Monday December 23,2024
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PREPARACION
PARA LA MUERTE


Un buena preparacion para la muerte

Autor: San Alfonso Maria
de Ligorio

Fuente: iteadjmj.com


Partes: [1/20 ] [ 21/37 ]

A. Objeto de la Obra y Advertencia Importante

B. Dedicatoria


1. RETRATO DE UN HOMBRE QUE ACABA DE MORIR
1.1 Considera que tierra eres ...
1.2 Más para ver mejor lo que ...
1.3 En esta pintura de la Muerte...

2. TODO ACABA CON LA MUERTE
2.1 Llaman los mundanos feliz...
2.2 Felipe II, rey de España...
2.3 A la felicidad de la vida ...

3. BREVEDAD DE LA VIDA
3.1 ¿Qué es nuestra vida? ...
3.2 Exclamaba el rey Exequias..
3.3 Qué gran locura es por los..

4. CERTIDUMBRE DE LA MUERTE
4.1 ¿Escrita está la sentencia...
4.2 Estamos condenados muerte..
4.3 La muerte es segura. ..

5. INCERTIDUMBRE DE LA HORA
5.1 ¿Certísimo es que todos ...
5.2 No quiere el Señor que nos ...
5.3 Dice el Señor que estemos..

6. MUERTE DEL PECADOR
6.1 Rechazan pecadores memoria
6.2 Pobre pecador moribundo ...
6.3 Dios no cesa de amenazar ...

7. SENTIMIENTOS
DE UN MORIBUNDO NO ACOSTUMBRADO A CONSIDERAR LA MEDITACION DE LA MUERTE

7.1 Imagina que estás junto ...
7.2 Cómo en el trance de la ...
7.3 Vivido sin acordarse del bien

8. MUERTE DEL JUSTO
8.1 ¿Mirada la muerte a la luz ..
8.2 En la hora de la muerte ...
8.3 Muerte, fin de los trabajos..

9. PAZ DEL JUSTO
A LA HORA DE LA MUERTE

9.1 ¿Quién podrá arrebatárselas?
9.2 Están en las manos de Dios..
9.3 ¿Cómo ha de temer la muerte

10. MEDIOS DE PREPARARSE PARA LA MUERTE
10.1 Una vez hemos de morir..
10.2 Póstrate en seguida a ...
10.3 Dispuestos a toda hora..

11. VALOR DEL TIEMPO
11.1 Emplear bien el tiempo...
11.2 Nada hay más precioso ...
11.3 Caminemos por la vía ...

12. IMPORTANCIA DE LA SALVACION
12.1 El negocio de la salvación ..
12.2 Unico negocio que tenemos.
12.3 Negocio único, negocio ...

13. VANIDAD DEL MUNDO
13.1 Aristipo, naufragó con la ...
13.2 Menester pesar los bienes...
13.3 El tiempo es breve ...

14. LA VIDA PRESENTE ES UN VIAJE A LA ETERNIDAD
14.1 Al considerar en el mundo .
14.2 Si el árbol cayere hacia ...
14.3 El hombre a casa eterna...

15. MALICIA DEL
PECADO MORTAL
15.1 Comete un pecado mortal..
15.2 No sólo ofende a Dios ...
15.3 El pecador injuria a Dios.

16. MISERICORDIA DE DIOS
16.1 Dios es bondad infinita..
16.2 Dios cuando llama . . .
16.3 Los príncipes de la tierra...

17. ABUSO DE LA DIVINA MISERICORDIA
17.1 Refiérase en la parábola...
17.2 Desprecias bondad de Dios..
17.3 Del Padre Luis de Lanuza.

18. DEL NUMERO DE
LOS PECADOS

18.1 Si Dios castigase ahora ...
18.2 Almas que se condenan.
18.3 Hijo, ¿pecaste? Ya No...

19. DEL INEFABLE BIEN DE LA GRACIA DIVINA Y DEL GRAN MAL DE LA ENEMISTAD
CON DIOS
19.1 Apartar lo precioso de lo vil
19.2 Dice Sto. Tomás de Aquino.
19.3 Infeliz estado de un alma..

20. LOCURA DEL PECADOR
20.1 Debiera haber dos cárceles.
20.2 ¡Infortunados pecadores!.
20.3 Sabio el que alcanza gracia.

 

16. Misericordia de Dios
16.1 La misericordia triunfa sobre el juicio


Superexaltat autem misericordia iudícium.
La misericordia triunfa sobre el juicio. SANTIAGO, 2, 13.

PUNTO  1

La bondad es comunicativa por naturaleza; de suyo tiende a compartir sus bienes con los demás. Dios, que por su naturaleza es la bondad infinita (1), siente vivo deseo de comunicarnos su felicidad, y por eso propende más a la misericordia que al castigo. «Castigar —dice Isaías— es obra ajena a las inclinaciones de la divina vo­luntad.»

