Segunda Parte
53» Bernard Nathanson
Autor: P. Angel Peña O.A.R
Bernard Nathanson, considerado el rey del aborto, porque había dirigido la clínica abortista más grande del mundo en Nueva York, era de familia judía, aunque había perdido la fe y era prácticamente ateo.
En su libro autobiográfico La mano de Dios, nos cuenta su conversión.
He trabajado como nadie para hacer el aborto legal y disponible a petición (en USA). En 1968 fui uno de los tres fundadores de la liga de acción nacional por elderecho al aborto. Dirigí la mayor clínica abortista de Estados Unidos y, como director, supervisé decenas de miles de abortos (más de 70.000)130.
Nuestra línea de conducta favorita era achacar a la Iglesia cada muerte producida por abortos caseros. Se daban cada año unas trescientas muertes por abortos delictivos en los años sesenta en USA, pero Naral y sus notas de prensa afirmaban tener datos que apoyaban la cifra de cinco mil...
Cuando la nueva normativa (del aborto legal) entró en vigor el 1 de julio de 1970, organicé y puse en escena un amplio simposio sobre técnicas abortistas en el centro médico de la Universidad de Nueva York... El negocio se disparó.
En seis meses, la clínica, cuyo nombre oficial era “Centro para la salud reproductora y sexual”, pero se conocía vulgarmente como Servicios a mujeres, aumentó su cuenta diaria de abortos pasando de 10 a 120131.
Yo mismo realicé el aborto de mi propio hijo... A mitad de los años sesenta, dejé en cinta a una mujer que me quería mucho. Me rogó seguir adelante con el embarazo y tener a nuestro hijo...
Yo ya había tenido dos matrimonios fracasados, ambos destruidos, sobre todo por mi narcisismo egoísta y mi incapacidad de amar...
No veía salida a la situación y le dije que no me casaría con ella y que, de momento, tampoco me llegaba para mantener un hijo y no sólo exigí que acabara con el embarazo como condición para continuar nuestras relaciones, sino que también le informé fríamente que yo mismo realizaría el aborto. Y lo hice132.
Había realizado muchos miles de abortos a niños inocentes y había fallado a mis seres queridos.
De mi segundo y tercer matrimonio no puedo escribir en detalle, todavía es demasiado doloroso para mí.
Cuando escribo esto, yo he pasado por toda la panoplia de remedios seculares: alcohol, tranquilizantes, libros de autoasistencia, consejeros. Incluso me he permitido cuatro años de psicoanálisis a principios de los setenta...
Yo me despreciaba a mí mismo. Quizás había llegado por fin al principio de la búsqueda de la dignidad humana. Había empezado a hacer un autoexamen serio...
Yo sabía que la enfermedad principal consistía en cortar los lazos entre el pecado y la culpa... Necesitaba ser llamado al orden y educado133.
Cuando a principios de los años setenta, los ultrasonidos me mostraron a un embrión en el vientre materno, sencillamente perdí la fe en el aborto a petición...
Quedé estremecido hasta el fondo del alma por lo que vi.
Las cintas eran asombrosas. Algunas no eran de mucha calidad, pero seleccioné una de mejor calidad que el resto y empecé a ponerla en encuentros pro-vida por todo el país...
Don Smith quiso convertir mi video en una película y así es como acabó haciéndose “El grito silencioso”, que tanto furor había de causar...
El grito silencioso mostraba cómo se despedazaba en el útero un feto de doce semanas con una combinación de succión e instrumental de aplastamiento por parte del abortista...
El grito silencioso era un arma poderosa. No consiguió cambiar la mente de los legisladores, pero creo, y lo digo humildemente, que ha salvado la vida de algunos bebés. Al menos, espero que así haya sido134.
Y, por primera vez, en toda mi vida adulta, empecé a considerar seriamente la noción de Dios, un Dios que me había conducido inexplicablemente por todos los intricados círculos del infierno, sólo para enseñarme el camino de la redención y la misericordia a través de su gracia...
No experimenté una instantánea epifanía cegadora ni empecé a rezar Avemarías...
En mi caso, fui llevado a una búsqueda, revisando las literaturas de las conversiones, incluyendo “El pilar de fuego” de Karl Stern. También leí a Malcolm Muggeridge, Walter Percy, Graham Greene, C.S. Lewis, al cardenal Newman y a otros más135.
Por fin se bautizó en la catedral de San Patricio de Nueva York, el 9 de diciembre de 1996. Fue un momento muy difícil. Estaba completamente emocionado.
Y, después, cayó esa fría agua purificadora sobre mí y voces suaves y un inexpresable sentimiento de paz...
Soy optimista ante el futuro, independientemente, de lo que puede traer consigo, porque he vuelto mi vida hacia Cristo.
Ya no tengo control de mi vida ni quiero tenerlo. Nadie puede hacerlo peor de lo que yo lo hice. Ahora estoy, simplemente, en las manos de Dios136.
Bernard Nathanson se dedicó hasta su muerte a practicar la ginecología en las zonas más pobres de Nueva York para ayudar a los más necesitados. Un hombre que nació de nuevo por el bautismo y a quien Dios dio una nueva oportunidad de ser feliz, como te la da también a ti.
130 Nathanson Bernard, La mano de Dios, Ed. MC, Madrid, 1997, p. 12.
131 ib. pp. 114 y 129
132 ib. p.74.
133 ib. pp. 232-233.
134 ib pp. 173,174-175,178.
135 ib. p. 237.
136 ib. p. 246