la Virgen de las vírgenes, toda suave y hermosa, resplandeciente como una estrella, dulce como una rosa, blanca como una margarita, luminosa como el sol y la luna en el cielo y en la tierra. Eres Virgen mansa, inocente como una corderita, simple como una paloma, prudente como una noble matrona, servicial como una humilde criada. Eres santa raíz, cedro excelso, vid fecunda, fruto dulcísimo, majestuosa palmera. En ti se encuentran todos los bienes y por tu medio se nos conceden los premios eternos. Por consiguiente, mientras vivamos, todos debemos recurrir a ti, como hijos al regazo de la madre y como huérfanos a la casa del padre, a fin de ser protegidos de todo mal por tus gloriosos méritos y tus oraciones.

11) Oigan lo que afirma cierto escritor sobre las doce estrellas que adornan la corona de la Bienaventurada Virgen, por la cual María resplandece en el cielo por encima de todos los santos. Estas doce estrellas son las doce características de su espléndida realeza. Respecto de la Iglesia militante, ella posee cuatro características, que redundan en obras de misericordia: atiende más benignamente que todos los otros y se inclina con más humildad; obra con firmeza, pero socorre con frecuencia, como nos enseña la experiencia en las difíciles necesidades de la Iglesia.

En relación con la Iglesia triunfante, María posee igualmente cuatro características: su trono en el cielo está colocado más arriba que todos los otros y resplandece con más intensa luz; es amada con más fervor y honrada con mayor difusión, como corresponde a sus gloriosos méritos . Con respecto a la Santísima Trinidad posee también cuatro características, o sea, cuatro estrellas que brillan más que todas: entre los que contemplan la gloria de la eterna Trinidad, ningún otro la intuye con mayor limpidez, la ama con más profunda alegría, la contempla más íntimamente y disfruta de ella con más felicidad en el cielo. No hay ninguna duda al respecto.

12) Escuchen también lo que, a propósito de estas doce estrellas, dice Bernardo, el ardoroso amante de la Bienaventurada Virgen, el doctor "melifluo" y el devoto educador de monjes: "Sobre su cabeza una corona de doce estrellas... ¿Quién podrá jamás estimar el valor de estas piedras preciosas? ¿Quién podrá jamás contar las estrellas de que se compone la corona regia de María? Es imposible que el hombre pueda explicar cómo está compuesta esta corona".

13) En mi modesta opinión y lejos del peligroso sondeo de los misterios divinos, me parece que puedo identificar en estas doce estrellas quizá sin incongruencia las doce prerrogativas con que está adornada María: prerrogativas del cielo, prerrogativas de la carne y prerrogativas del corazón. Si este número tres lo multiplicamos por cuatro, probablemente tendremos las doce estrellas, que hacen brillar la corona de nuestra Reina a los ojos de todos.

Para mí, el fulgor resplandece en la natividad de María, en la anunciación, en la intervención del Espíritu Santo, en la inefable concepción del Hijo de Dios. Ustedes, en la medida de su diligencia, podrán profundizar mejor el tema. A mí me basta haber señalado tan sólo algunas consideraciones. Pero, si se quiere ahondar más en el significado místico de las doce estrellas, léase el discurso de san Bernardo, que comienza así: "Un gran signo apareció en el cielo".

14) Queridos hermanos, por el singular respeto y amor que ustedes le tienen a la Santísima Virgen María, evoquen a menudo en su mente estos temas, e incluso saboréenlos con sus labios. En agradecimiento, entonen con fervor himnos y cantos de alegría en sus fiestas y en sus solemnidades.

Pero sobre todo descúbranse la cabeza y hagan una inclinación delante del altar de Dios y de la imagen de la Virgen Bienaventurada; doblen las rodillas humildemente, como si en la realidad viesen a María dialogar con el ángel y llevar en brazos a su Hijo. Luego, levantando los ojos con gran confianza de ser salvados, imploren con mucho afecto la ayuda compasiva de la Madre de la misericordia, y recen la siguiente oración.

15) "Clementísima Madre de Dios, Virgen María, Reina del cielo, Señora del mundo, alegría de los santos, aliento de los que delinquen, escucha los gemidos de los pecadores arrepentidos; atiende los deseos de los devotos; socorre las necesidades de los enfermos; reanima el corazón de los atribulados; asiste a los agonizantes; protege a tus suplicantes servidores de los asaltos de los demonios; lleva contigo a los que te aman al premio de la eterna bienaventuranza, donde con tu amadísimo Hijo Jesucristo reinas con felicidad por siempre. Amén".

 

   


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