Segunda Parte
55» Jean Marie Lustiger
Autor: P. Angel Peña O.A.R
Jean Marie Lustiger, nacido en París en 1926 de familia judía, originaria de Polonia, relata en su libro La elección de Dios los recuerdos de su infancia y juventud hasta su conversión al catolicismo.
También responde a una serie de preguntas que le hacen los periodistas, Missika y Wolton, escéptico uno y agnóstico el otro respectivamente.
Cuenta Lustiger la desesperación de sus padres, cuando quiso hacerse católico y los esfuerzos que hicieron para desanimarlo de esta decisión, que tomó junto con su hermana.
Había comenzado hacía tiempo a leer a escondidas el Evangelio y algunos libros cristianos. También influyeron en su decisión algunos amigos católicos.
Él cuenta así el momento clave:
Entré un día en la catedral (de Orleans). Era un día que hoy sé que era Jueves Santo. Me detuve en el crucero sur, donde brillaban un amontonamiento ordenado de flores y luces. Permanecí un buen rato absorto. Yo ignoraba el significado de lo que veía.
No sabía qué fiesta se celebraba ni qué hacía aquella gente allí en silencio. Volví a mi habitación. No dije nada a nadie. Al día siguiente, volví a la catedral.
Quería volver a ver aquel lugar. La iglesia estaba vacía. Espiritualmente vacía también. Sufrí la prueba de aquel vacío: no sabía que era viernes santo.
No hago más que describir la materialidad de las cosas y, en aquel momento, fue cuando pensé: quiero que me bauticen...
La persona de la casa, donde nos hospedábamos, me dirigió al obispo de Orleans, Monseñor Courcoux. Era un oratoriano muy culto; me instruyó en la doctrina cristiana mediante clases particulares.
Desde el comienzo de nuestros encuentros, me aconsejó que pidiera permiso a mis padres. El día que hablé con mis padres fue una escena muy dolorosa, totalmente insoportable. Al final, aceptaron...
Yo no tenía en absoluto la sensación de traicionar (la condición judía) ni de esconderme ni de abandonar algo, sino, por el contrario, de haber descubierto el alcance, el significado de lo que había recibido al nacer.
Pero a ellos les parecía incomprensible, absurdo, era lo peor de todo, la peor desgracia que podía haberles sucedido...
Para ser exacto, creí en Jesucristo, el Mesías de Israel.
Cristalizó en mí algo que llevaba dentro desde hacía años y que no había explicado a nadie. Supe que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios138.
A su madre la deportaron y murió en el campo de concentración de Auschwitz. Él empezó a ir a misa todos los días.
Y en 1946, a los veinte años, ingresa al Seminario, porque quiere ser sacerdote. Es ordenado sacerdote en 1954 y, durante quince años, se dedica a trabajar como capellán de universitarios.
En 1969, es nombrado párroco. En 1979 es nombrado obispo de Orleans y dice:
El hecho de encontrarme en la catedral de Orleans, exactamente en el mismo lugar en el que por primera vez tuve la intuición del Mesías sufriente, la ofrenda del cuerpo y la sangre derramada, y su presencia en la Eucaristía, aquello daba a mi existencia en Orleans una intensidad extraordinaria...
El despacho donde el obispo Monseñor Courcoux me había instruido en la doctrina cristiana, se convertía en mi despacho; celebraba la misa en la misma capilla donde me habían bautizado.
Me encontraba con sacerdotes y laicos que habían sido mis compañeros de clase y ahora era yo su pastor.
Dios me pedía que les diera lo que yo había recibido de ellos139.
Al año y tres meses de ser obispo de Orleans, lo nombraron arzobispo de París y después cardenal.
Jean Marie Lustiger, un hombre de gran cultura y mucha apertura a todas las culturas, que vivió en propia carne la discriminación por ser judío y que aprendió que el Mesías prometido al pueblo de Israel era un Mesías sufriente, que se nos presentó en la persona de Jesús.
138 Lustiger Jean–Marie, La elección de Dios, Ed. planeta, Barcelona, 1989, p. 35-38.
139 ib. p. 331.