| Autor: James Manjackal MSFS  | Fuente: catholic.net 
          ¿SON COMPATIBLES? Yoga y Cristianismo
  El Yoga en la filosofía y en la práctica es incompatible con   el Cristianismo
New Oxford Revue -   Febrero 2006, 
            por Joel S. Peters
 Joel S. Peters enseña   Teología en un Instituto católico de segunda enseñanza en Montvale, New Jersey.
 
 No es poco común en estos días ver propaganda y promociones del yoga.   Abundan los libros sobre el yoga; abundan los sitios en el Internet que se   ocupan de su filosofía y práctica; y seminarios de divulgación son   rutinariamente ofrecidos en gimnasios, clubs de salud e, incluso, en algunas   instituciones católicas.
 Ha penetrado tan exitosamente en nuestra cultura que   incluso a mucha gente no se le mueve ni un pelo cuando eso se menciona. De hecho   algunos cristianos han incorporado al yoga a sus vidas y admiran su propia   actitud "inclusiva", o bien no ven nada incorrecto con practicar el yoga y   estarían muy sorprendidos de saber que representa alguna amenaza espiritual de   cualquier tipo. 
 Es precisamente a causa de esta ignorancia sobre el yoga   -- de parte de quienes se declaran cristianos -- que elegí escribir este   artículo.
 
 No tengo dudas que la vasta mayoría de creyentes que practican el yoga   es felizmente inconsciente respecto de su verdadera naturaleza y propósitos y   que probablemente lo vea como "simplemente ejercicio". Pero en eso radica su   mayor peligro.
 
 Cuando el yoga es reducido a una mera disciplina corporal, con   poca o ninguna relación con sus fundamentos espirituales, corremos el riesgo de   ser engañados sobre algo que puede tener mucho que ver sobre nuestro bienestar   espiritual.
 
 ¿Qué es el yoga?
 
 Los orígenes del yoga se   remontan hasta 5.000 años y durante mucho tiempo sus principios se difundieron a   través de la transmisión oral. Finalmente esta tradición fue puesta por escrito   y entonces el yoga hizo su aparición en los cuatro antiguos textos hindúes   conocidos como los Vedas, el más antiguo de los cuales data del 1.500 a.C. Más   tarde, un individuo llamado Patañjali compiló y codificó la suma total del saber   sobre el yoga. Las fuentes discrepan sobre cuándo ocurrió esto, con fechas que   van del siglo IV a.C. al II d.C. Su obra, llamada el Yoga Sutra, es el texto de   más autoridad sobre el yoga, reconocido por todas sus escuelas.
 
 La   palabra "yoga" deriva de la raíz sánscrita yuj, que significa "unión" o "uncir".   El sánscrito es la lengua antigua del hinduismo y por tanto no debería   sorprender el saber que el yoga está relacionado inseparablemente con esta   religión.
 
 En realidad, el significado de "yoga" es muy similar a la palabra   latina religio, de la que deriva nuestra palabra "religión" -- que significa   "sujetar" o "atar". En el caso de ambas palabras, la clara implicación es que la   persona ha sido "acoplada" o "ligada" a algo espiritual. Más significativa es   aún la razón por la cual se ha desarrollado el yoga.
 
 En el hinduismo   existen tres vías para la salvación: las obras (ritos, obligaciones, y   ceremonias que deben agregarse al propio mérito), el conocimiento (la   comprensión de que la verdadera causa del mal y la miseria no es el pecado sino   la ignorancia sobre la verdadera naturaleza de nuestra existencia) y la devoción   (la adoración a los dioses y diosas hindúes). Son los brahmanes o casta   sacerdotal (el estado social más alto) los que en la sociedad hindú, los que más   frecuentemente utilizan la vía del conocimiento. Dentro de ella, existen tres   escuelas filosóficas: vedanta, sankhya y yoga.
 
 De modo que, dicho con sencillez,   el yoga es un sistema de la filosofía hinduista diseñado para conducir a quien   lo practica al alumbramiento espiritual o la salvación. Dentro de este proceso,   el mecanismo específico es la utilización de posturas físicas (asanas), unidas a   ejercicios respiratorios que son específicamente diseñados para estimular la   meditación y alterar el estado de la propia conciencia a fin de que quien lo   practica alcance la unión con una "realidad superior".
 
 Si bien es ajeno   al propósito de este artículo tratar los diversos tipos de yoga, es relevante   notar que, no obstante que los componentes dentro de sus ramas pueden variar, su   objetivo final es el mismo, a saber, la alteración de la propia conciencia para   alcanzar un estado espiritual.
 
