Monday December 23,2024
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MEDITACIONES

Jesus Meditando


»Padre Nuestro


»¿Los jóvenes de este Siglo ¿Son educados?

»Ahora lo Entiendo

»El secuestro no
es castigo de Dios

»Mi hermosa Niña de Galilea

»Benedicto XVI, a corazón abierto

»¿Es malo desear la muerte?

»¿Realmente existe el demonio?

»El actor de la película La Pasión atribuye su papel a Medjugorje

»¿Existe Dios?

»Carta de un Sacerdote

»María y los Santos.
¿Qué dijeron los santos acerca de la Virgen María?

»El culto a la santa muerte

»La liberación no es lo que prometía

»Un acto de amor al prójimo.
¡Dios nunca olvida!

»Una marca inborrable en mi vida

»¡Gracias por ser sacerdote!

»La Fiesta de la Misericordia

»Obediencia / Desobediencia

»María, Reina de Misericordia

»María libra del infierno a sus devotos

»¡Oh Dulce Virgen María!

»María alivia a los suyos las penas del purgatorio y les saca de ellas

»¿Y por qué faltar a misa el domingo es pecado?

»15 Razones del por qué el yoga es sumamente peligroso

»Por qué el Yoga, en la filosofía y en la práctica, es incompatible con el Cristianismo

»La Virgen derrama lágrimas en Ucrania

»Nuestro ángel de la guarda

»El corazón y la ciencia

»La soledad compañera
de la vida

»María, Causa de nuestra alegría

»El Poder olvidar, don de Dios

»María ha subido al cielo
en cuerpo y alma

»En nosotros está la lámpara maravillosa


»Una luz en la noche


»Ahora Cristo es más mío


»Entrevista con San Pedro
y San Pablo


»¿Son compatibles? Yoga y Cristianismo


»¿Estamos abiertos al Evangelio?


»Reina y Madre de sus
queridos hijos

»Los santos cuerpos incorruptos

»Cuando sufrir es bello

»Cada uno de nosotros es
un grano de trigo

»Jesús, la mejor opción en la vida

»Eucaristía y Sagrario

»En la frente... una cruz de ceniza bendecida

»Dejar que Cristo entre en corazón

»El ayuno, don total de
uno mismo a Dios

»Ante la presencia de Jesús ...un consolador recuerdo

»Que Nunca nos falte María

»La más tierna de las madres y la más poderosa de las Reinas

»La Noche Vieja

»Dios de Dios, Luz de Luz

»La Guadalupana, tu madre

»El clamor del Adviento

»Meditación ante el Santísimo Sacramento

» El Espíritu en acción, los carismas del Espíritu Santo

» Dios esta dónde le dejan entrar

» Obediente hasta la cruz

»¡Aquí estás presente, Señor!


» Vive, ama y perdona ¡ya!


»Con María, y un rosario
antes de Misa

»Reina y Madre de sus queridos hijos

»María es inmensamente
feliz en el cielo

»Madre enséñame a orar contigo
y como Tú lo hacías

»Los éxitos del Hijo son
también de su madre



»María, ahora es todo luz 



»Aceptó ser madre tuya por siempre 

»El amor más entrañable
ahí está por ti
 

»Creo en la misericordia divina

»Jesucristo Sacerdote

»María, la que más conoce y
mejor puede enseñar


»Presencia de Jesús y María
en nuestra vida


»Dulce huésped del alma

»Con María...esperado Pentecostés

»Enséñanos, María a aceptar
sin preguntar


»María te ofrece al Hijo de Dios

»No he venido a ser servida
sino a servir


»¡Gracias, por haber dicho que sí!

