18.2» Exorcismos - Parte 2
Autor: P. Angel Peña O.A.R.
El padre Cándido, maestro del padre Gabriele Amorth, dice que en una ocasión invitó a un siquiatra para que le ayudara en un exorcismo. El siquiatra, después de hablar con la joven que iban a exorcizar, escribió una receta y le dijo que tomara esas medicinas. En ese momento, ante la mirada atónita del siquiatra, la joven estiró su brazo, que alargó más de dos metros, agarró la receta y le dijo:
Esto no me sirve. Y lo tiró a la papelera. Está demás decir que el siquiatra quedó espantado, ante aquel fenómeno preternatural e insospechado. El padre Cándido se reía de gusto y, a continuación, hizo el exorcismo para poder sacar el demonio.
A veces, puede ocurrir que un enfermo siquiátrico esté también endemoniado. Entonces, se necesita del exorcista para sacar el demonio y después del siquiatra para ayudarle en su enfermedad. Otras veces, lo que parecía ser una enfermedad siquiátrica se cura con el exorcismo, pues todo su raro comportamiento se debía al influjo del demonio.
Por eso, se cuenta en la vida del beato Francisco Palau, carmelita, que siendo capellán de un hospital de dementes, los exorcizaba a todos; los que tenían influjo satánico, se curaban, y los otros quedaban como estaban.
El obispo Andrea Gemma en su libro Yo, obispo exorcista, afirma que su ministerio de exorcista ha sido de grandes bendiciones para él. Dice: Puedo decir que el ministerio de exorcista me ha dado un gran renovamiento espiritual y la alegría de pertenecer a Cristo y a su Iglesia70. Y creo que esto podrían firmarlo todos los exorcistas.
El padre Gabriele Amorth, decía que no le tenía miedo al diablo, sino que era el diablo quien le tenía miedo a él, pues actuaba con el poder de Jesús. Por ello, nunca había recibido daños de parte del demonio.
Es bueno recordar aquí que el patrono de los exorcistas es san Benito de Nursia, declarado así por el Papa Honorio III. La medalla de san Benito es muy poderosa también para protegerse del demonio.
Andrea Gemma cuenta el caso de un millonario industrial de Turín que creía sólo en la fuerza de su inteligencia para sus negocios. Un día comenzó a desvariar y a no darse cuenta de lo que decía ni de lo que hacía. Despreciaba a Dios y a la Iglesia y a todo lo sagrado en general.
Buscó en magos y brujas de todo el mundo la manera de curarse, pero solo consiguió que le fueran sacando millones y millones de su gran riqueza, mientras él estaba cada día peor, más arrogante, soberbio y egoísta. No quería saber absolutamente nada de sacerdotes ni de bendiciones.
Su rostro, a veces, aparecía terriblemente feo con ojos llenos de odio y a veces tenía una fuerza de león que nadie podía contener. Sus negocios empezaron a venir a menos y todo iba de mal en peor. Un día, al entrar en su fábrica, empezó a gritar como un cerdo y a berrear con un elefante, blasfemando contra todos y tratando de hacer daño a sus 300 obreros.
Fue entonces cuando ellos entendieron que su patrón estaba endemoniado... No digo más. Pero me lo trajeron once hombres robustos después de muchas peripecias. Apenas me vio con la estola empezó a amenazarme diciendo: Te la haré pagar, te destrozaré. Comencé a hacerle exorcismo con fervientes oraciones...
Finalmente, después de largos sudores, el demonio lo dejó y cayó a tierra con desmayo e inerme, vencido. Nadie se había dado cuenta de que mientras hacía el exorcismo, se habían filmado algunas escenas, grabando su voz y las blasfemias y palabrotas.
Cuando despertó, no se acordaba de nada, había olvidado todo y se encontró delante del sacerdote a quien había odiado tanto y amenazado. Estalló en llanto y comenzó a ser desde ese día un corderito y un cristiano totalmente practicante y un verdadero apóstol de Cristo.
Cuando vio las escenas grabadas y se dio cuenta hasta qué punto la soberbia y el orgullo de Satanás le habían llevado, vendió todo y con su familia se fue a un país de África a ayudar a los misioneros y pobres del tercer mundo donde vive ahora71.
El ministerio de los exorcistas es tan importante en el mundo actual que en algunas universidades eclesiásticas como el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum de Roma, se han organizado ya varios cursos sobre exorcismos para sacerdotes y seminaristas.
No olvidemos que el demonio puede manifestarse de cuatro maneras: posesión (se apodera del cuerpo), vejación (hace sufrir desde el exterior), obsesión (con ideas fijas mentales) e infestación (en cosas, lugares o animales).
70 Gemma Andrea, Io, vescovo esorcista, o.c., p. 25.
71 ib. pp. 151-152.