 Pero los recursos bibliográficos sobre el   yoga ¿No repudian la conexión religiosa?
 
 Ciertamente, Ud. encontrará   negaciones de parte de algunos autores e instructores sobre cualquier conexión   entre el yoga y la religión. Considere los siguientes ejemplos: "el yoga no es   una religión, por lo tanto puede ser practicada en armonía con cualquier   creencia religiosa". (Rammurti S. Mishra, Fundamentals of Yoga) "El yoga es un   sistema integral sobre cómo vivir nuestras vidas. Él nos conduce hacia una   completa nueva forma de vida. No es una religión, por tanto puede ser combinada   con una religión para incrementar la riqueza de cualquier tradición" (Mischala   Joy Devi, The Healing Path of Yoga). "Algunos piensan que el yoga es   calisténico, compendiado en los pies arriba, la postura de loto u otra pose en   forma de rosquilla. Otros piensan que es un sistema de meditación. Sin embargo   hay quienes lo miran, quizás con temor, como una religión. Todos estos   estereotipos son falsos". (Georg Feuerstein y Stephan Bodian, editores, Living   Yoga). "De todos modos ¿qué es el yoga? No es sólo relajación, sólo respiración   o sólo meditación. No es sólo cruzar las piernas, cerrar los ojos, juntar los   pulgares y índices y cantar ‘Om…’ Y ciertamente no es un culto o una religión"   (Larry Payne y Richard Usatine, Yoga Rx).
 
 Todos son reconocidos maestros   del yoga y sin embargo uno puede no menos que detenerse ante la incongruencia de   sus negaticiones sobre las conexiones religiosas del yoga y el material que   exponen en sus libros, el cual muestra claramente cómo la práctica del yoga   tiende, formalmente, hacia un fin espiritual dentro del contexto de una visión   universal propiamente hindú. Y si el yoga no es realmente una religión, entonces   ¿cómo explicamos el hecho que tenga un papel prominente en los Vedas, el   Bhagavad-Gita y los Upanishads, que son libros sagrados hindúes? De modo que   esas negaciones son, en el mejor de los casos, ignorancia de parte de esos   autores (lo que es insostenible a la luz del nivel de estos maestros del yoga) y   en el peor de los casos, un deliberado falseamiento de lo que realmente es el   yoga. Ambas explicaciones presentan problemas.
 
 ¿Por qué la práctica   del yoga es un problema para un cristiano?
 En el corazón del hinduismo   hay una visión monástica -- la que sostiene que toda realidad es, en última   instancia, una sola y que ella tiene una común "esencia" divina. En otras   palabras, mi propio ser o identidad tiene en realidad la misma identidad que   todos los otros seres. Aunque las etiquetas para esta esencia varían (p.e., ser   universal, conciencia cósmica, ser eterno, etc.), conllevan el mismo concepto   básico, a saber, que el universo es entendido como una energía eterna, divina y   espiritual, y que todas las entidades existentes -- incluyendo los humanos --   son extensiones de ella. El yoga es el vehículo que une al practicante   (varón=yogi, mujer=yogini) con esta energía cósmica. La tarea del yogi es, por   tanto, doble: (1) descartar la noción "errónea" de que cada persona es un ser   único distinto del resto de la creación, y (2) "hacerse uno" con esta energía   cósmica conocida también como realidad superior.
 
 Los cristianos profesos   deberían ya estar advirtiendo que la visión mencionada es ajena -- incluso   diametralmente opuesta -- a la suya propia. De modo que el contexto real que   define al yoga está desviado radicalmente de la percepción cristiana de la   realidad, por medio de la cual el creyente en Cristo debe reconocer ciertamente   que: (a) él es, realmente, una creación única de Dios, (b) ni el hombre ni el   universo creados son divinos, y (c) la finalidad de esta vida es el crecimiento   en la propia relación con un Creador personal, amoroso y divino que, aunque   eternamente distinto de lo que ha creado, nos convoca a entrar en Su compañía.   La discrepancia entre estas dos visiones no puede ser más grande.
 
 Pero ¿no es posible lograr los beneficios corporales del yoga dejando   de lado los aspectos religiosos?
 
 Esta pregunta es engañosa y revela   cierta ignorancia por parte de quien la formula. Es engañosa porque presupone   que puede plantearse una dicotomía entre las posturas físicas del yoga y su   espiritualidad subyacente; revela ignorancia porque el cristiano practicante que   la pregunta, muy probablemente no ha investigado previamente al yoga. Si lo   hubiese hecho, debería haberse dado cuenta que es, en su verdadera naturaleza,   una práctica de la religión hindú.
 