»El cielo es tuyo Subes o te quedas

»San José, hombre de trabajo

»Vocaciones y oración

»Cristo se deja llevar por
el Espíritu Santo


»Reír, sonreír y amar

»Tu actitud es más importante
que los hechos


»Eucaristía y compromiso de caridad

»La providencia de Dios

»Lo que Cristo quiere ser para ti

»Lo que ella sabía que su hijo cruzaba la hora más amarga

»Solemnidad del Cuerpo y
Sangre de Cristo


»Dolor, humillación y gloria
de las espinas




 
Autor: P Fernando Pascual LC | Fuente: catholic.net

¿Estamos abiertos al Evangelio?


Jesus es camino la verdad y la vida plenaAcoger la buena semilla del Evangelio es posible sólo si estamos preparados, si tenemos buena tierra, si el corazón está abierto a la escucha.

Por desgracia, nos dejamos arrastrar por distracciones o por problemas grandes o pequeños. Nuestra tierra no está lista. La semilla no podrá dar fruto, porque el alma no oirá o no sabrá comprender un mensaje que llega del corazón mismo de un Dios que ama a cada uno de sus hijos.

No estamos abiertos al Evangelio cuando nos dejamos envolver por el activismo, por las ocupaciones inmediatas, por el trabajo urgente, por los quehaceres de la vida familiar, por algún deporte o entretenimiento obsesivo, por internet, por la televisión, por el remolino de las noticias, por las prisas del mundo tecnológico.

No estamos abiertos al Evangelio cuando los golpes de la vida, un accidente, la situación de paro, los conflictos en familia, la enfermedad, la falta de dinero, el cansancio físico o mental, tantos infortunios que nos asaltan, se convierten en ocasión de queja, de amargura, de encerramiento en uno mismo. No supimos reconocer que esos momentos nos invitaban a mirar al cielo y pedir, humildemente, ayuda, consuelo, perdón.

No estamos abiertos al Evangelio cuando acogemos las tentaciones del mundo, del demonio, de la carne; cuando cedemos a nuestros caprichos; cuando dejamos que la codicia seque nuestro corazón; cuando almacenamos rencores y odios que carcomen el alma; cuando nos hundimos en las pasiones de la carne, de la gula, del sexo, de la pereza; cuando nos volvemos indiferentes ante las injusticias y la pobreza que afligen a tantos hermanos nuestros.

No estamos abiertos al Evangelio cuando hemos permitido que el mal contamine nuestro espíritu, cuando nos hemos rendido a la desesperación, cuando creemos que la honradez es imposible, cuando llegamos a pensar que ni Dios puede perdonar nuestros pecados...

Pero la situación cambia profundamente cuando miramos al cielo y nos dejamos tocar por la bondad del Padre; cuando aprendemos a leer los signos de los tiempos para reconocer que cada instante es una ocasión para el cambio; cuando escuchamos al Hijo y nos dejamos limpiar por su Amor crucificado; cuando permitimos al Espíritu Santo tocar nuestro corazón y ponemos a la obra sus continuas insinuaciones y consejos.

Estamos abiertos al Evangelio cuando rompemos con las ataduras del mundo y los negocios terrenos para dejar que el amor se convierta en el centro de la propia vida; cuando renunciamos al egoísmo para entrar en el mundo del servicio; cuando reconocemos que Dios ha dado el primer paso al ofrecernos su perdón y que espera nuestro arrepentimiento.

Estamos abiertos al Evangelio cuando emprendemos el camino difícil de la lucha contra las pasiones y contra los malos influjos de los “amigos”, cuando quitamos espinas y abrojos asfixiantes. Sólo entonces podremos descubrir la belleza de las bienaventuranzas, de la oración, de la vigilancia, de la lucha continua contra el mal, del trabajo sincero para construir sobre la Roca verdadera: Jesucristo.

Estamos abiertos al Evangelio, en definitiva, si acogemos a Cristo, si le dejamos el primer lugar en la propia vida, si vivimos sus enseñanzas, si conocemos su doctrina, si amamos su Iglesia, si aprendemos a ser mansos y humildes de corazón, si perdonamos a nuestro hermano para poder también nosotros recibir el perdón maravilloso que nos llega desde la Sangre del Cordero.

 

   


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