35- Para las Hermanas Salesianas
de los Sagrados Corazones
¡Hijos de Mi Corazón y del Corazón de Jesús!
¡Pequeñas abejas, que trabajáis para Mi Hijo, para Mí, me amáis, nos amáis y... Os amamos!
Del Cielo os viene esta fuerza que os hace actuar y aceptar una vida de trabajo por amor. ¡Mis dulces abejitas! En este día del tiempo, Yo, Myriam, más allá del tiempo, os bendigo con todo mi sentimiento de Madre.
Os habéis entregado a Jesús en vuestra vida terrenal, vida que pasa y de la cual permanecen para siempre las buenas obras: vuestra riqueza, preparada para vosotros por Mi Hijo, más allá del tiempo, en aquella vida de felicidad y premio la vida del alma feliz para siempre.
A través del camino más escarpado, se llega más arriba, entonces: sed felices y permaneced serenas en este tiempo difícil, ya que sabéis que todo lo que pesa y oprime, ¡si es ofrecido a Jesús, es alegría futura!
Y, vosotras, obrad con amor, no pensando en vosotras, sino en Él, en Mi Hijo, ¡en Vuestro Hermano!
¡Mis abejitas! ¡Cómo os amo y cómo os ama Mi Hijo!
Un día, más allá de los días, os agradecerá lo que habéis hecho en Su nombre Transformará en gloria vuestras penas, y os dirá con voz fuerte y suave:
"¡Has llegado a Mí, estás entre mis brazos, querida alma!"
Así para cada una de vosotras, que lo lleváis en el Corazón y en el alma, vosotras que Me lleváis en el corazón Y en el alma.
Las palabras más bellas y más dulces sean para cada una de vosotras, para agradeceros lo que a Él habéis dado en paciencia, en afecto, en apoyo a los pequeños, ¡y en esta forma a Él, a Jesús!
Hijas Mías queridas, hijas de Mi Corazón y del Corazón de Jesús, soy la Mamá, ¡vuestra Mamá, y os bendigo con todo el amor de mi alma!
16 de Enero de 1979; 17 horas