 Sugerir que uno puede obtener del   yoga solo beneficios corporales sin ser afectado -- de alguna forma -- por su   inherente fundamento espiritual, es errar el golpe. El yoga no trata,   primordialmente, de la flexibilización del cuerpo; pero sí del uso de los medios   físicos para llegar a un fin espiritual. Por lo tanto el problema de separar en   él lo físico de lo espiritual es en verdad una contradicción en sus propios   términos.
 
 De hecho, si uno consulta la masiva cantidad de material disponible,   se hace patentemente claro que las consideraciones referidas a los beneficios   físicos son secundarias. Normalmente, el yoga es presentado como algo que trata   primordialmente de actualizar el potencial espiritual propio, logrando   "libertad", trascendiendo el ego y cosas semejantes.
 
 Quizás por analogía, un   católico preguntaría si es posible recibir la Eucaristía y no ser participe de   algo religioso. O planteémoslo de otra manera. Si un ateo toma y consume una   Hostia consagrada ¿podemos sostener que no ha recibido el Cuerpo de Cristo   porque no cree que sea lo que es?
 
 ¿Podríamos afirmar que simplemente ha   "experimentado los mecanismos físicos" de recibirlo pero no se ha involucrado en   una actividad espiritual? Técnicamente hablando, la Eucaristía tiene una   realidad espiritual independiente de las creencias de quien la recibe, y yo   propongo que lo mismo ocurre con el yoga. Así como la presencia real de Cristo   está contenida dentro de la Hostia consagrada, independientemente de si quien la   recibe cree o no, así también el yoga tiene un componente espiritual que es   real, independientemente del propósito específico de quien lo practica.
 
 "Pero, espere" -- dice Ud. -- "He estado practicando yoga desde hace un   tiempo, y como resultado me he vuelto más pacífico y ha sobre mi tenido un   efecto positivo de bienestar físico. Y ciertamente no me ha apartado de mi fe   católica". Bien, nuevamente no puedo negar que el yoga produce efectos físicos   en la gente, pero sospecho que sus efectos espirituales deben ser más sutiles y   por ende más esquivos de identificar. Téngase en cuenta que los seres humanos   somos espíritus encarnados, de modo que cuando nos involucramos en una actividad   espiritual ella debe naturalmente producir algún tipo de resultado.
 
 Entonces el asunto se convierte en una cuestión sobre qué tipo de   impacto debe producir el yoga en los cristianos que lo practican y si sus   beneficiosos efectos corporales significan o no que el practicante cristiano   está espiritualmente "okay". Aumentar la elasticidad corporal o intensificar la   paz mental no revelan realmente nada sobre el estado objetivo del alma de uno,   de modo que el último barómetro sobre cualquier práctica espiritual desde un   punto de vista católico es: este empeño ¿me está conduciendo a una más profunda   relación con Cristo? Considerando el propósito expreso del yoga, es   extremadamente difícil responder afirmativamente a esta pregunta.
 
 ¿Tiene la iglesia católica algo que decir formalmente sobre el yoga?
 
 Sí. En la Carta a los obispos de la iglesia católica sobre algunos   aspectos de la meditación cristiana, de 1989 (de ahora en adelante: “Aspectos”),   la Congregación para la Doctrina de la Fe se centra en varias prácticas   espirituales orientales y en su inclusión en la vida espiritual de los   cristianos. En una nota al pie de página en el número 2, Aspectos afirma   específicamente que "Con la expresión ‘métodos orientales’ se entienden métodos   inspirados en el Hinduismo y el Budismo, como el ‘Zen’, la ‘meditación   trascendental’ o el ‘Yoga’. De modo que claramente, el magisterio tiene en su   mente al yoga al afrontar la cuestión de los cristianos que utilizan prácticas   espirituales orientales.
 
