III 2b.Ejemplo: Perdonado por intercesión de María
             
            
              Un hombre casado  vivía en desgracia de Dios; La mujer  era buena, y no pudiendo apartarle del mal  camino, le rogó que, a lo menos, siempre que hallase alguna imagen de la   Virgen le rezase una Avemaria.  El tomó el consejo, y yendo una noche a ofender a Dios vio una lámpara  encendida delante de una de sus imágenes con  el Niño en los brazos.
               
Le rezó su Avemaria; pero, al acabarla, notó que  el Niño estaba todo llagado, y de las 
heridas corriendo  sangre. 
Admirado y compungido por  conocer que sus culpas eran la causa, empezó a llorar; pero viendo que el Señor  le volvía las espaldas, lleno de confusión  se dirige a la Virgen,  diciendo: «Madre de misericordia,  vuestro Hijo me desecha, pero en Vos, que sois Madre suya y tan compasiva, tengo abogada. 
Favorecedme y  pedidle por mí.» La Virgen le respondió desde  la imagen: «Madre de misericordia me  llamáis los pecadores; pero me hacéis Madre  de miseria renovando la Pasión  de mi Hijo y mis dolores.» 
Con todo, como Ella no acierta a  despedir desconsolado a ninguno de los que llegan a su puertas, se puso a pedir a su Santísimo Hijo que se dignase  perdonarle. Mostraba el Señor repugnancia,  pero la benignísima Señora dejándole en el nicho, se le puso de  rodillas, diciendo: «Hijo mío, no me  levanto de aquí hasta que perdones a este  pecador.» 
Entonces respondió Jesús: «Madre mía, nada puedo negaros; pues  queréis que le perdone, le perdono por amor  vuestro. 
Traedle a que bese mis  llagas.» Con esta licencia se acercó él,  y, conforme las iba besando, se iban cerrando y quedando sanas. 
Al fin de todo le dio el Niño un abrazo, y desde aquella hora mudó el hombre de vida,  pasando santamente lo restante de ella y amando con ternura a su Protectora,  por quien alcanzó gracia tan especial.