VIII 2b.Ejemplo: 
               Alejandra se salva por el Rosario
             
                                          Cuenta el P. Eusebio Nieremberg que en  una ciudad del reino de Aragón vivía una  doncella, por nombre Alejandra, a la cual, por su hermosura y nobleza,  pretendían dos jóvenes principales. 
                            
                          Vinieron a las manos un día, y ambos  quedaron muertos en la calle; y por haber  ella sido la ocasión, fueron a su casa los parientes, la degollaron y arrojaron su cabeza a un pozo. 
                          
                          Pocos días  después, pasando por aquel sitio el  patriarca Santo Domingo, inspirado de Dios, se arrimó al pozo, y dijo: 
                          «Alejandra,  sal fuera»; y he aquí que aparece viva en el brocal la cabeza de  Alejandra, pidiendo confesión.
                            
El Santo la  confiesa y le da también la sagrada  Comunión, todo a vista del gran concurso de gentes que habían acudido a  ver tan gran maravilla.
                            
Después le mandó que publicase por qué había Dios usado  con ella misericordia tan señalada.
Respondió la joven que cuando le cortaron  la cabeza estaba en pecado mortal; pero por la devoción que había tenido  de rezar el Rosario, la Virgen  le había conservado la vida. 
Dos días permaneció  la cabeza hablando a la orilla del pozo, al cabo de los cuales fue destinada el alma al fuego del purgatorio; mas pasados otros quince, se apareció  al mismo Santo más hermosa y resplandeciente que el sol, y le declaró que uno  de los sufragios más eficaces que tienen las benditas ánimas es el santo Rosario ofrecido por ellas, por lo cual,  agradecidas, luego que llegan a verse en la presencia de Dios, piden por las  personas que les aplicaron esta oración  poderosa. 
Dicho esto, vio el glorioso  Santo Domingo entrar aquel alma llena de regocijo en la mansión de la  eterna bienaventuranza.