 No obstante que este documento no condena   expresamente al yoga, recomienda repetidamente prudencia en el uso de prácticas   espirituales, meditativas o místicas que estén desprovistas de un contexto   claramente cristiano. Por ejemplo, el número 12 afirma: "estas propuestas u   otras análogas de armonización entre meditación cristiana y técnicas orientales   deberán ser continuamente cribadas con un cuidadoso discernimiento de contenidos   y de método, para evitar la caída en un pernicioso sincretismo". También afirma   que los aspectos corporales (como, por ejemplo, las posturas en el yoga) pueden   afectar nuestra espiritualidad:
 
 "La experiencia humana demuestra que la posición   y la actitud del cuerpo no dejan de tener influencia sobre el recogimiento y la   disposición del espíritu. Esto constituye un dato al que han prestado atención   algunos escritores espirituales del Oriente y del Occidente cristiano". (#26)
 De entre todas las observaciones del documento, la más digna de atención es   la tan cruda sobre que la euforia espiritual y física -- que debería resultar de   la práctica del yoga -- no es siempre lo que parece ser: "Algunos ejercicios   físicos producen automáticamente sensaciones de quietud o de distensión,   sentimientos gratificantes y, quizá, hasta fenómenos de luz y calor similares a   un bienestar espiritual.
 
 Confundirlos con auténticas consolaciones del Espíritu   Santo sería un modo totalmente erróneo de concebir el camino espiritual.   Atribuirles significados simbólicos típicos de la experiencia mística, cuando la   actitud moral del interesado no se corresponde con ella, representaría una   especie de esquizofrenia mental que puede conducir incluso a disturbios   psíquicos y, en ocasiones, aberraciones morales". (#28)
 
 En el 2003, el   Consejo Pontificio de la Iglesia Católica para el Diálogo Interreligioso publicó   un documento titulado Jesucristo: Portador del Agua de la Vida (de aquí en   adelante: “Portador”). Aunque está centrado en el movimiento de la Nueva Era,   encontramos incluido nuevamente el tema del yoga: "Entre las tradiciones que   confluyen en la Nueva Era pueden contarse: las antiguas prácticas ocultas de   Egipto, la cábala, el gnosticismo cristiano primitivo, el sufismo, las   tradiciones de los druidas, el cristianismo celta, la alquimia medieval, el   hermetismo renacentista, el budismo zen, el yoga, etc.". (#2,1)
 
 Como en   Aspectos, que lo precedió, Portador aconseja cuidado en el uso de prácticas no   cristianas, pero va un escalón más arriba al poner en duda el verdadero contexto   que precede a algo como el yoga: "Sería insensato, además de falso, decir que   todo lo relacionado con este movimiento es bueno, o que es malo todo lo que se   refiere a él. No obstante, dada la visión subyacente a la religiosidad de la   Nueva Era, en términos generales es difícil reconciliarla con la doctrina y la   espiritualidad cristianas". (#2)
 
 Esta "visión subyacente" guarda un   sorprendente parecido con la cosmovisión hindú y muchos de los términos y   conceptos utilizados dentro del movimiento de la Nueva Era transmiten   esencialmente la misma realidad que constituye el objetivo del yoga: un estado   de conciencia alterado que es como un medio para una experiencia trascendente,   espiritual. El problema es que ese contexto es totalmente extraño a la   concepción cristiana sobre la naturaleza y propósitos de la oración, meditación   y experiencia mística. Más aún, la sola noción de seres humanos uniéndose con   una conciencia cósmica divina contradice lo que la iglesia afirma acerca de una   verdadera experiencia mística:
 
 "Para aproximarse a ese misterio de la unión con   Dios, que los Padres griegos llamaban divinización del hombre, y para comprender   con precisión las modalidades en que se realiza, es preciso ante todo tener   presente que el hombre es esencialmente criatura y como tal permanece para   siempre, de tal forma que nunca será posible una absorción del yo humano en el   Yo divino, ni siquiera en los más altos estados de gracia". (Aspectos, #14;   énfasis agregado)
 
 Para aquellos cristianos que quizás deseen usar las   técnicas de meditación del yoga como una preparación o una ayuda para rezar,   deberíamos estar bien atentos a la verdadera naturaleza de toda actividad   espiritual: "la oración cristiana está siempre determinada por la estructura de   la fe cristiana, en la que resplandece la verdad mismas de Dios y de la   criatura. Por eso se configura, propiamente hablando, como un diálogo personal,   íntimo y profundo, entre el hombre y Dios.
 
 La oración cristiana expresa, pues,   la comunión de las criaturas redimidas con la vida íntima de las Personas   trinitarias". (Aspectos, #3) Debemos ser igualmente cuidadosos sobre la   diferencia fundamental entre las experiencias místicas cristiana e hindú: "Para   los cristianos, la vida espiritual consiste en una relación con Dios que se va   haciendo cada vez más profunda con la ayuda de la gracia, en un proceso que   ilumina también la relación con nuestros hermanos. La espiritualidad, para la   Nueva Era, significa experimentar estados de conciencia dominados por un sentido   de armonía y fusión con el Todo.
 
