III 1c. Oracion
¡Oh Madre del Amor Hermoso! ¡Oh vida, refugio y esperanza nuestra! Bien sabemos que vuestro Santísimo Hijo, no contento de ser continuamente nuestro abogado para con el Padre, quiso que Vos también lo fueses, para que con vuestra poderosa intercesión nos alcancéis las misericordias divinas, el logro de todo justo deseo, y después la salvación eterna.
A Vos recurre, pues, este pecador miserable; a Vos que sois la esperanza de los desvalidos.
Por los méritos de mi Señor Jesucristo y vuestra poderosa mediación espero salvarme con tanta confianza, que, si estuviese en mi mano la salvación, la pondría en las vuestras, porque más confío en vuestra misericordia y protección que en mis propias obras ¡Oh Madre y esperanza mía, no me abandonéis, aunque lo tengo merecido!
Mirad las miserias que me cercan y moveos a compasión de mi alma, para que no se pierda.
Conozco que por mis culpas he cerrado la puerta muchas veces a las luces, auxilios y gracias que Vos me procurabais Pero vuestra piedad con los infelices y el valimiento que tenéis para con Dios es mucho más que el número y malicia de mis pecados.
Los cielos y la tierra publican que a quien Vos protegéis no puede perecer. Olvídese todo el mundo de mi con tal de teneros a Vos.
Decid al Señor que soy vuestro, decidle que corro de vuestra cuenta, y me salvaré.
En Vos. Señora, confío y quiero vivir, y espero morir diciendo que mi única esperanza es Jesús, y Vos después de Jesús.