20.1» La Virgen María - Parte 1
Autor: P. Angel Peña O.A.R.
Todos los exorcistas, sin excepción, hablan en sus libros por experiencia propia que acudir a la Virgen María es fundamental en los casos de exorcismos, especialmente en los más difíciles.
El poder de María sobre el demonio viene desde antiguo. Por eso, el Génesis 3, 15 dice: Ella te aplastará la cabeza. Algunos teólogos dicen que la rebelión contra Dios fue, precisamente, por tener que aceptar a Jesús como Dios, siendo a la vez hombre y, sobre todo, por tener que ser menos que María, una simple criatura humana, inferior a ellos en naturaleza.
De hecho, María es el terror de los demonios y basta pronunciar su nombre, con el de Jesús, para que huyan despavoridos. Cuando se reza el rosario, se manifiestan con violencia, como si les hicieran un gran daño. Por ello, normalmente, en todos los exorcismos suele acostumbrarse a comenzar con el rezo del rosario.
San Luis Orione les decía a los miembros de su Congregación el 4 de diciembre de 1973.
Estamos en la novena de la Inmaculada. Es tan grande el privilegio de la Inmaculada Concepción que este privilegio ha desatado en el demonio una inmensa rabia y odio. Por eso, cuando se quiere saber si una persona está poseída por el demonio, un medio fácil es hacerle repetir “Oh María sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos”.
Los posesos dicen el Gloria al Padre, dicen el Avemaría. Pero esta jaculatoria no la quieren repetir... Cuando estaba en América, un día vino un médico, presidente del hospital mayor de Buenos Aires, estimadísimo entre todos los médicos de la capital. Y me dijo: “Tengo una hija endemoniada, hágame la caridad de exorcizarla...” Su hija estaba verdaderamente endemoniada, hablaba en lenguas diversas, que nunca había estudiado y tenía una voz fuerte de hombre...
Me trajo el permiso del arzobispo, fui a la capilla escogida y comencé el exorcismo. La niña corría entre las bancas como una serpiente, pasaba entre los bancos con rapidez, pero no podía salir; porque las puertas estaban cerradas.
La amarraron y no me fue posible hacerle decir: “Oh María sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos”. Ella decía algunas letras: ía... cado... bida: pero no repetía la jaculatoria entera. Al fin, el Señor la liberó.
Hice otro exorcismo a una novicia convertida del protestantismo. Algunas religiosas vinieron a decirme que estaba endemoniada...
Ella recibía la comunión todas las mañanas y el demonio la obligaba a tirar la hostia santa en un lugar indecente. Cuando le echaba agua bendita, gritaba como si le echara plomo fundido. Tampoco a ella pude hacerle repetir la jaculatoria de María.
Por eso, cuando seáis sacerdotes, si os llaman para hacer exorcismos, os doy una señal clara para reconocer si son o no endemoniados, pues podría ser histerismo o pueden darse extraños fenómenos nerviosos o enfermedades, que la ciencia puede explicar y, a veces, curar.
La señal es: Si repite la jaculatoria: Oh María sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos, estad tranquilos, no está poseído, es una enfermedad; pero, si no la repite, estad seguros que el diablo ha tomado dominio de su cuerpo. Hay otras señales como hablar en lenguas extrañas, conocer cosas a distancia, etc75.
75 Gemma Andrea, o.c., pp. 156-157.