 Así, « mística » no se refiere a un   encuentro con el Dios trascendente en la plenitud del amor, sino a la   experiencia provocada por un volverse sobre sí mismo, un sentimiento exultante   de estar en comunión con el universo, de dejar que la propia individualidad se   hunda en el gran océano del Ser". (Portador, #3.4)
 
 
 ¿Hay otros   peligros asociados con el yoga?
 
 Sí. Recuerde que Aspectos afirmaba   que una discrepancia entre una experiencia mística y el estado del alma de una   persona podía derivar en "disturbios psíquicos".
 
 En otras palabras, una persona   que está experimentando realmente un fenómeno místico pero que no está   profundamente fundado en Cristo se enfrentará con algunas anomalías espirituales   serias.
 
 No debería entonces sorprendernos, el descubrir que los fenómenos   psíquicos son parte integrante de los "beneficios" del yoga.
 
 Por ejemplo,   Rammurti S. Mishra (citado anteriormente) afirma que a través del yoga una   persona puede "adquirir el poder de ver y conocer sin la ayuda de otros   sentidos…", "conocer acontecimientos pasados e incidentes futuros…", "abrir en   ti el tercer ojo, que es llamado…[el] ‘ojo divino’", experimentar auras y   cuerpos astrales que "vienen a servirlo [al yogi]" y obtener poderes de   clariaudiencia y clarividencia.
 
 Uno sólo tiene que hojear las páginas del   Antiguo Testamento para ver que tales habilidades son realmente poderes ocultos   y que están condenados por Dios en la forma más inequívoca y enérgica. (Lev.   19:26,31; Deut. 18:9-14; 2 Reyes 17:13-15, 17-18; 2 Crón. 33:1-2,6)
 
 De   los cuatro maestros de yoga citados anteriormente, Mishra no es el único en   afirmar que el yoga puede desarrollar las capacidades psíquicas de una persona o   someterla a fenómenos psíquicos. Feuerstein y Bodian observan que las   experiencias posibles por medio del yoga incluyen "sueños lúcidos, estados   incorpóreos, clarividencia, y otras facultades psíquicas, como así también   éxtasis, estados místicos y, en el ápice de todas ellas,   alumbramiento".
 
 Silva, Mira y Shyam Mehta, en Yoga: The Iyengar Way, nos   dicen que "Los estados elevados de conciencia [en el yoga]…resultan en sabiduría   espiritual. También brindan varios logros supranormales (siddhis), de acuerdo   con el objetivo de la meditación. Algunos están dentro de la gama de las   experiencias humanas, como la clarividencia y la capacidad de leer las mentes".
 
 Dadas estas cándidas admisiones hechas por maestros de yoga, de que su   práctica tiene como una consecuencia inevitable el desarrollo de las capacidades   psíquicas -- en realidad, es su objetivo real – le queda al cristiano creyente   un serio dilema moral y espiritual:
 
 ¿Debe desarrollar una actividad cuyo   objetivo final es cultivar "poderes" que Dios expresamente condena?
 
 No debe   negarse el hecho que el yoga fomenta estas capacidades y tampoco hay que ocultar   el hecho que Dios nos dice que ellas son espiritualmente dañinas para sus   criaturas.
 
 
 Conclusión
 
 El yoga está inextricablemente   fundado en una filosofía y en una visión que son substancialmente contrarias a   la fe cristiana. Su propósito expreso es alcanzar estados alterados de la   conciencia que conduzcan a un "alumbramiento" espiritual.
 
 Quizás el peligro   latente para los cristianos que lo practican esté bien resumido en la honesta   admisión de Feuerstein y Bodian:
 
 "En verdad, muchos aspectos del yoga tienen un   sabor hindú, como los mantras sánscritos (sonidos sagrados) que los practicantes   deben recitar en voz alta o repetir mentalmente, o las ideas sobre la   retribución moral (karma) o la reencarnación…. Las personas de cualquier   creencia religiosa o espiritual, lo mismo que los mentalmente abiertos   agnósticos, pueden practicar el yoga con gran provecho. No obstante, ellos   tienden a tener tipos de experiencias yoguísticas que al final los llevan a   considerar, si no adoptar, las teorías ofrecidas por la tradición del yoga"   (énfasis agregado).
 
 ¡Oh! Y yo pensaba que el yoga era sólo un ejercicio físico.
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