14» Aspecto Sexual - Parte 2
Autor: P. Angel Peña O.A.R
Los hombres deben entender que la mayor necesidad de una mujer es el amor. Que hay que ganársela con detalles de cariño. Y, entonces, ella se sentirá feliz de hacerlo feliz. Ciertamente que puede haber otros factores.
Hay esposas para quienes el sexo no es ninguna necesidad o prioridad. Algunas esposas no querrían tener relaciones, sino muy de vez en cuando. Dejarían pasar semanas y quizás meses.
Por eso, la excusa más común es decir: estoy cansada, me duele la cabeza, mejor para otro día...
Y, si la esposa deja pasar los días sin querer estar con su esposo, está rompiendo la voluntad de Dios. Por otra parte, si el esposo deja pasar mucho tiempo sin pedirlo, algo puede andar mal.
Es bueno que ella pida. Porque la solicitación sexual debe ser mutua. El sentirse buscado y deseado es fuente de seguridad y aumenta el cariño y la entrega, evitando la rutina.
En algunas ocasiones especiales, es bueno prepararse con tiempo: bañarse, un poco de perfume y muchas caricias para satisfacción de ambos. Que no exista el miedo a tener un hijo más.
En esto sean generosos con Dios. Que no usen anticonceptivos, que son como trampas. A Dios no le gustan las trampas, hay que jugar limpio.
Si viene otro hijo, aceptarlo como venido de Dios. Sean generosos con Dios. Y Dios bendecirá su hogar. Dios quiere entrega mutua y total sin miedos, rencores ni condiciones.
Por eso, el mismo Dios dice claramente:
Que el marido dé a su mujer lo que debe y la mujer, de igual modo, a su marido. El cuerpo de la esposa no le pertenece, le pertenece al esposo. El cuerpo del esposo no le pertenece, le pertenece a su esposa.
No se nieguen el derecho del uno al otro, sino por breve tiempo para dedicarse a la oración y, después, vuelvan estar juntos para que Satanás no les tiente por su incontinencia…
En cuanto a los casados, les ordeno, no yo, sino el Señor, que la mujer no se separe del marido y, en caso de separarse, que no vuelva a casarse o que se reconcilie con el marido y que el marido no despida a su mujer (1 Co 7, 3-5.10-11).
De esta manera, el mismo Dios habla de la necesidad de entregarse mutuamente. Y, al no hacerlo sin causa razonable, estamos yendo en contra de la voluntad de Dios.
La esposa o el esposo jamás deberá hacer una promesa o juramento de guardar continencia, mientras vive con el cónyuge en la misma casa.
Eso sería una contradicción al juramento que hicieron el día del matrimonio. Y, si uno se niega de por vida, por no saber perdonar al otro su infidelidad, igualmente está yendo contra la voluntad de Dios.
Otra cosa es, cuando el esposo no quiere dejar de ser infiel. En este caso, la esposa tiene derecho a negarse.
Si el esposo va a buscar prostitutas, también podría negarse, porque podría traerle enfermedades. Pero, hablando normalmente, el sexo es importante para afianzar el amor mutuo.
El acto sexual de los esposos es un acto sagrado que puede unirlos más a Dios, porque es algo querido por Dios con tal de que se realice por amor y con amor a su cónyuge.
De ahí que también el acto sexual debe estar abierto a la vida.