LOS DOS PINOS
SUEÑO 32.—AÑO DE 1861.
Don Ruffino nos dejó consignado en su Crónica personal, entre otros, el siguiente sueño:
Por aquellos días —escribe—[San] Juan Don Bosco nos habló así:
Parecióme encontrarme en Castelnuovo, en medio de unos prados, en compañía de algunos jóvenes esperando algo con qué obsequiar a [Beato] Pío Pp. IX en su fiesta onomástica, cuando he aquí que vemos venir por el aire de la parte de Buttigliera un gran pino de un grosor imponente y de una altura extraordinaria.
El pino se acercaba a nosotros en posición horizontal, después se enderezó, adoptando la vertical, osciló y pareció que iba a caer encima de los que lo contemplábamos. Asustados, quisimos huir e hicimos la señal de la cruz, cuando he aquí que soplo un viento impetuoso que transformó a aquel árbol en un temporal de relámpagos, truenos, rayos y granizo.
Poco después vimos otro pino menos grueso que el anterior, avanzando en la misma dirección, y que se colocaba encima de nosotros; después, siempre en posición horizontal, comenzó a descender. Nosotros huimos temiendo ser aplastados, mientras tanto hacíamos la señal de la cruz.
El pino descendió casi a ras del suelo, permaneciendo suspendido en el aire; sólo sus ramas tocaban la tierra. Mientras estábamos observándolo, he aquí que sopló un vientecillio que lo transformó en lluvia. No comprendiendo el significado de aquel fenómeno, nos preguntábamos unos a otros:
—¿Qué quiere decir esto?
Y he aquí que uno, a quien no conocía, dijo:
—Haec est pluvia quam dabit Deus tempore suo.
Después, otro desconocido, añadió:
—Hic est pinus ad ornandum locum habitationis meae.
Y me citó el lugar de la Sagrada Escritura en el que se lee este versículo, pero no lo recuerdo.
Yo creo que el primer pino era símbolo de las persecuciones, de las tempestades que caen sobre aquellos que permanecen fieles a la Iglesia.
El segundo representa a la misma Iglesia, que será como lluvia fecunda y benéfica para aquellos que le sean fieles.
El siervo de Dios no añadió más explicación —continúa Don Lemoyne— y nosotros no vamos a discutir si el sueño admite o no otro sentido, limitándonos a hacer una comparación.
El pino de tamaño colosal y de un diámetro excepcional que se levanta erguido en medio de la tierra ¿no se asemeja al árbol que vio Nabucodonosor y que describe el profeta San Daniel, cuya altura llegaba al cielo, tan rico en ramas verdes y frondosas que desde lejos parecía una floresta?
¿No es símbolo de un poderío extraordinario, de una actitud de desafío y de rebelión contra Dios y de una amenaza de exterminio dirigida a sus siervos? Pero desaparece de la tierra herido por la ira del Señor: Un viento ardiente e impetuoso seca sus ramas, lo envuelve en la tempestad y lo consume con el fuego.
El pino segundo, que también era alto y esbelto, pero no en tanto grado como el anterior, representaba tal vez, no tanto a la Iglesia en general cuanto a una porción elegida de la misma, como sería una congregación religiosa, por ejemplo, la Sociedad de San Francisco de Sales. Esto parece indicar el lugar que sirvió de escenario a este espectáculo.
La posición horizontal de este árbol en contraposición con la vertical del primero, es símbolo de la humildad, virtud fundamental. El versículo a que alude [San] Juan Don Bosco es el 13 del capítulo LX de San Isaías: Gloria Libani ad te veniet, abies et buxus et pinus simul, ad ornandum locum sanctificationis meae; et locum pedum meorum glorificabo.