1» Noviazgo
Autor: P. Angel Peña O.A.R
Sí deseas un matrimonio feliz, debes comenzar por prepararte bien durante el tiempo de noviazgo.
El noviazgo es un tiempo de preparación y de conocimiento mutuo.
Pero, muchas veces, se convierte en un tiempo de desórdenes, en el que Dios está totalmente ausente.
Y Dios es fundamental en la vida de todo hombre que quiere ser feliz y, por supuesto, en un verdadero matrimonio.
Muchos jóvenes tienen una mentalidad pagana. Confunden amor con sexo. Hablan de amor a primera vista y, en un tiempo récord, quieren casarse sin conocerse de verdad.
No faltan quienes se conocen por internet y, en poco tiempo, sin apenas conocerse personalmente, ya quieren formalizar un matrimonio que debe durar para toda la vida.
Es posible conocer a la esposa ideal por internet, pero hay que estar muy seguros y conocerla muy bien, para dar este paso transcendental del que depende la felicidad personal y de los futuros hijos.
Muchos adolescentes, desde los doce años o antes, ya desean tener una novia para poder presumir ante sus compañeros.
¿Para qué desean tener novia a esa edad? ¿Sólo para besarla y abrazarla? ¿No será una señal de inmadurez?
Los noviazgos prematuros terminan rápidamente y, con frecuencia, después de haber tenido relaciones sexuales.
Si esto se repite en varios noviazgos, ¿qué podría decirse de la novia o del novio? ¿Es esa la mejor preparación para el matrimonio?
Lo peor es que muchos jóvenes ya no quieren casarse y sólo quieren convivir sin compromiso.
Otros prefieren tener compañeros sentimentales. De esa manera, aunque no haya amor, pueden satisfacerse mutuamente y, después, separarse sin problema y seguir buscando otras uniones pasajeras semejantes.
Pero así nunca podrán ser felices, porque el matrimonio para ser feliz necesita amor, y el amor verdadero viene de Dios y quiere ser eterno.
En la actualidad, son muy frecuentes estos matrimonios al paso, sin compromiso.
Muchos jóvenes modernos son incapaces de asumir un mínimo de responsabilidad matrimonial.
Se divorcian con la facilidad de quien toma un vaso de agua y se vuelven a juntar con la misma frivolidad. ¿Y los niños?
Si se quedan con la madre, crecen bajo la sombra de la tristeza materna y, a veces, con una gran inseguridad; porque les falta la presencia paterna. ¡Cuántas madres solteras o abandonadas!
¡Cuántos matrimonios rotos, cuántos divorcios, cuánto sufrimiento!
Por eso, hay que tomar en serio el noviazgo.
Dice el Catecismo de la Iglesia católica: Los novios están llamados a vivir la castidad en la continencia... Y reservarán para el tiempo del matrimonio las manifestaciones de ternura específicas del amor conyugal.
Deben ayudarse mutuamente a crecer en santidad (Cat 2350).
Los jóvenes que desean casarse deben pensar en hacerlo para toda la vida; si no, su unión será débil y ante cualquier dificultad se romperá, porque no pondrán de su parte y no estarán dispuestos a hacer ningún sacrificio para superar las dificultades.
Es preciso tener la idea clara de que uno se casa para toda la vida y de ser puros antes del matrimonio.
Puros hasta el altar y fieles hasta la tumba. Algo muy importante en el noviazgo es el decirse la verdad en cuanto a sus vidas y su pasado.
Porque si uno de los dos oculta algo grave, que el otro tiene derecho a saber, el matrimonio podría ser nulo.
Por ejemplo, ocultar que no puede tener hijos, que tiene sida o cualquier otra enfermedad crónica grave, que tiene hijos o que ha estado unido anteriormente con otra persona; que es adicto al juego, a las drogas, al alcohol…
Hay que ser transparentes y decirse siempre la verdad. Declara san Pablo que el amor se alegra con la verdad (1 Co 13, 6). Sin verdad no hay verdadero amor.
Querido joven, ¿ya conoces a la que será tu esposa para toda la vida?
Respétala, no te permitas con ellas acciones inmorales, no la engañes con sutilezas ni le pidas una "prueba de amor".
Ten prudencia y evita estar a solas con ella en lugares solitarios o cerrados.
Tu amor a ella debe ser siempre puro y limpio, con la ilusión de llegar los dos juntos vírgenes al matrimonio.
Evita los abrazos y besos apasionados y los tocamientos indecorosos.
Debes saber esperar hasta el momento en que sea tu esposa y puedas decirle de verdad: Ahora soy tuyo, totalmente, y para siempre ¿Te imaginas que podrías tener un hijo no deseado?
¿Cómo se sentiría ese niño que no es bien recibido al venir a este mundo?
¿Pensarías en matarlo por el aborto? Con los hijos no se juega.
No se puede tener una relación matrimonial antes del matrimonio.
Prepárate para ese momento tan importante de tu vida.
El amor es algo tan hermoso y tan grande que sólo Dios lo puede dar.
Porque Dios es la fuente de todo auténtico amor. Dios es amor (1 Jn 4, 8). Y hay que estar casados en el Señor (1 Co 7, 39), casados por la Iglesia.
Y tú, querida joven, ¿has encontrado ya al que será tu futuro esposo?
¿Piensas en él, rezas por él?
Pídele a Dios que te lo presente cuanto antes y que no te equivoques en tu elección.
Y, desde ahora, consérvate pura y limpia para él. Evita la compañía de hombres deshonestos, las conversaciones de doble sentido, espectáculos pornográficos…
Busca diversiones sanas y prepárate en cuerpo y alma para el que será el padre de tus hijos.
¡Qué hermoso es encontrar chicas que sonrían con sincera alegría, que sean decentes y se vistan con gusto!
¡Qué belleza irradian estas jóvenes de alma transparente y cuerpo puro! ¡Una chica buena, trabajadora, responsable y maternal es un regalo que vale más que todos los tesoros del mundo!
Y ahora rezad los dos, aunque no se conozcan, esperando conocerse y amarse pronto.
"Señor, quiero pensar en este momento en tu presencia por quien será mi esposo(a).
Haz que mi recuerdo lo acompañe siempre y lo defienda de toda acción baja y vulgar.
Haz que nunca se deslice entre nosotros la mentira ni el engaño.
Señor, preséntamelo cuantos antes, tengo deseos de conocerlo(a) para darle el tesoro de mi amor, que guardo con tanto cariño y pureza para él (ella).
Que su recuerdo, en vez de quitarme las ganas de estudiar, sea para mí un estímulo para salir adelante.
Quiero ser para él (ella) una persona auténtica que lo sostenga en la debilidad y le dé fuerza y energía para superar las dificultades.
Y haz que su sonrisa y su alegría ilumine el camino de mi vida y me llene de felicidad.
Pensando en él (ella) mi corazón vibra de emoción.
Señor, desde ahora, ya lo(a) amo con todo mi corazón.
Y quiero darle las rosas más bellas de mi corazón humano, Señor, quiero servirte y amarte con él (ella) y con nuestros hijos por toda la eternidad.
Haznos una familia unida en tu divino Corazón. Amén".