«Se enojará para hacer Su obra (ó venganza), obra que es ajena de El, obra que es extraña a Él» (Is., 28, 21). Y cuando el Señor castiga en esta vida es para ser misericordioso en la otra (Sal. 59, 3). Muéstrase aira­do con el fin de que nos enmendemos y aborrezcamos el pecado (Sal. 5). Y si nos castiga es porque nos ama, para librarnos de la eterna pena (Sal. 6).

¿Quién podrá admirar y alabar suficientemente la misericordia con que Dios trata a los pecadores, esperán­dolos, llamándolos, acogiéndolos cuando vuelven a Él?... Y ante todo, ¡qué gracia valiosísima nos concede Dios al esperar nuestra penitencia!...

 Cuando le ofendiste, hermano mío, podía el Señor en­viarte la muerte, y, sin embargo, te esperó; y en vez de castigarte, te colmó de bienes y te conservó la vida con su paternal providencia. Hacía como si no viera tus pecados, a fin de que te convirtieses (Sb., 11, 24).

¿Y cómo, Señor, Vos, que no podéis ver un solo peca­dor, veis tantos y calláis? ¿Miráis aquel deshonesto, aquel vengativo, a ese blasfemo, cuyos pecados se aumen­tan de día en día, y no los castigáis? ¿Por qué tanta pa­ciencia?... Dios espera al pecador a fin de que se arre­pienta, para poder de ese modo perdonarle y salvarle (Is., 30, 18).

 Dice Santo Tomás que todas las criaturas, el fuego, el agua, la tierra, el aire, por natural instinto se aprestan a castigar al pecador por las ofensas que al Creador hace; pero Dios, por su misericordia, las detiene... (2).

Vos, Se­ñor, aguardáis al impío para que se enmiende; mas ¿no veis que el ingrato se vale de vuestra piedad para ofen­deros? (Is., 26, 15). ¿Por qué tal paciencia?... Porque Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se con­vierta y se salve (Ez., 33, 11).

¡ Oh paciencia de Dios! Dice San Agustín que si Dios no fuese Dios, parecería injusto, atendiendo a su dema­siada paciencia para con el pecador (3). Porque espera que se valga el hombre de aquella paciencia para más pecar, diríase que es en cierto modo una injusticia con­tra el honor divino.

«Nosotros pecamos —sigue diciendo el mismo Santo—, nos entregamos al pecado (algunos firman paces con el pecado, duermen unidos a él meses y años enteros), nos regocijamos del pecado (pues no po­cos se glorían de sus delitos), ¿y Tú estás aplacado?... Nosotros te provocamos a ira, y Tú a misericordia.» Pa­rece que a porfía combatimos con Dios; nosotros, pro­curando que nos castigue; Él, invitándonos al perdón.

  1. Deus cuius natura bonitas. San León.
  2. Omnis criatura, tibi factori deserviens, excandescit adversus injustos
  3. Deus, Deus meus, pace tua dicam, nisi quia Deus esses, iniustus esses.

AFECTOS Y SÚPLICAS

¡Ah Señor y Dios mío! Reconozco que soy digno de estar en el infierno (Jb., 17, 13). Mas por vuestra mise­ricordia no me hallo en él, sino postrado a vuestros pies, y conociendo vuestro precepto con que me mandáis que os ame. «¡Ama al Señor tu Dios!» (Mat. 22, 37). Me de­cís que queréis perdonarme si me arrepiento de las ofen­sas que os he hecho...

 Sí, Dios mío; ya que deseáis que os ame, aunque soy un vil rebelde contra vuestra soberana majestad, os amo con todo mi corazón, y me duelo de haberos ofendido más que de cualquier otro mal en que hubiera podido incurrir.

Iluminadme, pues, ¡ oh Bondad infinita!, y dad­me a conocer la horrenda malicia de mis culpas. No; no resistiré más a vuestra voz, ni volveré a injuriar a un Dios que tanto me ama, y que tantas veces y con tanto amor me habéis perdonado...

¡Ah, si nunca os hubiera ofendido, Jesús de mi alma! Perdonadme y haced que de hoy en adelante a nadie ame más que a Vos, que sólo viva para Vos, que moris­teis por mí, y que sólo por vuestro amor padezca, ya que por mí tanto padecisteis. Eternamente me habéis amado, concededme que por toda la eternidad arda yo en vuestro amor. Todo lo espero, ¡oh Salvador mió!, de vuestros infinitos merecimientos.


En Vos confío, Virgen Santísima, pues con vuestra in­tercesión me habéis de salvar.

   


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