LA PASTORCILLA Y EL REBANO
SUEÑO 9.—AÑO DE 1844.
Cuenta Don Bosco en sus Memorias:
«El segundo domingo de octubre de aquel año de 1884, tenía que comunicar a mis muchachos que el Oratorio había de ser trasladado a Valdocco. Pero la incertidumbre del lugar, de las personas, de los medios con que había de contar me tenían grandemente preocupado. La noche precedente fui a descansar con el corazón lleno de inquietud. Durante toda ella tuve un sueño que me pareció como un apéndice del que tuve por primera vez en Becchi cuando apenas contaba nueve años.
Mi deseo es exponerlo aquí literalmente».
«Soñé que me encontraba en medio de una gran cantidad de lobos, de cabras, cabritos, corderos, ovejas, cameros, pájaros, perros... Todos al mismo tiempo hacían un ruido, un estrépito, o mejor dicho, un estruendo diabólico, capaz de infundir espanto al más animoso. Yo quise huir, cuando una Señora, admirablemente vestida de pastorcilla, me indicó que siguiese y acompañase a aquella extraña grey, mientras Ella iba delante.
Anduvimos vagando de un lugar a otro: hicimos tres estaciones o paradas; en cada una de ellas muchos de aquellos animales se trocaban en corderos, cuyo número iba progresivamente en aumento. Después de haber caminado mucho, me encontré en un prado, en el que aquellas bestezuelas comenzaron a triscar y a comer al mismo tiempo, sin que las unas molestasen a las otras.
Abrumado por el cansancio, quise sentarme al borde de un camino cercano, pero la Pastorcilla me invitó a que prosiguiese adelante. Después de recorrer un breve espacio de terreno, me encontré en un amplio patio con un pórtico alrededor, en cuyo extremo había una iglesia.
Entonces me di cuenta de que las cuatro quintas partes de aquellos animales se habían convertido en corderos. Su número se había hecho grandísimo. En aquel momento llegaron algunos pastorcillos para custodiarlos, pero después de detenerse un poco, se marcharon. Después sucedió algo maravilloso. Muchos corderos se trocaban en pastores, que, al crecer en número, cuidaban de los demás. Al aumentar tan considerablemente el número de los pastores, se dividieron en grupos y marcharon a diversos lugares, para reunir a otros animales extraños y guiarlos a distintos rediles.
Yo quise marcharme porque me parecía que era la hora de celebrar la Santa Misa, pero la Pastorcilla me invitó a dirigir la mirada al mediodía. Entonces vi un campo sembrado de maíz, patatas, repollos, remolachas, lechugas y otras hortalizas.
—Mira otra vez, —me dijo la Pastorcilla.
Y al dirigir mi vista a aquel mismo lugar, vi una magnífica iglesia.
Una orquesta y una banda de música instrumental y una agrupación coral me invitaron a cantar la Misa. En el interior de aquella iglesia se veía una franja blanca, en la cual se leía escrito con caracteres cubitales: Hic domus mea, inde gloria mea.
Continuando el sueño, quise preguntar a la Pastora dónde me encontraba; qué significaban aquella caminata, las paradas, la casa, la primera iglesia y la segunda.
—Todo lo comprenderás —me dijo— cuando con los ojos materiales veas cuanto has podido apreciar con los ojos de la mente.
Pero, pareciéndome que estaba despierto, dije:
—Yo lo veo todo claramente con mis ojos materiales; sé adonde voy y lo que hago.
En aquel momento sonó la campana del Ángelus de la iglesia de San Francisco de Asís y me desperté.
Este sueño me ocupó casi toda la noche; vi durante él otros muchos detalles. Entonces comprendí poco de su significado, pues, desconfiando de mí daba poco crédito a cuanto había visto; pero todo ¡o fui comprendiendo cuando se impuso la realidad de los hechos.
Las tres paradas indicadas en este sueño representan el traslado del Oratorio al Refugio de la Marquesa Barolo, donde se instaló la primera capilla dedicada a San Francisco de Sales; la marcha de este lugar a San Martín de los Molinos Dora y, por último, la ida a la Casa Moretta, alquilada por San Juan Bosco en noviembre del 1845 y ocupada hasta la primavera del año siguiente.
El patio con sus pórticos y con la iglesia que vio en el sueño, son los del Oratorio instalado ya definitivamente en el cobertizo Pinardi; nos referirnos a la primera iglesia contemplada en la visión.
La segunda iglesia, a la que califica de magnífica, no es otra que lá de San Francisco de Sales, consagrada el 20 de junio de 1852.
La frase latina que aparece en el sueño, fue vista por San Juan Bosco en tres ocasiones y formas distintas.
La primera en la "magnífica iglesia" del sueño que acabamos de narrar en la que pudo ver escrito en caracteres cubitales «HlC DOMUS MEA, INDE GLORIA MEA».
La segunda vez le pareció contemplar un mote parecido en la Capilla Pinardi: «HAEC EST DOMUS MEA, INDE GLORIA MEA».
La tercera vez leyó en la fachada de una casa capaz para dar acogida a varios centenares de jovencitos, casa que aún no existía: «HlC NOMEN MEUM, HINC INDE EXIBIT GLORIA MEA».