» Es una desgracia acudir a los curanderos
Autora: Sor Emmanuel Maillard
¡Cuidado!: hoy mucha gente acude a los curanderos sin saber muy bien de dónde les viene su don de curación.
Efectivamente, si a alguien le duele la rodilla y consulta con un curandero, quizá su rodilla quede curada, pero la persona no sabe que de esta forma la dolencia ha sido simplemente desplazada. Se instalará en otra parte del cuerpo, en un órgano más esencial o quizás en lo más profundo de su ser.
Nuevamente esta persona visita al curandero, que quizás lo sane, pero le surgirá un tercer mal, aún peor...
Y un día se despertará con angustias desvastadoras, por ejemplo impulsos de muerte, deseos de suicidarse.
¿Por qué, sin cusa aparente, un jóven se cuelga de una soga, cuando a primera vista nada podía motivar este acto?.
En muchos casos, finalmente se descubre que en el pasado su madre lo había llevado a ver a un curandero.
Los curanderos reciben a menudo su don por transmisión de otra persona que a su vez lo ha recibido de otra... ¡Y, río arriba, hay nada menos que un brujo que lo ha obtenido de un demonio!
Aparentemente, Satanás puede curar, pero como dice Jesús en el Evangelio: "en los últimos tiempos, los falsos profetas harán signos y prodigios sorprendentes hasta llegar, de ser posible, a seducir a los elegidos" (Mt 24,24)
Los demonios no hacen regalos. Pero como son muy hábiles en imitar lo que hace Dios, desplazan la enfermedad para hacer creer en una curación, cuando en realidad la empeoran.
Mi comunidad es con frecuencia requerida para un "servicio de postventa" de estas aparentes curaciones realizadas por los curanderos, que arrastran consigo un paquete de veneno. No son sino simulacros de curaciones.
Jesús no cura sólo nuestros cuerpos, sino también toma nuestros curazones, nuestros espíritus y nuestras almas para bendecirlas. Regenera a la vez todo nuestro ser.
Es por ello que quienes recurren a los curanderos terminan enfermando de mayor gravedad. Porque el mal pasa del cuerpo al corazón, o del cuerpo al alma. Se cree estar atendiendo una enfermedad física y aparecen síntomas nuevos más profundos, como odios extraños, obsesiones...
¡Cúantos testimonios hemos tenido al respecto! De repente (las esposas), no pueden soportar más al marido, no toleran su manera de hablar o de caminar... no consiguen levantarse por la mañana ni realizar un trabajo esencial... De repente, tienen terribles jaquecas, entran en depresión...
No arriesgues tu estado de salud ni tus sufrimientos a cualquier precio, poniéndote en manos de charlatanes, ¡para encontrarte peor aún a fin de cuentas!
La Virgen ha recomendado muchas veces que vayamos a ver a los médicos, pero nunca dijo de ir a ver a curanderos, ¡y sabe bien por qué!.
Los curanderos provocan muchas depresiones, muchos suicidios, además de enfermedades mentales.
Es un deber para mí poner a mis lectores sobre aviso: no vayaís a verlos aún cuando os propongan atenderos en forma gratuita, aún cuando tengan una imagen de la Virgen de Lourdes en su casa para atraer mejor a cierta clientela.
Si tu ya has consultado a un curandero, ya sea por ti o por alguien de tu entorno, ve a ver a un sacerdote experimentado y pídele perdón a Jesús por haberlo hecho, aunque hayas ido a visitarlo de buena fe por ignorancia.
Pídele al sacerdote que haga una oración de liberación para romper todo lazo que podría aún perjudicarte, causado por esta palabra de muerte pronunciada sobre ti por el curandero.
Muy frecuentemente, en efecto, basta con una buena confesión para que ese mal en cadena sea interrumpido.
El sacramento de la reconciliación es muy poderoso, pues en él somos purificados por la Sangre de Jesús que se vierte sobre nosotros.
Sin embargo, no es mágico, hay que renunciar libremente al mal y a toda práctica de las tinieblas.
De regreso a tu casa, es bueno volver a pronunciar las Promesas del Bautismo para rechazar toda influencia nefasta.
El ayuno y la oración son necesarios: pueden sanar.