VI 2b.Ejemplo: La Virgen, portera de un monasterio
             
            
                          
                            Bien acredita  cuan amorosa es con los miserables pecadores lo que hizo con una monja, portera del monasterio de  Fuente-Heraldo, llamada Beatriz. 
                            
                            Vencida y apasionada de un joven concertó fugarse con él del monasterio. 
                            
                            Llegado  el día señalado, se fue la infeliz delante  de una imagen de la Virgen nuestra Señora, le dejó las llaves y se escapó. 
                            
                            Lejos de allí,  tomó dentro de poco tiempo la infame ocupación de ramera, y en tan miserable estado vivió por  el transcurso de quince años. 
                            
                            Al cabo de tanto  tiempo sucedió que encontrándose una vez con el administrador de los bienes del monasterio,  le preguntó si conocía a una monja por nombre Beatriz.
                            
«La conozco bien — respondió el hombre —  es una santa; ahora la han hecho maestra de  novicias.» Ella quedó pasmada, no entendiendo  cómo fuese aquello posible, y para salir  de la duda, se disfrazó y volvió al monasterio.
Pide que salga Sor Beatriz, y se le presenta la Reina del Cielo en la forma de aquella imagen a cuyos pies había dejado el hábito y las llaves, le habló  la  señora y le dijo: 
«Beatriz, mirando por tu reputación, tomé tu mismo semblante, y he desempeñado tu oficio todo el tiempo que has vivido fugitiva  del monasterio y de Dios. Hija,  vuelve a entrar y haz penitencia de  tus desórdenes, que aún te espera mi amantísimo Hijo, procurando con una  conducta ejemplar mantener el buen nombre  que Yo te he granjeado», y  desapareció. 
                Entonces Beatriz entró en el  monasterio, se vistió el hábito, y  agradecida grandemente a la   Reina de los ángeles por tan especial beneficio, vivió en  adelante como verdadera santa, y a la hora de la muerte manifestó lo  sucedido a gloria de María Santísima.