22» Matrimonios Felices - Parte 1
Autor: P. Angel Peña O.A.R
Hay muchos matrimonios que son felices a pesar de los problemas que no faltan en la vida diaria. Jesús no nos ha prometido una vida sin enfermedades ni problemas. Sólo nos ha prometido ayudarnos para superarlos. Venid a Mí los que estáis agobiados y sobrecargados que yo los aliviaré (Mt 11, 28).
La felicidad no está en los bienes materiales. En este caso, solamente los ricos podrían ser felices.
La felicidad no está en la salud ni en el éxito profesional ni en el lugar donde vivimos.
La felicidad la llevamos dentro o no la poseeremos jamás.
Ser felices es una manera diferente de vivir. Es ver las cosas con fe, desde el punto de vista de Dios.
Es vivir en una perspectiva de eternidad. Por eso, podemos encontrar matrimonios y familias felices, a pesar de tener enfermedades, hijos minusválidos o problemas materiales.
El famoso apóstol del Corazón de Jesús, padre Mateo Crawley decía:
- Un día bendije un matrimonio de dos pobrecitos y me pidieron que entronizase en su tugurio al Corazón de Jesús.
Les dije: Prometedme que trataréis a Jesús como a un amigo, como si lo vierais. Pocos años más tarde, viene el pobre joven a llamarme una noche y me dice que su mujer se estaba muriendo.
Voy a la casa a confesarla, sorprendido de la paz de cielo que reinaba en aquel hogar.
Pregunto a la enferma: - Hija mía, dime con toda verdad, ¿has sido desgraciada en tu matrimonio?
- No, ni por un momento. Hemos sufrido, hemos luchado, pero ¿desgraciados con Jesús, nuestro amigo y Rey? Jamás, jamás.
Lo mismo confirmó su esposo. Ellos habían comprendido bien el espíritu de la entronización, pues hicieron de Jesús el Rey y amigo inseparable de su familia.
Otra pobre campesina me decía: Padre, desde que hicimos le entronización en nuestra pobre choza, me considero la inquilina de Jesús, ya que todo es suyo: mis aves, mis flores, mi viejo, todo es suyo. Yo vivo alojada en el palacio del Rey y soy feliz. Ya no vivimos para nosotros, sino en Él y para Él18.
La familia Nocito tiene nueve hijos. El sexto, Alejandro, es autista. El segundo, Miguel, tuvo un accidente de moto a los quince años. Se dio un golpe fortísimo en la cabeza. El cerebro quedó con múltiples hemorragias.
Los médicos les dijeron que no iba a sobrevivir y que firmaran un papel para donar sus órganos. Pero para sorpresa de los médicos, después de quince años, sigue vivo, cuidado con amor por sus familiares.
Desde el primer momento, los hermanos se volcaron en atenciones con él. Todos hacían turnos para atenderlo. Durante los cuatro primeros años, estuvo en coma.
De pronto, un día dio la primera señal de vida, esbozando una leve sonrisa.
Dice su hermana Sonsoles: Ahora lo sacamos a pasear por la mañana y por la tarde, durante más de una hora para que le dé el aire y le haga lagrimear, para que, si llueve, note el agua en la cara, para que le dé el sol, para que le salude el guarda, el obrero, el vecino..., para que oiga sonidos igual que todos, para que tenga sensaciones, perciba olores y oiga los coches al pasar…
Cada día, en la familia Nocito Muñoz, hay un canto a la vida. Más que un canto es un grito fortísimo que nos ofrece a los que asistimos perplejos a su rutina, una bocanada de aire fresco.
Un respiro que ensancha el alma, sobre todo, en estos días en que se premian películas homicidas, o, peor aún, en las que se deja morir de hambre o de sed a una mujer que se encuentra en las mismas condiciones que Miguel.
La familia Nocito es muy unida, porque son creyentes y viven su fe católica. Cuando se casó Borja en el santuario de Torreciudad (Huesca), para que Miguel pudiera seguir la ceremonia, instalaron un sistema de videoconferencia en su habitación.
Así pudo asistir como si estuviera en la iglesia a más de 400 Kms. de distancia.
Miguel no se quedó sin fiesta; mientras sus hermanos celebraban la boda, todos los amigos de Miguel lo acompañaron durante la ceremonia, vestidos de sus mejores galas e, incluso, un sacerdote repartió la comunión en el momento oportuno a quienes estaban preparados.
Y tras la ceremonia, se celebró también en la casa un agasajo especial. Esto fue una de las condiciones de su hermano Borja para casarse: que su hermano Miguel estuviera presente y lo celebrase con ellos.
Una familia así, unida en Dios, es capaz de superar las más difíciles pruebas de la vida con la mirada alta y la sonrisa en los labios, porque son felices por dentro e irradian amor y alegría a los demás19.
18 Crawley Mateo, Jesús, Rey de amor, Lima, 1948, pp. 33-34.
19 www.conelpapa.com