Oración: del abad célense, llamado el idiota.
            
              Atraedme,  pues me hallo detenido por el peso de mis pecados y la malicia de mis  enemigos.
               
Así como nadie se presenta a vuestro Atraedme  en pos de Vos,  oh Virgen María,  para que yo corra tras el olor de vuestros   Hijo, si el divino Padre no le  atrae, así también me atrevo a decir en cierto modo que nadie va a Él si Vos no le atraéis con vuestros santos ruegos.
               
Vos sois la que enseñáis la  verdadera sabiduría. Vos la que alcanzáis  las gracias a los pecadores, porque sois  su abogada. Vos prometéis la gloria a los que os honran, porque sois la  tesorera de las misericordias.
Vos habéis hallado gracia en presencia de Dios, oh  Virgen dulcísima, porque fuisteis preservada  del pecado original, llena del Espíritu  Santo, y concebísteis al Hijo de Dios.
  
Habéis recibido todas estas gracias, oh  humildísima María, no sólo para Vos, sino también para nosotros, a fin de que nos asistáis en todas  nuestras necesidades. Esto es lo que ya hacéis socorriendo a los buenos,  conservándoles en la gracia y  preparando a los pecadores para recibir la divina misericordia. 
  
  Vos auxiliáis a los moribundos,  protegiéndoles contra las asechanzas  del demonio, y les ayudáis aun en su último trance, recibiendo sus almas y  conduciéndolas al reino de los bienaventurados.