Señor Jesús, queremos proclamarte en este momento coma el Rey y dueño de nuestro hogar y de nuestra familia.
Queremos que reines en nuestras mentes y en nuestros corazones por el amor.
Queremos amarte y adorarte a Ti, Jesús, que siempre nos esperas en la Eucaristía.
Queremos que reines en nuestra vida entera: en nuestros pensamientos, deseos, sentimientos, palabras, miradas, obras...
Todo es tuyo y todo te lo entregamos para que reines en nuestro cuerpo y en nuestra alma, pues queremos hacer siempre tu santa voluntad.
Oh divino Corazón de Jesús, dirige nuestra familia por el camino del bien, bendice nuestro trabajo y nuestras empresas, nuestras diversiones, nuestras amistades y todas nuestras actividades para que Tú seas el primero en todo.
Cúbrenos a todos con tu sangre bendita y protégenos de todo poder del maligno.
Ayúdanos en los momentos difíciles y consuélanos en nuestras penas.
Sé tú la alegría de nuestras vidas, porque sin Ti no podemos ser felices.
Te pedimos por nuestros familiares difuntos para que los tengas en tu gloria.
Y, cuando a nosotros nos llegue el momento de la partida definitiva, reúnenos a todos en tu reino para gozar todos unidos contigo en la patria celestial.
Jesús, bendice nuestro hogar. Sé Tú nuestro Rey.
Establece en nuestra casa tu trono para siempre, porque no queremos que reine otro sino Tú.
Por eso, con toda la fuerza de nuestro corazón, queremos decir:
¡Viva por siempre amado, bendecido y glorificado en nuestro hogar el Corazón divino de Jesús!
¡Venga a nosotros tu reino!
¡Bendito y alabado seas por siempre, Jesús!
¡Bendito seas por siempre en el Santísimo sacramento de la Eucaristía!
¡A Ti el poder, el honor y la gloria por los siglos de los siglos! Amen.
Oh Jesús, por medio de María me consagro a Ti y quiero que Tú seas el Señor y el Rey de mi vida.
Jesús, yo te amo y yo confío en Ti. Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío.
A continuación, el sacerdote puede dar la bendición y se llevan con devoción los cuadros de Jesús y de María hasta la casa, donde se colocarán, con flores y luces, en el salón principal; y donde la familia unida rezará todos los días especialmente el rosario.
Así Jesús queda constituido como el Rey del hogar y María como la madre de la familia.